Bulimia nerviosa
Por: Isabel Gallardo Ponce
Qué es
La bulimia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) que se caracteriza porque las personas que la padecen suelen darse atracones recurrentes en los que ingieren grandes cantidades de comida en un espacio corto de tiempo.
La bulimia es una enfermedad con una gran predominancia femenina, ya que afecta a unas 9 mujeres por cada varón, y cuya aparición se ha adelantado un poco en el tiempo y suele aparecer entre los 16 y los 20 años.
En la última década la prevalencia y la incidencia se ha mantenido estable. Se estima que la bulimia nerviosa afectaría aproximadamente al 2% de la población. Además, en torno al 4% de la población tiene TCA no especificados, de los “cuales algunos realizan atracones o conductas de purga, pero no tienen los criterios diagnósticos completos de la bulimia nerviosa”, explica Marina Díaz Marsa, jefe de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.
Las personas con bulimia tienden a restringir la alimentación con el objetivo de perder peso. Sin embargo, el hambre y la impulsividad, como parte de un malestar psicológico más profundo, les lleva a realizar un consumo en atracón. «Este generalmente se produce en la tarde-noche», dice Díaz Marsa. Precisamente los alimentos que protagonizan los atracones, y que ingieren en grandes cantidades, suelen ser aquéllos que intentan evitar: dulces, bollería, pasta, pan…
El atracón conlleva un gran sentimiento de culpa, «que es el que les lleva bien a consumir laxantes, bien a realizar ejercicio de forma excesiva o bien a realizar conductas de purga. Éstas últimas produce una pérdida de electrolitos, como sodio y potasio, que pueden ponerles en riesgo de sufrir alteraciones cardiacas, hipotensión, y alteraciones fisiológicas que pueden poner en peligro su vida o producir consecuencias físicas graves».
Causas
La bulimia es una enfermedad que nada tiene que ver con un capricho. Las pacientes suelen tener baja autoestima, dificultad en las relaciones interpersonales, inestabilidad anímica, traumas, disregulación emocional, sentimiento de vacío… Ese malestar hace que busquen su identidad en la delgadez y de esta forma surge el cuadro clínico, dice Díaz Marsa.
Asi, aunque la sociedad presenta la delgadez como una tarjeta de presentación del éxito, es ese malestar psicológico lo que lleva a las pacientes a querer estar delgadas. «La sociedad no es la única culpable. En otras épocas, el malestar se traducía en otras conductas. Pero hoy con este mensaje social, el malestar de estas chicas les lleva a tener estos trastornos».
De esta forma, en el origen de esta enfermedad intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales que desvirtúan la visión que el enfermo tiene de sí mismo.
La limitación de los alimentos impuesta por el propio enfermo le lleva a un fuerte estado de ansiedad y a la necesidad patológica de ingerir grandes cantidades de alimentos.
Hasta el momento se desconoce la vulnerabilidad biológica implicada en el desarrollo de la enfermedad y son más conocidos algunos factores desencadenantes relacionados con el entorno social, las dietas y el temor a las burlas sobre el físico. Muchos de los factores coinciden con los de la anorexia, como los trastornos afectivos surgidos en el seno familiar, el abuso de drogas, la obesidad, la diabetes mellitus, determinados rasgos de la personalidad y las ideas distorsionadas del propio cuerpo.
Es importante aclarar que los trastornos de la conducta alimentaria no suelen aparecer cuando se manifiesta uno de estos factores sino que es la confluencia de varios lo que puede llevar a que aparezca la bulimia.
Síntomas
Los bulímicos tratan de ocultar las conductas de purga, por lo que la enfermedad suele pasar desapercibida durante mucho tiempo al no presentar reducciones de peso tan grandes como lo hace la anorexia. Los síntomas típicos de un cuadro de bulimia son los siguientes:
- Atracones o sobreingesta de alimentos: La persona come una gran cantidad de alimentos en un espacio de tiempo muy corto y no tiene control sobre la ingesta. El objetivo del atracón es saciarse. Los pacientes iIntentan evitar los lugares en los que hay comida y procuran comer solos, por lo que su comportamiento suele ser asocial, tienden a aislarse y la comida es su único tema de conversación. Además, la falta de control sobre los alimentos les produce grandes sentimientos de culpa y vergüenza.
- Uso de laxantes: Para prevenir el aumento de peso y compensar el atracón o el exceso de comidas, el enfermo se provoca vómitos, utiliza laxantes, diuréticos, fármacos, o recurre a otros medios que le permitan controlar el peso, como la práctica abusiva de actividades deportivas.
- Repetición: Los ciclos de atracones y vómitos se manifiestan un mínimo de dos veces por semana.
- Baja autoestima.
Además de las manifestaciones generales se pueden distinguir:
Alteraciones psicológicas
Los enfermos con bulimia nerviosa se caracterizan por una gran impulsividad y un bajo autocontrol. Esto puede provocar que, además de los atracones, los bulímicos tiendan a meterse en situaciones peligrosas o a entrar en discusiones con facilidad, teniendo grandes cambios de humor.
Además, como la frecuencia de una baja autoestima lleva a la aparición de síntomas de depresión y ansiedad y al abuso del alcohol y las drogas o de adicciones sin sustancia.
Síntomas físicos
En cuanto a los signos físicos que evidencian la enfermedad se encuentran la debilidad, dolores de cabeza; hinchazón del rostro por el aumento de las glándulas salivales, sobre todo las parótidas, problemas con los dientes, mareos, pérdida de cabello, irregularidades menstruales, y bruscos aumentos y reducciones de peso, aunque generalmente no sufren una oscilación de peso tan importante como la que se manifiesta en la anorexia. La bulimia puede ir acompañada de otros trastornos, como la promiscuidad sexual.
Las consecuencias clínicas son:
- Arritmias que pueden desembocar en infartos.
- Deshidratación.
- Intestino irritable y megacolon.
- Reflujo gastroesofágico.
- Hernia hiatal.
- Caries dentales.
- Pérdida de masa ósea.
- Perforación esofágica.
- Roturas gástricas.
- Pancreatitis.
Signos de alarma para las familias
Según la jefa de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico, de Madrid, hay ciertas conductas que pueden hacer sospechar a los padres de que existe un problema en sus hijos relacionado con la bulimia. Estos sería:
- Ir al baño inmediatamente después de comer.
- La desaparición de comida en el domicilio.
- Evitar sentarse a comer con la familia pero comer más tarde a escondidas y de forma impulsiva.
- Evitar los contactos sociales si van acompañados de comida.
- Alteraciones en el esmalte dental. En muchas ocasiones son los dentistas quiénes dan la voz de alarma de que puede existir un cuadro de bulimia al comprobar el deterioro en el esmalte dental -producido a consecuencia de conductas de purga- en una visita de rutina o por otras causas.
- Cambios de carácter.
«Las pacientes son inestables emocionalmente. Pueden mostrar otras conductas impulsivas, como las autolesiones o la compra excesiva, que muchas veces se traduce en inestabilidad emocional y de carácter e irritabilidad, que puede ser detectada por sus familias», apunta Díaz Marsá.
Prevención
La prevención de la bulimia tiene que realizarse con un enfoque multidisciplinar. Los especialistas destacan la importancia que tiene la prevención social y la colaboración de modelos, diseñadores, presentadores de televisión, publicistas y deportistas, entre otras profesiones para reducir los mensajes que se lanzan a la población que inciden en la pérdida de peso de forma no responsable y engañosa y en las tallas de la ropa.
A nivel familiar conviene insistir en que las familias sigan una dieta equilibrada, como la mediterránea, y que se evite la obsesión por la dieta, el peso o la imagen corporal.
Por otro lado, es recomendable que no haya una protección excesiva de los padres sobre los hijos. Esto facilitará la autonomía del adolescente y que éste sea capaz de resolver problemas y tomar sus propias decisiones.
Por último, desde la escuela se puede educar a los niños sobre alimentación y nutrición, así como fomentar la autoestima, las habilidades sociales y comunicativas.
Tipos
En esta enfermedad se pueden distinguir dos subtipos:
Purgativo
Durante el episodio de bulimia nerviosa el enfermo recurre a los vómitos u otros métodos purgativos, como laxantes y diuréticos, para evitar el aumento de peso.
No purgativo
En este caso la persona con bulimia emplea otras conductas compensatorias como el ayuno o el ejercicio físico compulsivo, pero no recurre a vómitos, diuréticos o laxantes con el fin de no engordar.
Diagnóstico
Según Díaz Marsá, la intervención precoz es fundamental para que la remisión se produzca y lo haga lo antes posible. Es una enfermedad de tratamiento psiquiátrico y psicoterapéutico. Debajo hay un malestar que hay que identificar en cada paciente de forma individual para poder abordarlo. El descontrol con la comida es una forma de tapar lo que realmente les pasa/ese malestar que está debajo.
Desde Atención Primaria los facultativos pueden sospechar de la aparición de un cuadro de bulimia nerviosa si una persona está demasiado preocupada por el aumento de su peso y presenta grandes fluctuaciones, en especial si existen signos evidentes de una utilización excesiva de laxantes.
Otras pistas incluyen la tumefacción de las glándulas salivales de las mejillas, la presencia de cicatrices en los nudillos por haber usado los dedos para inducir el vómito, la erosión del esmalte dental debido al ácido del estómago y un valor bajo de potasio sanguíneo.
Sin embargo, el diagnóstico resulta complicado ya que los episodios de voracidad y vómitos se ocultan con facilidad. Además, algunos síntomas pueden ser confundidos con los de otras patologías.
Para un diagnóstico adecuado es necesaria una entrevista psiquiátrica que desvele la percepción que el enfermo tiene del propio cuerpo y la relación que mantiene con la comida. Asimismo, es necesaria una exploración física completa para detectar los trastornos fruto de su comportamiento alimenticio.
Tratamientos
En el tratamiento de la bulimia el primer paso es la evaluación de la paciente por parte del psiquiatra. Tras ella hay dos abordajes: farmacológico y psicoterapia, aunque lo ideal es que el tratamiento combine ambos.
El uso de fármacos permite «mejorar los atracones, la impulsividad, las conductas de purga. Además, permiten que la psicoterapia pueda realizarse y sea eficaz. A través de este abordaje psicológico se dota a las pacientes de herramientas para controlar la impulsividad, la inestabilidad emocional, para mejorar su autoestima y sus relaciones interpersonales», dice Díaz Marsá.
Otra parte del tratamiento debe centrarse en el abordaje nutricional, en un estrecho trabajo con endocrinólogos y nutricionistas, para garantizar la salud física y orgánica de las pacientes. Se trata, en definitiva, de instaurar hábitos de vida saludable y de autocuidado para que las pacientes puedan tomar el control de su salud. «Muchas veces las pacientes asocian el tratamiento a engordar, con lo que tenemos dificultad para que se adhieran al tratamiento. Hay que hacerles entender que nadie quiere que ganen peso, sino que estén sanas dentro de los cánones de peso y que el objetivo es que dejen de sufrir».
Otros datos
¿Cómo pueden actuar las personas cercanas al enfermo?
La mejor forma para ayudar a una persona bulímica es tomar conciencia de que tiene un trastorno de la conducta alimentaria. Algunas recomendaciones que puede seguir su entorno son:
- Evitar comentarios críticos sobre el peso, la comida, etc.
- Entender que la bulimia es un problema grave, no tonterías de la persona que lo sufre.
- Intentar no controlar al enfermo todo el tiempo y hablarle únicamente del problema. De esta forma evitarán que se sienta agobiado y fomentarán que tenga la percepción de apoyo y comprensión.
- Dejar de lado chantajes como “si comes, te compraré algo que quieres”. Estas fórmulas no sirven de nada y empeoran la situación.
Comorbilidad de los trastornos de la conduca alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria a menudo se presentan simultáneamente con otras condiciones psiquiátricas y médicas que pueden complicar el tratamiento. Los trastornos psicológicos «se asocian casi en ¾ partes de los casos trastornos de la conducta alimentaria», según exponen los autores del estudio Caracterización, epidemiología y tendencias de los trastornos de la conducta alimentaria, publicado en la revista Nutrición Hospitalaria.
Si bien entre los trastornos comórbidos más frecuentes se encuentran la ansiedad y la depresión, también encontramos una asociación significativa con el trastorno obsesivo-compulsivo, la existencia de autolesiones, la conducta suicida y, a partir de la adolescencia, los trastornos de la personalidad y por consumo de tóxicos.
Los estudios europeos que se han realizado estiman que la depresión mayor se encuentra asociada a un 33 % de los TCA, el trastorno de ansiedad generalizada a un 31 % y ciertas fobias específicas a un 17 %, sin observarse diferencias significativas entre los géneros.
En el ámbito español, se observa una tasa de comorbilidad psiquiátrica del 62,9 %. La ansiedad fue el principal problema mental, pero también fue importante la asociación con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (31,4 %) y el trastorno negativista desafiante (11,4 %).
El suicidio es una causa importante de mortalidad entre las personas con trastornos alimentarios.
Fuente: cuidateplus.com