“Nada reemplaza el tiempo de escuchar al paciente”
De familia de médicos, su padre fue su inspiración y su hermano comparte la misma profesión y ahora son sus dos hijos quienes siguen sus pasos con otras especialidades. El doctor Jorge Tartaglione es médico cardiólogo, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología y desde hace 25 años se dedica a la difusión de temas de salud.
Hace poco publicó su nuevo libro “Pequeños grandes cambios”, vinculado con los hábitos alcanzables y duraderos para llevar una vida saludable, una especie de manual, lleno de consejos, propuestas prácticas reales como resultado de su amplio conocimiento y práctica como médico.
-Con sus casi cuarenta años de ejercicio de la medicina, ¿Qué cambios en la salud de los pacientes, en sus hábitos, viene observando?
-Yo hago medicina del estilo de vida y pongo la atención en los hábitos, lo que veo cada vez más en consultorio es colesterol, obesidad, hipertensión, diabetes. Tienen un patrón común que es que tenemos tantas cosas en la cabeza que nos olvidamos lo que tenemos que hacer por nosotros mismos. Veo también mucha incertidumbre, preocupación, 50% lo ve todo negativo, el otro tiene esperanza. Esa incertidumbre y desgano puede enfermar y lo veo constantemente. ¿Cómo me curo de esto? Haciendo actividades que me gustan. El estilo de vida generó un grupo de gente agotada, cansada. Hablo con personas de 50 años y muchas están angustiadas, con sensación de vacío, lo que las vuelve más ansiosas e irritables. Veo además mucha preocupación, y todo eso tiene un impacto en el corazón; por eso trato de motivarlos, que cuando se levanten tengan un propósito. Otra cosa que veo es la soledad, que se ha transformado en un nuevo factor de riesgo: las personas que viven solas se cuidan menos.
-¿Qué consejos les da a esas personas encerradas o enfocadas solo en el trabajo?
-Fundamentalmente que tengan relaciones sociales, somos seres que necesitamos vincularnos con otros. Después, que sigan haciendo actividades que les hacen bien a cualquier edad, eso es clave. También, desde ya, revisar la alimentación. Estar tranquilo con uno mismo, darle espacio al ocio, si te gusta el deporte hacerlo, distrae. No ver demasiado las noticias -que yo, aunque estoy en los medios, limito porque te pueden enfermar. Y las personas mayores están frente a la tele todo el día. Si vos tenés una pelota en la boca del estómago, tenes que hablar, donde quieras, con un sacerdote, con un amigo, con un terapeuta, pero hay que sacarlo. Si estás con preocupaciones, angustia, tenés que hablarlas y escucharte a vos mismo.
-¿El médico escucha hoy menos al paciente?
-La medicina se volvió más tecnológica, y el invento más importante de la ciencia es la silla, que el paciente te cuente es tremendamente importante pero los tiempos y los costos bajos de la consulta y poner a tantos por día es imposible lograr esa escucha. Así que se ha empastado un poco la relación médico-paciente. Pensá que cuando tenía seis años acompañaba a mi papa a recorrer con el auto los diferentes domicilios y lo esperaban con la pañoleta y el agua caliente, atendía a toda la familia. Pero el sistema hizo que la medicina cambie, si tenes diez minutos para ver a un paciente es imposible hacer un buen diagnóstico y escucharlo bien. No hay que estigmatizar la salud, las personas no son obesas porque quieren. No es lo que comen sino lo que quieren que coman, es el marketing, la industria que quiere que te lleves más alimento a la boca, y es muy fuerte, por eso no va más lo de la dieta restrictiva. La alimentación es muy compleja, la industria sabe lo que te gusta, lo que va generar adicción.
-¿Qué más cambió para que el promedio de los médicos no tengan el tiempo necesario para atender bien a quien padece un problema?
-La tecnología, el tiempo, todo cambió, se hace mucho más rápido. Y esto afecta la relación médico-paciente. Si no sos cauto podes hacer algo malo desde la palabra hasta con lo que medicás. Implica un riesgo. Gran parte de la solución es la escucha de la persona, cómo la percibo cuando la atiendo. No me puedo quedar solo con un dolor, tengo que investigar si corresponde o no a un problema médico, tal vez hay mucho detrás de esa persona, quizás está con muchos problemas. Pero más allá de la tecnología, la función básica es la misma: ser médico es poder contener a un paciente desde el momento que le damos la mano. Es ponerse en el lugar del otro, siempre. La palabra del médico, y ni hablar al estar en un medio de comunicación, hay que usarla con mucha responsabilidad, hay que ser muy cuidadoso y saber a quién le hablás, podés mejorarle la calidad de vida o dañarla, depende lo que digas.
-¿Por qué muchas veces la culpa siempre se la lleva el “estrés”? ¿Tal vez hoy es una palabra vacía de contenido?
-Hay mucho verso con el tema del estrés, mucho marketing. Cuando los médicos no sabemos bien que pasa decimos que es estrés. Pero yo creo en los pequeños grandes cambios que tenemos que hacer para estar mejor, más allá de ese término. Sé que la cardiología tiene factores de riesgo modificables, qué podés hacer para bajar la presión, el sedentarismo y también para ver si la estás pasando mal. Así trabajo, sin hablar tanto del estrés. Y hay algo clave: disfrutar cada momento que vivís. ¡Si no la pasás mal! Tener presencia en lo que uno hace, estar acá, en el momento presente. Estar tranquilo con uno mismo la mayor parte del tiempo.
-En cuanto a las enfermedades, ¿se puede torcer la genética con actividades saludables?
-Es que solo el 25% de las enfermedades son genéticas, el resto tiene que ver con qué es lo que hiciste con tu vida en todo este tiempo. Acá entra en juego la epigenética: haciendo cambios de hábitos, pequeñas cosas en la vida diaria uno puede transformar. Es decir que se puede torcer el ADN si se implementan cambios para vivir mejor. Yo suelo decir: todos saben qué es lo que les hace mal, el problema es cambiar. Como médico entonces mi objetivo es que la gente pueda cambiar sus conductas.
-¿Por ejemplo?
No estar intoxicados con lo que nos hace mal, darle importancia a nuestro cuerpo, no dejar pasar algo que no creés importante, algún dolor, estar atentos. No estar hiperconectados, reírnos más. Pensar en un amigo que te haga bien, con quien te guste estar, que cuando lo veas llegar te genere una sonrisa. Volver a lo natural, escribir a mano, que es terapéutico. Estar con los afectos. Crear vínculos sociales fuertes. No juzgar tanto a la gente. Ponerte vos en agenda: qué podes hacer por vos mismo.
Señas particulares
Médico recibido en la UBA y con residencia en cardiología en el Hospital Churruca, donde también fue Jefe del Servicio de Prevención Médica, el doctor Jorge Tartaglione es además miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología. Desde hace 25 años se dedica a la difusión de temas de salud, actualmente con la conducción del programa “Médico de familia” por Canal 9 y además columnista en “La inmensa mayoría” en la FM Radio Con Vos. Es autor de varios libros y acaba de publicar “Pequeños grandes cambios” (Grijalbo).
Fuente: https://www.clarin.com/opinion/jorge-tartaglione-medicina-volvio-tecnologica-reemplaza-tiempo-escuchar-paciente_0_iuxpFh0O4A.html