Alimentación saludable sin prohibiciones
Por María Agustina Murcho, Lic. en Nutrición (M.N. 7888 / M.P. 3196)
Existe la creencia de que la nutrición se basa nada más en cómo comer y en comer «lo más saludable posible». Cuando uno va a la nutricionista, a veces va pensando en que tiene que despedirse de la comida porque ya no va a poder disfrutar de ciertos alimentos. Luego, al volver del nutricionista, la pregunta de la gente es: «¿qué dieta te dio?», «¿vos podés comer eso?», «¿la nutricionista te deja?» Se suele creer que la nutrición tiene que ver solamente con descenso de peso y número en la balanza. También se cree que comer un pedazo de pizza es lo peor que podés hacer, porque «no es nutritivo».
Pero, ¿de dónde viene esta creencia de la «nutrición saludable» como sinónimo de pérdida de peso? Asistimos a un momento en el que los medios de comunicación y las redes sociales reproducen un discurso relacionado a «lo saludable, lo natural, lo sano» que la mayoría de las veces resulta errado. Vemos influencers y creadores de contenido que recomiendan productos para perder peso en poco tiempo, productos que parecen mágicos pero que no son ni más ni menos que una estafa y un riesgo para la salud.
Lo que no se sabe o no se tiene en cuenta, es que no cualquiera que recomiende un producto basado en su experiencia puede estar seguro de que no va a ser dañino para la salud de otros. Con el poder de llegada que nos dan las redes, el consumidor también debe profesionalizarse y estar atento a lo que decide consumir, pero para eso hay que partir de un punto esencial: la nutrición es UN TODO, que tiene que ser visto de esa manera. Y en este sentido, no existe un ser humano bien nutrido si la salud mental no lo permite. Sobre este aspecto influyen los mensajes de los medios y de las redes; cada vez es más común ver dietas que se ponen de moda, notas con titulares extravagantes que hablan sobre cambios corporales en personas famosas y «consejos para una nutrición saludable» que se basan en prohibiciones y dietas anti-placer.
Pero pensemos por un momento, ¿de qué me sirve comer 100% saludable si me privo de salidas con amigos, de comer ese postre que tanto me gusta, o si eso me lleva a obsesionarme? Hablemos en su lugar de qué significa la presión social por tener una vida y una alimentación saludable: la restricción siempre deviene en culpa, en sentirse mal con el cuerpo y con uno mismo. Porque en realidad una correcta nutrición también es placer.
Los alimentos no sólo son nutrientes sino que también hay recuerdos en ellos, compañía, amor. Así como también hay alimentos que nos traen malos recuerdos. Y en ellos se ponen en juego aspectos sumamente personales: hoy en día, las redes son un espejo pero también un lugar en donde unos ven y desean tener tal cuerpo, mientras los otros que son admirados y deseados también sufren.
Cada uno tiene su historia de vida y eso hace que nosotros percibamos nuestro cuerpo de manera diferente. Lo que ve uno, no es lo que ve el otro. Por eso, si me preguntan ¿cómo debería ser una correcta nutrición?, pienso en los aspectos que mejor se ajusten a cada persona en particular.
La nutrición es comer balanceado, con un predominio de alimentos saludables, y también permitiéndonos lo que nos genera más placer, permitiéndonos compartir comidas con nuestros cercanos y disfrutar. Si nos privamos de todo esto, nuestra salud mental se verá perjudicada y esto hará que disminuya la calidad de vida.
Entonces, ante los discursos que plantean exigencias respecto al cuerpo, que proponen maltratarlo con pastillas, ejercicio en exceso y dietas restrictivas; debemos entender que el camino no es por ahí, el verdadero camino es pedir ayuda y trabajar todo lo qué hay detrás.
Fuente: Télam