No tomar antibióticos para el resfrío o la gripe
El uso de antibióticos se asocia erróneamente con el tratamiento de la gripe o de otras infecciones víricas. La toma indiscriminada de estos fármacos conlleva a riesgos individuales y colectivos. La resistencia bacteriana supone una de las grandes amenazas para la salud mundial.
El mensaje debe ser claro y contundente desde el principio: los antibióticos y la gripe no van de la mano. Y no solo porque los primeros no curan lo segundo, sino porque tomarlos puede entrañar graves riesgos para la salud. “Los antibióticos están indicados cuando hay sospecha de infección bacteriana, que es una minoría de pacientes. También para aquellos con afecciones pulmonares graves, como la EPOC”, aclara David Martín, médico de familia y miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Así pues, los antibióticos son sustancias químicas que inhiben la reproducción de las bacterias exclusivamente. Según Vicente Baos, médico de familia, estos fármacos “no van a afectar ni a los virus, ni a los hongos, ni a los parásitos”. En el caso de los virus, continúa, “siempre que haya un tratamiento adecuado, lo llamaremos antiviral. Cuando sea un hongo el que produce una infección, cutánea o generalizada, se tratará de un tratamiento antifúngico antiparasitario”.
Baos agrega que otro mito bastante extendido es creer que una infección por un virus puede evolucionar y complicarse con una bacteria. El “ya sé que tengo una gripe, pero me ha bajado al pecho y eso a lo mejor es una bacteria”. “De ahí viene que durante muchos años y de forma indiscriminada se hayan usado antibióticos en el curso de este tipo de infecciones. Sin embargo, para saber si eso ocurre, hay métodos hoy en día suficientes, tanto en la forma en la que evoluciona la enfermedad como en algún otro signo clínico o biológico”, detalla el experto, quien recalca que la inmensa mayoría de la población tiene gripes y catarros no complicados, es decir, “que en ningún caso se va a necesitar ni al principio ni al final un antibiótico”.
Entonces, ¿cómo deben tratarse las infecciones víricas? “Con tratamientos sintomáticos (es decir, que alivien los síntomas). Si hay fiebre o malestar se puede tratar con antitérmicos como ibuprofeno, paracetamol o metamizol”, responde Martín. Hay que insistir en recordar que estos medicamentos no curan, sino que están indicados solo para el alivio de la sintomatología.
Riesgos del uso indiscriminado de antibióticos
El uso indiscriminado de antibióticos conlleva riesgos individuales y colectivos. Acerca de los primeros, Baos destaca que aparecen en un porcentaje bastante significativo de los pacientes: “Un antibiótico no solo afecta a la bacteria patológica, pues realmente hay muchas otras bacterias que viven en nuestro cuerpo y que son positivas para nosotros”, explica. Sin embargo, continúa, las bacterias «buenas» también pueden resultar afectadas por la toma de antibióticos. Por ejemplo, “son bien conocidos los efectos digestivos, como la diarrea secundaria de antibióticos”.
Además, pueden aparecer hongos. “Es muy típico que aparezca una candidiasis tras haber tomado estos fármacos. Esto es, precisamente, porque ese antibiótico ha roto el equilibrio natural que podía haber entre bacterias, hongos y demás”.
En cuanto a los riesgos colectivos, “el uso mantenido de antibióticos en una sociedad de forma más que la necesaria está generando un problema grave de resistencia, es decir, las bacterias se defienden de los antibióticos que han ido saliendo a lo largo de la historia de la humanidad. Muchas de ellas ya saben cómo evitar que ese antibiótico las mate. Esto es lo que se conoce como resistencia bacteriana”, advierte Baos.
La resistencia bacteriana en España
España se encuentra entre los países que más han reducido el uso de antibióticos, con una caída del 6,7%, frente a un 2,5% en el conjunto de la Unión Europea entre los años 2019 y 2022, si bien se sitúa como el séptimo con un mayor consumo de estos medicamentos. Son cifras que se desprenden del informe “Panorama de las resistencias microbianas y nuevos antibióticos”, elaborado por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
Entre las estrategias para evitar el problema de las resistencias antimicrobianas, desde el Consejo informan que hay que destacar la importancia de la vacunación y de enfoques farmacoterapéuticos innovadores, como por ejemplo, la fagoterapia, un enfoque terapéutico que emplea bacteriófagos, que son virus que infectan y destruyen bacterias, con el objetivo de tratar infecciones bacterianas.
En cuanto a las vacunas, el informe resalta que son otro elemento fundamental en la lucha contra las enfermedades infecciosas, yendo mucho más allá de su función primaria de prevención individual, ya que también contribuyen a la inmunidad colectiva, reduciendo la transmisión de patógenos dentro de la comunidad.