Los dos factores clave para prevenir la esquizofrenia

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 Se suele pensar que la esquizofrenia no se puede prevenir, pero hay evidencias de que no es así. Aunque la genética juega un papel crucial y no se puede modificar, también hay factores psicológicos y sociales que tienen un gran impacto en el desarrollo de este trastorno y sobre los que se puede actuar.

Chico que está sufriendo acoso escolar
  1. María Sánchez-Monge

La esquizofrenia es una enfermedad mental compleja y crónica que afecta a casi el 1% de la población. La visión derrotista de este trastorno no es cierta, al menos no en todos los casos. Existe un margen mucho más amplio de lo que se pensaba para la prevención e, incluso, está demostrado que, cuando ya se ha desarrollado, actuar cuanto antes mejora de manera muy significativa el pronóstico no solo en lo que se refiere a los síntomas psicóticos, sino también en cuanto a aspectos sociales fundamentales como la integración laboral.

Las manifestaciones de la esquizofrenia se suelen dividir en dos grupos: síntomas positivos y síntomas negativos. Los primeros son los denominados psicóticos, es decir, que suponen una distorsión de la realidad, y pueden ser de tres tipos: delirios (creencias falsas, como sentirse perseguido), alucinaciones (oír voces o ver imágenes sin que exista un estímulo real) y desorganización de la conducta. Los síntomas negativos aluden a la pérdida de capacidades o características previamente adquiridas: falta de motivación, imposibilidad para sentir o experimentar emociones, dificultades para disfrutar de las cosas, disminución de la expresión verbal…

Se calcula que en España hay en torno a 400.000 personas con esquizofrenia, buena parte de las cuales tienen familiares cercanos que también la sufren. Sin embargo, a pesar de que tiene un claro componente genético, no se considera una patología genética en sentido estricto porque no depende de la mutación de un único gen. Además, en su desarrollo influyen también otros factores que sí son modificables. 

Factores que aumentan el riesgo de esquizofrenia

El principal factor de riesgo de la esquizofrenia está escrito en los genes. Así lo reconoce Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, en declaraciones a CuídatePlus: “Es una enfermedad muy heredable, ya que la genética explica hasta un 60-70% de todos los casos”.

El restante 30-40% de los casos responden a otros factores que no son de tipo biológico, sino psicológicos y sociales (ambientales), lo que implica que sí es posible actuar en mayor o menor grado sobre ellos con el fin de reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad. Entre ellos se encuentran, entre otros, las complicaciones durante el parto, ciertas infecciones, el consumo de sustancias o medicamentos durante el embarazo o factores traumáticos en la edad adulta temprana. Todos estos elementos contribuyen al desarrollo de esquizofrenia de una forma bastante más moderada que los dos factores clave.

Dos factores de riesgo fundamentales (y modificables)

Arango responde de forma rotunda a la pregunta sobre si es posible prevenir la esquizofrenia: “Sí, se puede prevenir porque conocemos factores de riesgo y factores preventivos”. De hecho, su grupo de investigación ha publicado un atlas de factores de riesgo modificables para distintas enfermedades mentales, entre ellas la esquizofrenia, gracias al cual han podido apreciar que hay dos factores de riesgo modificables fundamentales: 

  1. Uno es el trauma infantil, que explica hasta un 30% de los casos. “Eso significa que si -hipotéticamente- erradicáramos todo tipo de violencia sexual y física, negligencia y acoso escolar, tendríamos un 30% menos casos de esquizofrenia”, expone el psiquiatra.
     
  2. El otro es el cannabis, que explica hasta un 10% de los casos. “Si nadie consumiera cannabis, tendríamos un 10% menos de casos”. De ser así, “en España habría unas 40.000 personas menos con esquizofrenia”.
Porros

Prevención primaria de la esquizofrenia

El margen de prevención de la esquizofrenia se está aprovechando en distintos ámbitos. Por ejemplo, las medidas para combatir el acoso escolar que se están poniendo en marcha en los colegios constituyen una forma de prevención primaria. El acoso es uno de los traumas de la infancia íntimamente relacionados con el mayor riesgo de enfermedades mentales graves.

Asimismo, en algunos hospitales, como el Gregorio Marañón, se desarrollan programas para prevenir el primer episodio psicótico, actuando cuando aparecen signos y síntomas tempranos. “Llevamos a cabo intervenciones como la reducción del estrés, psicoeducación y en algunos casos, si es necesario, medicación”, apunta Arango. 

Otra modalidad es la prevención primaria selectiva, dirigida a aquellos niños que nacen con alteraciones genéticas que se sabe que aumentan el riesgo de esquizofrenia. Entre otras medidas, se les alerta del especial riesgo que supone para ellos el consumo de cannabis. 

También hay programas destinados a los hijos de personas con esquizofrenia, “que tienen 10 veces más probabilidades de tener esta enfermedad que la población general”. Se trabaja con ellos “todo lo que se refiere a la reducción de los factores de riesgo y el desarrollo de los factores protectores”.

Detección precoz y prevención secundaria

Una vez que se ha producido el primer episodio psicótico, ya no se puede hablar de prevención primaria, sino de secundaria. El psiquiatra resalta la importancia de la detección precoz con el fin de actuar cuanto antes porque es posible evitar que se produzca un segundo episodio y, de esta manera, mejorar de forma radical el pronóstico de la enfermedad.

El primer episodio psicótico, según el especialista, “no es más que la eclosión que nos hace visible algo que ya estaba ahí de base”. De hecho, añade, “muchos casos van a ser en niños y adolescentes que desde su primera infancia ya tienen problemas motores, de hipotonía (disminución del tono muscular), de control de esfínteres, de relaciones sociales en la guardería, menor rendimiento cognitivo, etc.”. Llega un momento en el que “hay un factor precipitante, que puede ser el consumo de cannabis, el estrés o algo desconocido, y que hace que eclosione el primer episodio psicótico”. 

La edad de inicio de ese primer episodio varía entre hombres y mujeres. La edad media en los chicos está entre los 16 y los 22 años y aproximadamente 4 años más tarde para ellas. Los síntomas más habituales en el comienzo suelen ser los delirios y las alucinaciones, que son fundamentalmente auditivas.

“Cuanto antes intervengamos en alguien que ya tiene la enfermedad, mejor va a ser su pronóstico y su funcionamiento ulterior”, resalta el psiquiatra. En este sentido, “uno de los factores que mejor predice el pronóstico y es un factor de muy buena evolución es que la duración de la psicosis no tratada sea lo menor posible”. Para ello existen también, aunque con una implantación desigual tanto en España como en otros países, unidades hospitalarias de tratamiento de las psicosis tempranas.

Impacto del tratamiento en el pronóstico de la esquizofrenia

El equipo de psiquiatría que dirige Arango ha constatado la gran importancia de tratar de forma eficaz y cuanto antes la esquizofrenia. Al ser un trastorno complejo, no se puede abordar con un único tratamiento. “La evidencia nos demuestra que la piedra angular del tratamiento son los fármacos antipsicóticos, pero no es suficiente y tiene que ir acompañada de un tratamiento psicoterapéutico que permita a la persona integrar todas esas vivencias psicóticas y es incluso mejor cuando ese tratamiento psicoterapéutico engloba también a la familia”. 

En el Hospital Gregorio Marañón se han tratado 600 casos de primeros episodios psicóticos de inicio temprano, que se han seguido durante un periodo de hasta 20 años. “Lo que vemos es que aproximadamente un 15% de los casos que cumplen los criterios diagnósticos de esquizofrenia tienen un episodio único y una recuperación completa”. Eso significa “que vuelven a su nivel de funcionamiento anterior al primer episodio psicótico”. El restante 85% tienen un segundo episodio y la patología se cronifica. Ahora bien, “la heterogeneidad en el curso y en el pronóstico de la enfermedad es enorme”, precisa Arango. Hay personas que “entre episodios psicóticos tienen un funcionamiento estupendo y son ingenieros o son médicos”, apunta a modo de ejemplo. Pero es importante recalcar que hay “un subgrupo de personas que no tienen una recuperación completa”.

Es igualmente relevante puntualizar que el pronóstico no depende solo de la gravedad de la patología desde el punto de vista biológico, sino que el entorno también ejerce una influencia decisiva. De ahí las aparentes paradojas que surgen cuando se compara la evolución de los pacientes en distintos países. “El pronóstico de la esquizofrenia es mejor en la India que en Estados Unidos, a pesar de la diferencia del PIB”, revela Arango. ¿Por qué? “Porque en la India hay un acogimiento y comprensión familiar y hay redes sociales que impiden que estos pacientes acaben siendo personas sin hogar como sucede en Nueva York o San Francisco”. Otro ejemplo: el 10% de las personas con esquizofrenia trabajan en España, frente al 40-50% en Suecia. “La enfermedad es la misma, pero el acceso a algo tan importante para la persona y para la sociedad como es el trabajo supervisado de personas que tienen algún tipo de discapacidad no es igual”.