El endocrinólogo que cambió la historia del fútbol

Somatotropina. Eso faltaba en el cuerpo de Lionel Messi cuando llegó al consultorio de Córdoba 1764, Rosario, el 31 de enero de 1997. Diego Schwartzstein todavía conserva la ficha médica del paciente de nueve años y un metro veinticinco.

El «papiro» de la era pre-messianica, manuscrito en cuatro carillas, habla de proteínas, glándula pituitaria, adenohipófisis, polipéptidos, aminoácidos. Sobrevivió a una mudanza de continente y de ningún modo irá a subasta: es el recuerdo más puro de ese proceso que ayudó a «La Pulga» a volverse gigante.

Rosarino, 60 años, hijo de médico, especializado en Endocrinología, diabetes y metabolismo por la Universidad Nacional de Rosario y la Universitat Autònoma de Barcelona, Schwartzstein vive desde hace dos años en España. Fue el endocrinólogo que atendió a Lionel durante tres años y lo guió en el tratamiento por su déficit en la hormona del crecimiento.

«Te mandamos a un chiquito que necesita tu ayuda», le dijeron al doctor desde Newell’s aquel enero. Schwartzstein, «leproso recalcitrante», tenía por costumbre recibir en su consultorio a las familias de los chicos de inferiores que necesitaban un diagnóstico. Lejos de su imaginación estaba la posibilidad de evaluar el sistema endócrino del chico que desafiaría la gravedad. Y la lógica.

No hay persona que no le exija detalles de aquel primer día en que Jorge y Celia entraron con su hijo a la consulta. Imposible recrear una escena que se volvió clave décadas después. «Creo que es un recuerdo reconstruido en función de la cantidad de veces que lo tengo que evocar», se ríe a diez mil kilómetros, y aporta una certeza. «Sí me acuerdo de haberle dicho que se quedara tranquilo, que iba a ser más alto que Maradona. ‘No sé si vas a ser mejor, eso difícil’, hice la broma».De Rosario a Barcelona, Diego Schwarzstein.De Rosario a Barcelona, Diego Schwarzstein.

Años después, la predicción se cumplió: tras los autopinchazos con la hormona de crecimiento, «La Pulga» superó a Pelusa por cuatro centímetros. Mide 1,69.

-¿Qué es la somatotropina?

-Es una hormona producida por la hipófisis o glándula pituitaria. Él no tenía suficiente cantidad de somatotrofina. Puede que te falte del todo, y allí el diagnóstico es temprano, o que falte parcialmente, cuando alguien fabrica hormona de crecimiento pero menos de la necesaria. En estos casos el diagnóstico suele ser más tardío.

-¿Hay estadísticas acerca de cuántos niños tienen ese problema?

-Aproximadamente uno de cada 4.000 nacimientos presenta déficit de hormona de crecimiento.

-¿Usted le enseñó a Lionel a inyectarse solito?

-Sí. El mecanismo de administración de la hormona de crecimiento es el mismo que se usa para administrar, por ejemplo, la insulina. La realidad es que los chicos por encima de los ocho años se inyectan solos.Messi cuando llegó a Barcelona.Messi cuando llegó a Barcelona.

-¿Es real o una leyenda que Newell’s se desligó del tratamiento?

-Este es un tratamiento que tiene cobertura del Estado. Las obras sociales presentan una carpeta al ministerio de sanidad y el ministerio termina restableciendo parte de lo gastado. La obra social de los Messi, que era ACINDAR, se hacía cargo del tratamiento, pero en la antesala de la crisis del 2000 los reembolsos se cortaron y los tratamientos se empezaron a interrumpir. Newell’s pudo haber sido más solidario y no lo fue, estaba en un momento institucional malísimo, y los Messi buscaron alternativas para sostener el tratamiento. Surgió la famosa prueba en River, pero como no se roban jugadores de las divisiones inferiores, River aclaró que se haría cargo del tratamiento sólo si Messi tenía el pase libre. Newell’s no se lo dio y apareció entonces lo de Barcelona.

El regalo de despedida de Messi

Algunos creen que fue Messi el que le abrió al ex presidente de la Federación Argentina de Sociedades de Endocrinología un lugar en la ciudad de Barcelona, pero el vínculo nació antes de que «Leo» tocara una pelota.

Nieto de rusos que llegaron al norte de Santa Fe escapando de la persecución a los judíos en la Rusia zarista, la infancia de Schwartzstein estuvo ligada al fútbol callejero. «Siempre fui muy malo, pero jugaba en la calle con amigos, en épocas en que pasaba un auto, parábamos y luego seguíamos. Soy bastante tronco», reconoce. «Me acuerdo del libro de Eduardo Sacheri, Papeles en el viento, que fue película. Se habla de la teoría de la puerta: sacarla de su marco es fácil, lo difícil es volverla a encajar, hay que ser habilidoso. Aplica al fútbol. Yo era defensor, era fácil para mí dar un puntapié y tirar la pelota a la tribuna».

Compañero de secundario del periodista Luis Novaresio (en la escuela Dante Alighieri), sus primeras changas fueron como acomodador de teatro y telefonista de una empresa de emergencias médicas. La endocrinología fue, en principio, un mandato paterno, pero enseguida se convirtió en una pasión.En su consultorio rosarino, una década atrás (AFP).En su consultorio rosarino, una década atrás (AFP).

«De pequeño me gustaban las ciencias biológicas, tal vez me inclinaba por la veterinaria o la ingeniería agrónoma, pero me fui orientando a la medicina hacia el final de la secundaria por la influencia de mi papá, un hombre de personalidad fuerte que quería que continuara con su vocación», admite.

«Mi padre trabajó en el Hospital Centenario de Rosario hasta el golpe militar, luego en una clínica. Sólo vio el primer año de mi carrera, murió cuando yo tenía 19″, se emociona. «Fueron años feos, pero Gabriela, mi mujer, me rescató y desde entonces estamos juntos».

Schwartzstein vivió 24 años en Rosario hasta su primera mudanza, a España. La idea de formarse en el exterior siempre rondó su cabeza, y en 1989, ya recibido, con los saqueos producidos durante el gobierno alfonsinista, decidió ejecutar el plan. «Con mi mujer, que entonces ejercía como fonoaudióloga, acordamos irnos a un lugar donde se hablara castellano. Las dificultades del país en ese momento eran muchas, vendí mi Renault 12 y me vine a Barcelona».»Soy una parte pequeñita de la historia del mejor jugador del mundo», dice Diego.

En esa ciudad llevó adelante la especialización completa en endocrinología. «Época de cartas que tardaban un mes a destino y las comunicaciones al exterior eran por operadora. Me exigían fondos propios o una beca de mi país, yo no tenía ninguna de las dos cosas, pero el papá de un amigo, con un cargo alto en un banco, hizo una carta, y luego de notarios que certificaran la firma, de apostillas de la Haya, papeletas y sellos, me aceptaron y obtuve una beca que consistía en no abonar mis estudios».

Para enero de 1994, con su hija Julia a punto de nacer, el matrimonio pegó la vuelta a Rosario. «En aquel momento un hijo de argentinos nacido en Europa era apátrida y yo no quería eso para mi hija. A pesar de que no extrañaba nada el país, decidimos regresar para que Julia fuera argentina».

En 2000, en uno de los regresos de Messi a Rosario ya como jugador de Barcelona, Schwartzstein recibió su visita y un regalo que tiene colgado en el placard español: la pequeña camiseta de Newell’s con auspicio del diario La Capital y una dedicatoria en letra imprenta chueca, para Diego con cariño. «De las 100 camisetas de fútbol que yo tenía en Argentina, es la única que me traje a España», se enorgullece.De congreso en congreso, Diego Schwarzstein.

Cómo dijo adiós por segunda vez

«La ciencia no tiene patria, pero los hombres de ciencia la tienen y deben luchar por su adelanto», sostiene en la presentación de su sitio web Schwartzstein, quien para no extrañar demasiado a su equipo visita la peña de Newell’s en Barcelona, un refugio leproso en el que se come choripán mientras se ve a la distancia al ahora conjunto de Sebastián «El gallego» Méndez.

Padre de un comunicador social y una empleada financiera (ambos viven en Italia), Diego trabaja hoy en la Clínica ServiDigest de Barcelona, un centro con medio siglo de existencia que está especializado en enfermedades digestivas y metabólicas.

En pandemia, tres décadas después de la decisión juvenil de intentar una vida en España, siguió el consejo de un amigo y emprendió el regreso a Cataluña: «Me dijo: ‘Pasás la mitad de año en la Argentina tratando de juntar dinero para visitar a tus hijos en Europa’. Y tenía razón»."El caso Messi generó mucha fantasía", explica el endocrinólogo. (AFP)«El caso Messi generó mucha fantasía», explica el endocrinólogo. (AFP)

-¿Qué placer encuentra en su especialidad, la endocrinología?

-Es una rama de la medicina que a veces se hace pesada porque no podés parar de estudiar. Si yo diera el examen con el cual aprobé en la facultad, hoy me aplazarían porque todo es viejo. Esta especialidad es dinámica e innovadora. A partir de segundo año de la carrera, la endocrinología fue un desafío permanente, fascinante. Lamentablemente, en los últimos años ha perdido rentabilidad. Dentro de la medicina, las especialidades que conservan potencia económica son las que están vinculadas a prácticas, a instrumentaciones, y la endocrinología no las tiene. Eso hace que sea una especialidad poco rentable, pero es apasionante.

-Le dijo a Messi que iba a ser más alto que Maradona, pero no podía garantizar que fuese mejor. Finalmente, ¿cree que Messi lo superó?

-Creo que sí. Esto se podía discutir hasta el Mundial. Maradona fue una ráfaga. No vamos a discutir al Maradona de Argentinos Juniors ni al de Boca, pero lo estelar de él, la etapa del Nápoles y el Mundial ’86 fue una ráfaga. Messi lleva en este nivel 20 años.

-Su misión cambió en la vida de Lionel. ¿De qué manera el encuentro con Messi cambió la suya?

-La vida nos va cambiando poco a poco, es difícil tener un hito que te cambie radicalmente, el camino no es una recta y, evidentemente, haber participado de una partecita de la vida de Messi es uno de mis highlights, pero no fue el mayor. Si él no se hubiera cruzado conmigo, lo habría hecho con otro médico y su éxito hubiera llegado igual. Soy una parte pequeñita de la historia del mejor jugador del mundo y es un orgullo. Fui afortunado.

-Dice que haber atendido a Messi no fue su mayor logro, sino el más famoso…

-Evidentemente lo de Leo fue lo que más impactó, pero traté muchos casos parecidos en Argentina. Pasa que ninguno llegó a ser el mejor del mundo. Si mañana uno de estos pibes gana el Nobel, el caso pasará a ser famoso. Para mí fue un orgullo grande, por ejemplo, haber sido Presidente de la Sociedad de Endocrinología, pero bueno, no tiene prensa eso. Hay gente que llama y pide por el médico de Messi, no piden por el que dio tal o cual conferencia.

-¿Hay mucha fantasía de los padres acerca del tratamiento y la posibilidad de fabricar un crack?

-El caso de Leo tiene dos aristas: generó conciencia de que los problemas de crecimiento existen y tienen solución, se pueden revertir, pero también generó mucha fantasía: la de que si se ponen la misma inyección que Leo pueden ser él. Si yo mido 1,70, mi mujer 1,60 y mi hijo es arquero, con la inyección de Messi no va a ser de 1,90 y como El Dibu.

Fuente: https://www.clarin.com/historias/medico-hizo-crecer-messi-diario-intimo-endocrinologo-cambio-historia-futbol_0_XAOba9s6pF.html