El «club de las malasmadres»
La adolescencia es una etapa en la que se sufre. Y, aunque el sufrimiento es necesario para superar adversidades, si no se maneja bien puede llevar a problemas de salud mental. Muchos de los jóvenes acaban aislándose. Por ello, el acompañamiento de los padres es fundamental.
Si hay una etapa de la vida en la que las emociones se intensifican sobremanera, esa es la adolescencia. Y si hay un sentimiento que, en plena transición entre el niño y el adulto, resalta por encima del resto, es el sufrimiento. Es válido y, sobre todo, necesario para la madurez y el aprendizaje de una persona que apenas empieza a desenvolverse por sí misma. El sufrimiento de hoy ayudará mañana a saber cómo afrontar experiencias vitales.
El dolor en el adolescente fue eje central en la XX Jornada Anual “El reto de la salud mental en personas jóvenes” de la Fundación Manantial. El mensaje es claro: frente al aislamiento, apoyo. Frente a la tristeza, apoyo. Frente a la soledad, apoyo. En definitiva, frente al malestar emocional, salud mental. “Tenemos que escuchar a nuestros hijos para que cuando les ocurra algo seamos su refugio, su lugar seguro”, destacó Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, tras la presentación del informe “#Rayadas. La salud mental de la población joven en España”. Se trata de una encuesta, impulsada por la fundación, sobre el malestar emocional en la población entre 16 y 32 años. En concreto, un 45,8% de este grupo lo sufre. De este porcentaje, un 6,3% presenta relevancia clínica.
La investigación revela que la tristeza excesiva (47%), el aislamiento (46,6%) y hacerse daño a uno mismo (45,1%) son los signos más relevantes de una mala salud mental para las personas de entre 16 y 24 años. “¿Qué tienen en común estas edades? Que viven en un mundo de transformación y de creciente complejidad: la globalización, la digitalización, la inestabilidad económica y política, las crisis climáticas y la pandemia. Esta generación ha vivido y está viviendo un momento que ha cambiado el mundo, pero les ha pillado demasiado pequeños”, explicó Sara Toledano Márquez, directora del Área Técnica y de Innovación de Fundación Manantial. Los comportamientos que los encuestados asocian con el malestar emocional son aislarse (47,7%), no dormir (35,3%), no relacionarse (33,1%) y lesionarse (30,3%).
Son muchas las vivencias que tiene una persona hasta que se llega al diagnóstico de un trastorno mental. “Esto nos empuja a querer hacer algo con el sufrimiento en el momento en que se produce con la aspiración de que la gente no se quede sola con él, el problema no se complique y la solución sea mucho más sencilla”, manifestó Toledano.
Acerca del aislamiento, Baena aseguró que se combate “con la escucha activa, con el acompañamiento”. En este sentido, la influencer española aludió a la “injusta conciliación familiar” de España, que no permite en muchos casos dedicar el tiempo necesario a los hijos. “El 66% de las madres reconoce necesitar ayuda psicológica y no pedirla por no tener tiempo ni dinero y por ‘el qué dirán”, lamentó la publicista, que desmitificó la figura de madre perfecta que puede con todo: “Llega la maternidad y haces ‘crack’. Sin conciliación, no hay salud mental”.
Por eso, Baena apuntó que es fundamental la apuesta por la prevención de problemas emocionales graves. Para ello, “necesitamos formación para las familias y recursos en los colegios”. Eso sí, afirmó que en los últimos años se ha avanzado en inteligencia emocional: “Nosotros fuimos educados sin ella”.
Acompañar, sí. Impedir el dolor, no
El miedo al rechazo y el temor a preocupar al entorno cercano. Se trata de los dos motivos principales por los que un número importante de jóvenes no pide ayuda cuando la necesita, según el informe presentado. A pesar de que la inmensa mayoría prefiere el contacto presencial y refugiarse en su entorno cercano, el 36% se aísla cuando siente malestar emocional. Uno de los problemas por lo que ocurre esto y al que hizo referencia José Antonio Luengo, decano-presidente del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, es que “la explicación que damos los adultos puede estar muy alejada de la mirada del joven. Con la mejor intención, no acertamos”.
Así pues, el especialista subrayó que es muy importante interpretar los miedos de los adolescentes desde su perspectiva y no desde la adulta: “Ellos lo que nos piden es comprensión y escucha. Debemos ser capaces de transmitir que vamos a estar ahí y que comprendemos su dolor”. A raíz de la pandemia, Luengo reconoció que se ha preguntado más a esta población acerca de lo que siente, lo que ha permitido ahondar más en los factores que interfieren en su bienestar emocional. Y no es que estos problemas antes no existieran, “sino que no los cuestionábamos”, puntualizó.
No obstante, el psicólogo aclaró que un aspecto a tener en cuenta es que “una cosa es el dolor y otra, la enfermedad o trastorno. Momentos malos son asociados con tener un trastorno de ansiedad o del estado de ánimo. Ojo con esto porque no hablamos de lo mismo”. Hay situaciones en las que va a aparecer el dolor, “pero estas tienen que ver con hitos normativos que hacen ver que la vida es difícil”.
Por todo ello, Luengo cuestionó la idea de proteger a los hijos a toda costa para que no sufran: “Así no les hacemos vivir circunstancias que les van a ayudar a comprender no sólo que en la vida no siempre vas a acertar, vas a caer y te vas a tener que levantar; sino que, además, son imprescindibles como entrenamiento para afrontar las adversidades y confrontar con tu experiencia para saber cuál es la mejor respuesta”.
Tratar de lograr la perfección y la felicidad puede tener un efecto contrario y llevar con demasiada facilidad a la frustración cuando no se consigue lo que se pretende. “Entre lo que deseo y lo que puedo, a veces hay un trecho muy largo. Estamos llevando a tal extremo la idea de que mi hijo tenga lo mejor o de evitar sus dificultades que no les ayudamos a crecer adecuadamente. En los centros educativos vemos la facilidad con que quiebran ante dificultades que son normativas”, subrayó. Asimismo, el experto lanzó un mensaje: “Los padres podemos acompañar, pero no justificarlo todo”.
Fuente: cuidateplus.com.ar