Maltrato infantil: hay que salir del lugar de espectador
El sufrimiento psíquico en la infancia puede manifestarse o no en forma de patología pero inevitablemente marcará la adultez. Las múltiples formas del maltrato infantil tienen una característica central simple pero elocuente: hay ausencia de cuidado y protección
Frente al maltrato infantil, el efecto espectador (Bystander effect) consiste en creer que alguien con mayor capacidades, poder y conocimientos, se ocupará de esa situación que altera la zona de confort y eso nos consuela, pero en realidad nos evita la incomodidad de ocuparnos.
En realidad, la única acción prohibida es no actuar ante el dolor ajeno, sobre todo ante el de los niños y niñas, que decimos son privilegiados y de los cuales, dado que preferimos imaginar que los adultos sufrimos los rigores de la vida y tienen una vida feliz, no se habla.
El martes 25 de abril se celebró el Dia Internacional de lucha contra el Maltrato Infantil. Se trata de una efeméride que busca visibilizar, concientizar y reflexionar acerca de las manifestaciones de violencia que padecen los niños y las niñas, así como promover buenos tratos en la crianza de los más pequeños. La fecha fue instituida por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), con el objetivo de concientizar sobre la necesidad de erradicar la violencia contra las infancias y adolescencias, ya que afectan su existencia misma.
En estos días nos enteramos que el Ministerio Público Tutelar (MPT) de la Ciudad de Buenos Aires presentó la campaña ‘Dejemos de reproducir el maltrato de generación en generación’, una muy interesante propuesta, ya que reproduce en esa fórmula al menos, lo que efectivamente pasa en el área del trauma psíquico, la repetición y el trauma transgeneracional, temas a veces poco expuesto, pero con consecuencias terribles, de los cuales hablaremos.Es importante actuar en defensa del niño o niña ante la presencia de una situación de violencia
El maltrato a veces es noticia visible solo por la aparición de casos mediáticos pero cuya luz pública suele ser efímera. Por ejemplo, esta semana se conoció el caso de un productor televisivo que manejaba o participaba en una red de abuso infantil que, “tempus fugit” el tiempo se escapa, ya está en su domicilio y sus abogados piden la prescripción de la causa. Este tipo de delitos ya no es una excepción sino que es un negocio millonario instalado desde hace años, con logística cada vez más compleja, según vemos en el curso de los diferentes casos.
Sin embargo se insiste en mostrarlos como casos aislados, y relacionarlos con la psicopatología, buscando creer así que es acotado a una “enfermedad mental” de individuos aislados y no una organización criminal emergente de una sociedad que somete a poblaciones enteras, la infancia en particular, a las peores formas de maltrato.
Las víctimas quedan y han quedado silenciadas, por el silencio que nos indica la propia palabra infancia (aquellos sin voz), sin embargo empiezan a hablar y a gritar su dolor que empieza a ser manifiesto a partir de la toma de conciencia en una etapa de madurez.
Algunos dicen que “los chicos no sufren”, lo que implica una fenomenal prueba del cinismo de una sociedad que acuñó o más bien repitió la frase “los únicos privilegiados son los niños”, cuando eran aquellos carentes de todo privilegio.La ausencia de cuidado es la característica central en todas las formas de maltrato infantil Foto: Andina
Por eso, es auspicioso que podamos hablar de estos temas y qué estructuras u organizaciones se ocupan de ellos, qué leyes existen, aunque sabemos que muchas veces no son aplicadas, y quizás en algún momento la concientización, en particular la que están logrando los medios al respecto, se instale.
Tenemos la posibilidad de hacer algo, de no dejar que el tema se reduzca a la contingencia y hacerlo propio desde nuestro lugar de acción.
Ya hablamos del poder de los estigmas de la enfermedad mental y un área donde los estigmas son más poderosos, sea en cualquieras de sus dos formas o áreas de la curva de Gauss, es decir en la negación o en la exageración, es en la psicopatología. El sufrimiento psíquico en la infancia podrá o no manifestarse como forma de patología pero que inevitablemente marcará la vida adulta.
A veces declamamos en la exageración o negamos, banalizamos, ambas formas son las que excluyen al que sufre.Toda acción, omisión o trato negligente, que voluntariamente priva al niño de sus derechos y su bienestar y que amenaza o interfiere su adecuado desarrollo físico o psíquico es considerada violencia infantil
En los últimos tiempos hemos sido testigos a través de los medios del caso de Lucio Dupuy en La Pampa, que mostró cómo falló la acción preventiva: Lucio está muerto. Este caso que toca una serie extensa de temas respecto a la infancia, se transformará quizás en un hito emblemático tristemente, de la criminología en particular la victimología.
A partir de este terrible caso y como es inevitable a posteriori, se promulgó rápidamente la Ley Lucio. Esta, así como tantas otras, transformaron los delitos contra la integridad sexual en general y contra la infancia en particular, en delitos de orden público, es decir que nos competen a todos y de denuncia obligatoria.
Algo que no ocurrió con Lucio, quien fue atendido por infinidad de instancias en las cuales quizá por el famoso efecto espectador (como se denomina en psicología experimental) todos miraron y nadie entendió que debía actuar. Ya existía por ejemplo una ley que obligaba a médicos a actuar, a proteger al menor en riesgo, y vaya si Lucio los estaba. Ahora esta ley nos conmina a actuar a todos.
Lucio no sobrevivió a su martirio, que efectivamente eso fue, no nos confundamos u olvidemos. Varios otros sobreviven en su cuerpo pero no en su alma, en su psiquismo y ese costo es algo que pesa a toda la sociedad.La violencia en el hogar es una de las problemáticas más grandes
Las formas de maltrato infantil son interminables, desde el síndrome de Munchausen por proximidad en el que un padre o madre o persona responsable del niño (de allí lo de la proximidad/proxy), genera cuadros clínicos en el menor (es decir maltrata/tortura) y así lo somete a tratamientos médicos para adoptar esta, el rol de víctima, hasta llegar a las diferentes y múltiples formas de abuso.
Los términos se mezclan, se confunden quizás inadvertidamente, quizás no, pero la realidad es que el tema del abuso sexual infantil y todas las formas de delito con las cuales está relacionado crecen y al mismo tiempo buscan ser normalizadas. La sexualidad infantil es avasallada, violada de manera explícita pero también indirectas y de mucha más amplia repercusión.
Las múltiples formas del maltrato infantil tienen una característica central simple pero elocuente: hay ausencia de cuidado, de protección, de quienes no tienen ni la capacidad de proveérsela ni tienen voz para exigir sus derechos, o defenderse. De allí que seamos los adultos quienes no debamos bajo ningún aspecto aceptar ninguna forma de negligencia en la función que nos compete, ya no por ser progenitores sino por el simple hecho opuesto a la de ellos, somos esos los niños del pasado, quizás protegidos, quizás no y en esa conciencia del propio pasado debiera existir la conciencia social de proteger, así sea a aquellos que alguna vez fuimos.Las infancias deben ser protegidas y acompañadas ya que repercuten en el desarrollo físico y psíquico del adulto (Getty)
Finalmente nos referíamos anteriormente a los costos de enfermedad mental y este caso en particular de la negligencia, de la pasividad ante el sufrimiento del otro, inclusive y así fuera por los costos económicos para la sociedad. Quizás un área donde este aspecto sea más evidente este “costo” sea en el maltrato infantil, su formas y especialmente sus insondables consecuencias, tan diferentes entre una y otra persona, indican vidas enteras que han sido alteradas de manera definitiva.
Hemos visto de manera directa o todos de manera mediática personas que recién en su etapa adulta son capaces de gritar su dolor, de dar testimonio de ello, el caso reciente de Lucas Benvenuto y su denuncia contra el conductor Jey Mammon, él puede ser un ejemplo, pero hay infinidad de caso similares que recién en la vida adulta pueden abrirse, cuando ya las cicatrices son crónicas.
El listado sería interminable pero abarca toda las situaciones y condiciones sociales. En el abuso infantil, valga recordarlo por más que obvio que parezca, estamos hablando de un ser que tiene toda la vida por delante y del cual nadie sabe si podrá ser el próximo descubridor de una cura para una enfermedad que salve al mundo o simplemente una persona que pueda desarrollar su vida de manera plena. La pérdida de oportunidades quedará por siempre en la incógnita.
Lo que observados desde el campo clínico cuando atendemos a niños víctimas de abusos, y especialmente en adultos que pasadas varias décadas de vida recién puedan abordar ese recuerdo dolorosamente guardado, es cuánto se podría haber si alguien hubiera actuado, si alguien hubiera salido de la comodidad complaciente.
Fuente: https://www.infobae.com/tendencias/2023/04/27/los-chicos-si-sufren-para-terminar-con-el-maltrato-infantil-hay-que-hacerse-cargo-y-salir-del-lugar-de-espectador/