No es fácil saber hasta qué punto una persona está predispuesta a la adicción, pero lo que sí se puede percibir son las señales que indican que está perdiendo el control en el consumo de alcohol, cannabis, cocaína u otras sustancias de abuso.

Botella de vodka cae al suelo
  1. María Sánchez-Monge

Una copa al año no hace daño, según el dicho. En cambio, un consumo continuo y abundante de alcohol (u otras sustancias de abuso, como cannabis o cocaína) aumenta significativamente el riesgo de adicción. Pero no en todos los casos. Hay personas que con una exposición relativamente baja a las drogas pueden quedar enganchadas, mientras que otras permanecen a salvo de la adicción (aunque no de las consecuencias negativas para la salud a corto y largo plazo) a pesar de consumir cantidades importantes. Lo malo es que es muy difícil saber a priori quién tiene más riesgo de adicción. 

Lo que sí se puede identificar son los signos que advierten de que se está llegando a la adicción o, incluso, se ha rebasado el umbral. Lo primero es ser consciente del mito del control, tal y como indica  Aleix Cortés, psicólogo del Centro Kafka. “Una de las trampas de la adicción es la ilusión de control”, asevera. “Muchas personas creen que pueden consumir solo en ocasiones especiales y luego retomar su vida normal”. Sin embargo, “una vez que el cerebro ha sido modificado por la sustancia, la capacidad de control disminuye”. En esas circunstancias, “intentar volver a un consumo esporádico puede llevar rápidamente a un círculo vicioso de recaídas y empeoramiento de la adicción”. Es más, incluso “si una persona logra mantenerse sin consumir por largos periodos, situaciones de estrés o presión social pueden reactivar la adicción”.

Cómo funciona la adicción

La adicción tiene un impacto tanto físico como psíquico. En palabras de Cortés, “funciona como una enfermedad crónica que afecta no solo al cuerpo, sino también a la mente y el comportamiento”. Implica cambios a nivel neurológico que alteran “la forma en que el cerebro procesa el placer, el control de impulsos y la toma de decisiones”. Estas alteraciones “hacen que la persona pierda progresivamente la capacidad de controlar su consumo, lo que lleva a una búsqueda compulsiva de la droga, aun cuando esta está causando un evidente deterioro en su vida”.

El psicólogo insiste en los efectos devastadores de la adicción, que se diseminan hacia todas las áreas importantes de la vida, desde las relaciones personales y familiares hasta el desempeño en el trabajo o los estudios, la salud física y la estabilidad emocional”. En los casos más graves, “la falta de intervención puede llevar a un deterioro extremo de la calidad de vida, donde la persona experimenta aislamiento social, problemas económicos, rupturas afectivas y un profundo sentimiento de soledad”.

Cómo saber si una persona es adicta

De todo lo anterior se desprende que los principales signos que alertan de que una persona está cayendo en una adicción se manifiestan cuando el consumo de sustancias se vuelve abusivo y empieza a generar pérdidas significativas en su vida. “Estas pérdidas pueden ser en diversas áreas, como el trabajo, las relaciones personales, el rendimiento académico o incluso en su salud física y emocional”.

Cortés insta a prestar especial atención al punto de no retorno en el que “el consumo deja de ser controlado, esporádico y en dosis moderadas, y comienza a interferir de manera negativa en aspectos clave como la familia, la pareja, los estudios, la autoestima o los objetivos vitales a corto, medio y largo plazo”. En estos casos,”se transforma en un problema que va más allá de la simple evasión momentánea de dificultades cotidianas”.

Consumo de drogas

El psicólogo del Centro Kafka admite que todos buscamos en algún momento evadirnos de la realidad, pero advierte que la fase crítica “llega cuando esa evasión se vuelve constante y prolongada, y la persona pierde la conciencia del impacto que está teniendo su comportamiento”. En ese contexto, el consumo de sustancias “se convierte en una estrategia disfuncional para enfrentar la realidad, y es allí donde deben activarse todas las alarmas, ya que el riesgo de una dependencia o adicción es inminente”.

La contribución de los familiares y amigos de la persona con una posible adicción es crucial por la propia naturaleza de este comportamiento, que lleva a los afectados a una huida hacia adelante haciendo caso omiso a su problema. “Es fundamental observar si la persona es capaz de reconocer el problema o si tiende a justificar o minimizar su consumo, ya que la negación es uno de los principales obstáculos para buscar ayuda”, subraya Cortés.

Signos de alarma

Desde el Plan Nacional sobre Drogas, dependiente del Ministerio de Sanidad, ofrecen como referencia para averiguar si una persona es adicta los siguientes signos de alarma:

  • Cambio brusco en el cuidado y aseo personal.
     
  • Trastornos del sueño con insomnio y/o pesadillas y temblores.
     
  • Pérdida de peso o apetito excesivo.
     
  • Disminución del rendimiento escolar o abandono de los estudios.
     
  • Aislamiento físico, tendencia a aislarse en su habitación.
     
  • Disminución de la comunicación verbal y afectiva.
     
  • Empobrecimiento del vocabulario.
     
  • Abandono de aficiones e intereses.
     
  • Cambios bruscos de humor.
     
  • Pérdida de responsabilidad.

Claves para controlar la adicción

Para una persona adicta, la recuperación implica más que simplemente «dejar de consumir». La deshabituación tras un consumo excesivo de alcohol o drogas “es un proceso que debe abordarse con profesionalidad, paciencia y apoyo continuado”. Requiere un tratamiento multidisciplinar para “reaprender a vivir sin depender de sustancias, con un enfoque integral que garantice tanto la recuperación física como emocional”, resume el psicólogo.

Fuente: cuidateplus