Impaciencia cognitiva
Una experta de Fundación INECO explica que la mitad del tiempo pensamos en algo distinto a lo que estamos haciendo. Cuál es el costo.
Es algo tan naturalizado, que probablemente pase inadvertido. Sin embargo, si prestamos atención a nuestro comportamiento, es posible que nos demos cuenta de que no podemos estar muchos minutos haciendo la misma tarea.
Y no solamente porque llega una notificación al celular que queremos atender; también es probable que seamos nosotros mismos quienes interrumpamos la tarea para hacer otra cosa, perdamos el foco y nos distraigamos scrolleando en redes sociales y chequeando si llegó un mail que estamos esperando.
¿Qué costo tiene todo esto para nuestro cerebro? ¿Qué pasa con nuestra productividad? ¿Es nuestra atención un recurso que queremos ceder a los avatares de las nuevas tecnologías, convertidas en omnipresentes tentaciones? ¿O lo hacemos de manera inconsciente?
De todo esto conversó Clarín con María Roca, doctora en Psicología, coordinadora científica de Fundación INECO y Directora de INECO Organizaciones.
—Varios estudios y artículos dan cuenta de que la cantidad de interrupciones diarias influyen en nuestra concentración. ¿Creés que disminuyó nuestra capacidad de prestar atención?
—A lo largo de la evolución, el cerebro va modificando sus funciones, a partir tanto de lo que el ambiente le propone como de las actividades o habilidades que tiene que desarrollar para poder responder a ese ambiente. Sin embargo, la atención fue siempre un recurso limitado, definiendo atención como la capacidad de focalizar en un estímulo o en un proceso de pensamiento.
Medir esto evolutivamente es muy difícil, pero lo que sí sabemos es que las redes sociales o las nuevas tecnologías son uno de los distractores más comunes que tenemos hoy, entonces es como si hubiera muchos competidores peleando por obtener ese recurso, que es la atención.
Hay algunos datos que dicen que casi el 47% del tiempo que estamos despiertos, estamos pensando en algo distinto de lo que estamos haciendo o lo que está pasando. Por ejemplo, estar en una reunión virtual y tener la cabeza en otro lado, lo mismo en la computadora, tener muchas ventanas abiertas, incluso estar leyendo un artículo y notar que la mente se fue a otra parte.
Todo esto impacta directamente en nuestra productividad. Hay algunos datos de un estudio de 2018 que afirma que al dia se pierden entre 2 a 3 horas de productividad en el trabajo a causa de estas distracciones, y el primer distractor son las nuevas tecnologías, aunque también haya otras que no, como los compañeros que se acercan a charlar, el recreo de café, los ruidos.
—¿Cómo actúan específicamente las notificaciones a nivel del cerebro? ¿Buscamos gratificaciones y recompensas constantemente? ¿Por qué nos importa tanto atender, responder mensajes o ver si hay algo nuevo?
—En principio, antes de la activación del sistema de recompensas -que esto también es hipotético porque en cada caso pueden producirse cosas diferentes-, lo primero que se produce es un cambio en el foco atencional: quizás estás escribiendo, te llega una notificación, eso cambia tu foco atencional y hace que tu contexto cognitivo cambie, que pases a pensar en ese mail, en ese mensaje y en esa red social.
Si aquella notificación efectivamente te llama la atención y logra cambiar este recurso atencional, es probable que eso suceda porque vos tengas en relación a eso una activación del sistema de recompensas, que se basa en distintas áreas del cerebro.
Particularmente, interviene la relación entre los ganglios basales y el lóbulo frontal, y la dopamina es uno de los neurotransmisores más relacionados con este sistema de recompensas. Lo que genera es algo similar al sistema que está relacionado con las adicciones, como si fuera la calma o el placer que se recibe con el consumo, en un caso de la sustancia a la cual somos adictos y en otro pareciera ser estar al día o conectados.
Esto no solo tiene un costo muy grande para la productividad, sino también para la salud mental.
—Se habla del concepto de “impaciencia cognitiva”, y se sostiene que ya no solamente ocurre cuando llega una notificación, sino que nos autointerrumpimos para cambiar de tarea aunque no nos llegue nada. ¿Esa dinámica, de saltar de una cosa a la otra, se convirtió en una suerte de proceso cognitivo?
—Hay datos que dicen que el tiempo que le prestamos atención a, por ejemplo, los renglones de una nota es cada vez más corto, como que vas pasando de uno a otro y tenés esta necesidad de estar todo el tiempo obteniendo nueva información, o cambiando.
Creo que eso efectivamente va sucediendo, el hecho de estar todo el tiempo conectado buscando distintos tipos de información, influye en nuestra capacidad de concentrarnos, es importante destacar que incluso hay distintos tipos de atención,y una es la atención sostenida, que es la que nos hace poder prestar atención por períodos prolongados de tiempo.
Con esta nueva modalidad de funcionamiento, en la que al mismo tiempo que hablo con vos me suena el celular y veo una notificación, la atención está mucho más dividida, pero el gran problema -e insisto con esto- es que afecta nuestra productividad. Y ahí aparece otro gran tema, que es la multitarea.
Uno cree que con el multitasking está siendo más eficiente, pero lo que muestran los estudios es que no solo no lo estamos siendo, sino que además uno comete más errores cuando realiza varias cosas simultáneamente.
Por ejemplo: yo estoy escribiendo un artículo y te atiendo a vos para hacer esta nota, y después veo un paciente; en resumen, cambiar de contexto cognitivo también tiene un costo para el cerebro, porque tenés que reactivar todo el nuevo contexto.
—¿Qué se puede hacer al respecto?
—A mí me interesa particularmente hacer hincapié en que tenemos que tomar conciencia de que esto genera más errores, y que hace que al final no ganemos más tiempo, sino que lo perdamos. Conocer cómo funciona la mente y qué cosas podemos hacer para pelear contra esta tendencia me parece muy importante.
Claro que sin demonizar a las nuevas tecnologías, porque también se habla de cuestiones como la demencia digital, por ejemplo se dice que estamos perdiendo la memoria por no usarla, pero eso no es así, eso es la evolución de las funciones cerebrales a partir de lo que el ambiente demanda.
Lo que sí debemos entender es que estamos aprendiendo a lidiar con este ambiente, y por lo tanto conocer cómo funciona nuestra mente y usar ese conocimiento a nuestro favor me parece sumamente importante.
—¿Se pierde la capacidad de concentrarnos en profundidad, o se puede recuperar?
—En el cerebro, las funciones que se usan son las que se fortalecen, como cuando hablamos de la memoria, nos acordamos menos números de teléfono que antes porque el cerebro además de la atención tiene recursos limitados a nivel general, entonces no los gasta en cuestiones que no necesita.
Eso es algo bueno que tiene el cerebro, la capacidad de adaptarse al ambiente y de desarrollar aquellas funciones que usa y no malgastar su recurso limitado en las que no usa. ¿Para qué vamos a acordarnos de muchos números de teléfono si los podemos guardar en un dispositivo móvil que está siempre accesible?
Si nosotros dejamos de hacer lecturas profundas, o no podemos estar haciendo una tarea sin interrupciones por períodos más prolongados de tiempo, poco a poco esa función se va a ir perdiendo en nuestro cerebro y en el cerebro a nivel evolutivo.
Por eso debemos entender qué es lo que está pasando y usarlo a nuestro favor. Hay muchísimas técnicas que se proponen para esto, por ejemplo, una de las preferidas es la técnica pomodoro, que propone estar 25 minutos haciendo algo sin interrupciones y después darse 5 minutos para mirar los mails, ver las notificaciones, las redes sociales. Entonces ahí vas reentrenando eso que quizás no estés usando naturalmente.
Existen muchísimas aplicaciones que por ejemplo te ponen la bandeja de entrada en pausa, o los teléfonos inteligentes que les indicás que no suenen salvo que sea el colegio de tus hijos.
Lo que no tenemos que hacer es que esto nos lleve por delante, sino tomar conciencia, darnos cuenta que esto no está mejorando nuestra productividad sino que incide en nuestra salud mental, por ejemplo en sentirnos sobreestimulados, padecer estrés, sentir que no podemos con todo al mismo tiempo.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/impaciencia-cognitiva-costo-cerebro-cambiar-constantemente-tarea_0_vr0YAQ2qK4.html