¿Qué es la hiporexia y cómo controlarla?
Las personas más grandes suelen tener menos apetito. Esto puede deberse a sus circunstancias sociales, a que ya no disfrutan la comida o cocinar como lo hacían antes, o puede deberse a enfermedades crónicas, y al hecho que se encuentran polimedicados, un factor que disminuye potencialmente las ganas de comer.
Por Redacción Docsalud –
«Con la edad se va perdiendo la capacidad para distinguir sabores y se va perdiendo el entorno social, entonces mucha gente grande tiene que comer sola. Fisiológicamente no disminuye la sensación de hambre, pero las comidas se disfrutan menos” señala Naiara Fernández, médica especialista en Geriatría. El acto de comer es algo que disfrutamos y nos da placer a lo largo de nuestra vida. Con la edad, y condicionado por muchas otras cosas, ese goce se modifica, y se reduce únicamente la ingesta, no necesariamente porque tengamos menos hambre, sino porque la forma de comer es distinta.
Por otro lado, la experta habla de un fenómeno llamado “hiporexia” o “anorexia asociada al envejecimiento”, un aspecto que también influiría en esa falta de apetito en las personas de edades más avanzadas. «La hiporexia está relacionada con las enfermedades crónicas. Con la toma de medicaciones puede haber una hiporexia o anorexia asociada al envejecimiento, condicionada porque no estás bien. Esa anorexia asociada a la enfermedad crónica o a la dependencia funcional al final va a facilitar el que se pierda peso y esto en la geriatría intentamos evitar porque tiene relación con una pérdida en la calidad de vida», añade.
A su vez, la geriatra señala que sucede algo similar con la sed, y en las edades más avanzadas se reducen las ganas de beber en este colectivo. «A nivel de regulación cerebral no hay esa sensación de sed, de forma que si no prestas atención a beber líquidos tu organismo no te va a pedir esa ingesta. Y, de alguna manera, condiciona que haya un mayor riesgo de deshidratación. Esa disminución de sensación de sed es fisiológica y va en contra de nuestra salud»
Hay un mito muy popular que dice que las personas de edades más avanzadas deben comer menos, porque se mueven menos y tienen menos actividad que los adultos más jóvenes. Frente a eso, la especialista afirma que no es que deban comer menos porque se mueven menos. «Es verdad que la ingesta de nutrientes debe estar relacionada con la actividad, y es verdad que las personas mayores que se mueven menos tienen menos requerimientos de energía. Pero también es verdad que disminuye con la edad la síntesis de proteínas fisiológicamente», advierte. Con la edad, la capacidad de generar proteínas a través de nutrientes o desde nuestro propio organismo se reduce, de forma que si no hacemos una ingesta adecuada no seremos capaces de tomar todas las proteínas que necesitamos y, en el fondo, esto nos hará más dependientes. «No es cierto que se necesiten menos nutrientes en las edades más avanzadas por la falta de movimiento o de actividad. El metabolismo basal precisa de 30-35 kilocalorías por peso al día, y luego hay muchas personas mayores que viven muchos años activos, y esto implica que tengan que hacer una ingesta calórica y proteica adecuada a este nivel de actividad. Pero no es verdad que tengan menos requerimientos nutricionales» sostiene la Dra.
Justamente por eso, las personas de edades más avanzadas deben seguir una dieta equilibrada igual que el resto de la población. Una de las cosas que más se recomienda es que la ingesta calórica total sea repartida en varias comidas a lo largo del día. «Sobre todo la estrella tienen que ser las proteínas, que es lo que antes dejan de comer por problemas de masticación. Las proteínas son alimentos más duros y caros, y hay muchas personas mayores que por la pensión que cobran tienen más dificultades de acceder a productos ricos en proteínas», lamenta la doctora Fernández. Considera que las proteínas son muy importantes porque fomentan el músculo, y el músculo es movimiento y autonomía. «Por eso una de las recomendaciones, es añadir proteínas a los platos», reitera esta experta.
La Dra. Fernández también alerta sobre la malnutrición en ancianos. «Al final se unen muchos factores y si una persona mayor tiene recursos económicos limitados no va a poder acceder a algunos productos, y si además es dependiente, entonces no podrá cocinar y procesar alimentos, y se entra en una cascada un poco complicada, aparte de que los fármacos hacen que tengas boca más seca o te cueste más comer. Esto unido a un deterioro cognitivo o a una depresión hace que se llegue a la malnutrición». Además, destaca que el 30% de los ancianos que viven en su domicilio presentan malnutrición, una cifra elevada, teniendo además en cuenta que su instauración conlleva muchos riesgos para la salud: «De la desnutrición pasamos a la sarcopenia o capacidad limitada del músculo para hacer actividad; después a la dependencia, y empezamos a tener caídas y fracturas; todo ello una cascada un poco negativa. Entonces, si no se diagnostica a tiempo la malnutrición y se trata puede conllevar problemas muy graves en el futuro».
Por último, la Dra. enumera algunos consejos para seguir con el apetito de los adultos mayores.
1. Controlar el peso: es recomendable hacer un seguimiento del peso y así poder detectar pérdidas de peso. Las pérdidas de peso superiores al 5% en un mes nos debe poner en alerta y es algo a consultar con el médico
2. Fraccionar las comidas: se deben alimentar de forma fraccionada. Es importante armar y seguir la rutina, hay que establecer una rutina por si toma muchos medicamentos o presenta una enfermedad crónica.
3. Armar una dieta con muchas proteínas, enriquecer los platos y comer postres con huevo y leche.
4. Cuidar la ingesta de agua y controlar la hidratación.
5. Evitar las grasas en lo posible, para mantener una alimentación sana y equilibrada.
6. Disminuir los excitantes como el café o el té. En el caso del alcohol, que esté lo más limitado posible.
Fuente: Docsalud.com