Algunos trastornos del sueño se relacionan con patologías oculares. Un experto nos cuenta cuáles son esas afecciones causadas por el insomnio y el síndrome de apnea obstructiva.

Dormir mal
  1. Marta Villalba

El insomnio crónico puede tener efectos negativos en la salud, como un aumento del riesgo de enfermedades relacionadas con el estilo de vida (diabetes tipo 2hipertensión dislipidemia), el debilitamiento del sistema inmunológico o la disminución de la concentración o la atención, entre otros problemas. 

Y también “existen numerosas patologías oculares asociadas a trastornos del sueño con evidencias científicas demostradas, así como otras muchas que se encuentran en estudio”, señala Enrique Santos Bueso, oftalmólogo del Servicio de Oftalmología del Hospital Clínico San Carlos en Madrid y profesor asociado de Oftalmología en la Universidad Complutense de Madrid.

El especialista explica que el insomnio y el síndrome de apnea obstructiva (SAOS) son dos de las alteraciones del sueño que más frecuentemente provocan patologías oculares. ¿Cuáles en concreto?

Síndrome de ojo seco

Santos explica que el síndrome de ojo seco está íntimamente relacionado con las alteraciones del sueño y del descanso nocturno. “Consiste en un déficit de la cantidad o la calidad de la lágrima que genera unos síntomas que pueden llegar a ser muy discapacitantes para los pacientes por el dolor intenso y continuo que genera”. Así, la falta de sueño origina una peor producción de lágrima que a su vez incrementa los síntomas en pacientes con síndrome de ojo seco dificultando el sueño.

Síndrome del párpado laxo

El síndrome del párpado laxo se relaciona con el SAOS. “En estos pacientes puede producirse una laxitud del párpado superior que se evierte al traccionarlo con mucha facilidad generando síntomas por la alteración de la exposición ocular como irritación de la superficie ocular y conjuntivitis”. El oftalmólogo afirma que esta “debilidad” del párpado superior “se genera al alterarse los tejidos del mismo que no tienen la consistencia adecuada para realizar su función”.

Glaucoma

El glaucoma, también relacionado con el SAOS, es una enfermedad que afecta al nervio óptico y produce una restricción del campo visual de forma progresiva e irreversible suponiendo la segunda causa de ceguera más importante del mundo, precisa Santos. En los pacientes con SAOS, “la alteración del flujo sanguíneo y su oxigenación pueden generar glaucoma incluso con presiones intraoculares normales como ocurre en el glaucoma normotensivo o glaucoma de tensión normal”. Y añade que aquellos pacientes con glaucoma diagnosticado pueden progresar y empeorar si además desarrollan un SAOS. “En condiciones normales durante el sueño se producen alteraciones fisiológicas de la presión intraocular, concretamente incremento de la misma”.

Neuropatía óptica

También relacionada con el SAOS, el oftalmólogo precisa que la neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica es una patología neurooftalmológica que consiste en “un infarto en el nervio óptico (estructura de dos milímetros cuadrados que conduce toda la información de la retina al cerebro) produciendo una pérdida brusca de visión que es indolora e irreversible”. En el SAOS pue de producirse este infarto ocular debido a la “alteración del flujo vascular durante el sueño que afecta a esta estructura tan pequeña, sensible y vascularizada y que puede afectar al otro ojo si no se trata este SAOS”.

Otras patologías oftalmológicas 

Padecer trastornos del sueño también se relaciona con la corio-retinopatía central serosa, la degeneración macular asociada a la edad o la retinopatía diabética, según especifica Santos, para quien es importante que se consulte a los médicos de familia, “con gran formación en nuestro medio, para orientar el estudio de estos pacientes y su derivación a las respectivas unidades de sueño dependientes de los servicios de neurofisiología y a los servicios de oftalmología”.

Asimismo, recalca que el tratamiento multidisciplinar de estos pacientes es fundamental para el abordaje adecuado: por un lado, se debe conseguir la regulación del sueño (mediante pautas de higiene del sueño, farmacoterapia o dispositivos de CPAP para el SAOS). Por otro, tratar de forma correcta las repercusiones oftalmológicas derivadas del trastorno (lágrimas artificiales, fármacos en colirios, cirugía de párpados…).