La aversión a volver a la oficina es una fobia
Es normal que, tras las vacaciones, no se tenga ganas de volver al trabajo. El problema es cuando esto se convierte en una fobia, un trastorno muy serio que precisa de apoyo psicológico.
No es miedo, es aversión. No es pereza, es fobia. No es a la vuelta de las vacaciones, es en cualquier momento. Conviene dejar claras las diferencias antes de presentar a la ergofobia, un trastorno psicológico que sufren personas para las que ir al trabajo se convierte en una pesadilla.
Isabel Aranda, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, aclara antes que nada la distinción entre miedo y fobia: “Se tiene miedo a cosas concretas y pasajeras, mientras que la fobia es un trastorno que hace percibir de una manera desproporcionada un peligro que no tiene por qué existir”.
La especialista detalla a CuídatePlus que, al igual que el resto de fobias, este trastorno afecta profundamente a la conducta y el bienestar de quien lo sufre. “En definitiva, se le hace difícil la vida”, afirma. En el caso concreto de la ergofobia, se caracteriza por una incapacidad de ir a la oficina. Según Aranda, “a estas personas les entra angustia, ansiedad y pueden empezar a hiperventilar. Su mente entra en una espiral de negación y el cuerpo reacciona”. En este sentido, es frecuente también que se vean paralizadas y lo que empieza por una aversión al trabajo, acaba por no querer incluso salir de casa.
Sobre las causas, la psicóloga destaca que suele tratarse de hechos traumáticos que han tenido lugar en el ámbito laboral. “Un conflicto con el jefe o con los compañeros, por ejemplo”, apunta. Asimismo, puede deberse a un accidente en este entorno o a algún problema con pacientes o clientes. Aranda expone un posible caso: “Una persona que trabaja en una gasolinera y le atracan. El trauma sufrido no lo ha gestionado correctamente, no ha recibido apoyo psicológico y es posible que desarrolle esta fobia”.
A pesar de que a menudo es un trauma el motivo de la ergofobia, no siempre es así. En este sentido, la especialista señala a las personalidades fóbicas, quienes “tienen una forma de ver las cosas e interpretarlas que les lleva a vivirlo todo como un peligro”. Todo ello, continúa, puede ser fruto de la educación, es decir, “educan a la persona en un complejo de peligro, por lo que termina siendo fóbica”.
Tratamiento de la ergofobia
La terapia psicológica resulta imprescindible. “No queda otra que pasar por el psicólogo. Cuanto antes se supere, menos se sufrirá”, subraya Aranda, quien añade que en psicología la fobia está muy estudiada y se procede a una serie de técnicas habituales.
Por otra parte, la experta insiste que la ergofobia no tiene nada que ver con la pereza que da volver a trabajar tras las vacaciones. De acuerdo con ella, “estamos hablando de una cosa muy seria que puede ocurrir en cualquier momento del año”.