Después de los excesos navideños
El alcohol, los atracones… Navidad es una época de excesos que no solo afectan físicamente, pues también tienen repercusiones sobre nuestra salud mental. Seguir una serie de consejos y cumplir con ciertos hábitos saludables permitirá que tampoco nuestro descanso se vea demasiado alterado.
La época de Navidad es sinónimo de excesos, sobre todo, en lo que a ingesta de comida y alcohol e intensificación de la vida social se refiere. Las celebraciones propias de estos días giran en torno a reuniones en las que los productos de alimentación son el ingrediente principal y también se acumulan las vivencias emocionales. Y todos estos excesos van acompañados frecuentemente de una alteración de los horarios habituales y desregulación del periodo destinado al sueño. Hablamos con varios expertos para saber cómo evitar que la factura que paga nuestro organismo se dispare.
Los excesos de estos días se traducen en situaciones de transgresión dietética, es decir, “nuestro organismo no es capaz de asimilar ni digerir los alimentos que ingerimos sin consecuencias”, lo que es causa de gastritis y reflujo gastroesofágico en muchas personas, explica Rodrigo Córdoba, portavoz del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
Si a esto añadimos grandes cantidades de alcohol, “el riesgo es mucho mayor”. Por ello, los expertos señalan que lo ideal es elegir “calidad más que cantidad” a la hora de planificar los menús de estos días y elegir bien los alimentos que servimos a la mesa. “Aunque las personas adultas sanas pueden tolerar ciertos excesos puntuales, las personas frágiles se exponen a más problemas”, matiza Córdoba. El exceso de carne roja y alimentos procesados, generalmente con exceso de sal o azúcar (embutidos, snacks…) no es saludable como consumo habitual, resalta el especialista, quien matiza no obstante que “un consumo puntual festivo no hace daño en personas sanas”.
Eso sí, es muy importante tener en cuenta que el exceso de azúcares refinados puede causar descompensación en pacientes diabéticos, y el de sal o productos ricos en sodio provocar alteraciones en individuos con afecciones cardiacas, como hipertensión, insuficiencia cardiaca o arritmias, entre otras, así como renales. “Las personas mayores también son más frágiles y toleran peor los excesos, por lo que deben tener más cuidado ante estas situaciones y aplicar la contención y la mesura en la ingesta de comida y bebida”.
Consumo de alcohol
Otro de los excesos en estos días está vinculado al consumo de alcohol. Sobre este aspecto, Córdoba recuerda que los niveles de bajo riesgo de problemas por consumo de alcohol se sitúan entre una y dos copas de vino (o cañas de cerveza) en 24 horas. Y añade que consumir en un solo día cuatro o más copas en el caso de las mujeres y seis en el de los hombres implica riesgos, con independencia de que el resto de los días de la semana se consuma poco o nada.
El consumo de alcohol tiene un problema añadido que es su contribución al sobrepeso y la obesidad. Por ejemplo, una lata de cerveza aporta más de 100 calorías, lo que equivale a las de dos galletas con chocolate. Para quemar esas calorías hay que caminar a buen paso durante 30 minutos, explica Córdoba.
Además, el consumo de alcohol conlleva el pago de un peaje inmediato en forma de resaca. Si se quiere evitar esta, el consejo es no superar las dos copas de consumo.
Cómo afectan los excesos navideños al sueño y a las emociones
Los excesos navideños pasan factura también en lo que alteraciones del sueño se refiere. Y es que tres grandes enemigos del descanso son la cafeína, el alcohol y la nicotina “por lo que es mejor alejar esos consumos de la hora de acostarnos lo más posible”, explica Córdoba. Lo ideal es que la cena sea menos cuantiosa que la comida y en todo caso procurar cenar lo más pronto posible, en torno a cuatro horas antes de acostarse.
Y los excesos de estos días se relacionan también con las vivencias emocionales. Las Navidades imponen una especie de obligación de ser feliz “cuando la situación de muchas personas y familias no favorece estos sentimientos”, explica el doctor Córdoba. “Por ejemplo, las personas que están en situación de duelo no superada se encuentran peor en estos días que en otras etapas del año. Es algo que hay que tener en cuenta con los buenos deseos».
Vacaciones, pero con actividades percibidas como impuestas
A diferencia del verano y otras épocas festivas se da la circunstancia de que en Navidad “solemos contar con días libres pero al contrario que en otros periodos vacacionales, las actividades que se realizan pueden percibirse como impuestas”, explica la psicóloga clínica Laura Fuster. “Podemos pensar que aunque no vamos a trabajar como los niños tampoco tienen colegio, hay que realizar las compras navideñas, quedar con los amigos, acudir a las comidas familiares y un largo etcétera, las obligaciones no cesan”. Y esta circunstancia conduce a una sensación de que no somos dueños de nuestro tiempo.
Algunos consejos para que esto no suceda, según explica Laura Fuster, son:
- Anota antes de las fechas navideñas los días que no vas a trabajar.
- Reflexiona sobre qué quieres realmente estas Navidades. “Generalmente se toman estos días como familiares, pero quizá la prioridad para ti sea el descanso”.
- Apunta los días en los que sí quieres socializar, “las comida o cenas navideñas en las que quieres estar porque realmente te apetece”.
- Piensa en a qué eventos vas a tener que decir que no, si esto ayuda a tu bienestar.
Este ejercicio puede ayudar a tomar conciencia de “lo que realmente quieres hacer estos días y no dejarte llevar por lo que te propongan o por lo que se espera de ti social o familiarmente”, explica Laura Fuster como recomendación para mantener el equilibrio mental estos días de Navidad. “Parece una actividad sencilla pero se ponen en práctica habilidades que trabajamos en consulta como la asertividad, decir que ‘no’, poner límites y tomar decisiones”, explica esta experta.
La conclusión es que es importante disfrutar tratando a la vez de que la Navidad no tenga un impacto significativo en el peso corporal, el ritmo de sueño y el bienestar emocional, así como en la evolución de algunas enfermedades de base. “Con inteligencia, se puede compatibilizar el disfrute de las fiestas, la familia y los amigos con el mantenimiento de la salud». Para ello basta con:
- Elegir bien.
- Saber parar a tiempo.
- No alterar demasiado los hábitos de sueño.
- Tener en cuenta las circunstancias personales de nuestros allegados (como un duelo reciente o mal resuelto o determinadas enfermedades psiquiátricas, entre otras cuestiones).
En general, se trata de tener siempre presente, concluye Córdoba, que “la salud es lo que realmente nos permite disfrutar de todas las demás cosas de la vida”.
Fuente: cuidateplus.com