Bruxismo
Qué es
El bruxismo es un hábito o una parafunción en el que se aprietan los dientes y se contraen los músculos de forma involuntaria, la mayoría de las veces durante el sueño, aunque también puede realizarse durante el día.
Las personas con bruxismo aprietan fuertemente los dientes superiores con los inferiores y también pueden moverlos de atrás hacia delante y viceversa. La mayoría de las veces este movimiento se realiza de forma inconsciente produciendo el desgaste de las piezas. Su principal desencadenante se sitúa en el plano psicológico, pero las repercusiones se extienden al plano de la odontología.
Este acto de apretar de dientes o de rechinarlos puede generar, según explica Eduardo Sánchez-Jáuregi, médico adjunto del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid, una serie de problemas “tanto en el diente, que se puede desgastar, como en los músculos que mueven la mandíbula, y en la articulación temporomandibular (ATM). Esa articulación sometida al estrés de una oclusión forzada y de un apretar continuado puede alterarse”.
Causas
No se conocen las causas del bruxismo con certeza. Una de las teorías sobre la razón por la que aparece, según Sánchez-Jáuregui, es que se trata de un hábito que se realiza de forma inconsciente para liberar el estrés durante la noche.
Este estrés puede estar asociado a cualquier situación y el perfil de la persona con bruxismo no tiene por qué relacionarse con el de una persona muy estresada o muy nerviosa. En cualquier caso, el bruxista “no aprieta con la misma intensidad o el mismo tiempo todos los días”.
Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas, añade que el estrés provoca que haya puntos de fuga o de válvulas de escape, lo que hace que al dormir se aprieten o rechinen los dientes.
Eso sí, la persona bruxista no deja de serlo a lo largo de su vida y el tratamiento va encaminado a reducir o eliminar al máximo los problemas derivados del bruxismo crónico. Se trata de “quitar fuerza al músculo para que los efectos que se derivan de apretar sean menores”.
Se estima que, además del estrés existen otros factores que pueden contribuir a la aparición del bruxismo:
- El tipo de alimentación.
- Los hábitos del sueño.
- La postura.
- La alineación de los dientes, especialmente si ésta es inadecuada.
- La incapacidad para relajarse.
Síntomas
Uno de los principales problemas del bruxismo es que los dientes pueden ejercer una presión excesiva en los músculos, los tejidos y las estructuras que rodean la mandíbula. De hecho, si se prolonga en el tiempo puede causar problemas en la articulación temporomandibular.
No obstante, muchas veces la persona no es consciente de que aprieta los dientes. «No todas las personas bruxistas rechinan -se deslizan los dientes de la arcada superior sobre los de la inferior- los dientes sino que muchos solo aprietan», añade Sánchez-Jáuregui. Pero si el bruxista rechina, este ruido puede ser detectado por la persona que duerme con ella porque oye el rechinar de los dientes.
El bruxismo puede producir al despertar dolor, tensión o signos de una contractura sobre los músculos, pequeños pero muy potentes, que cierran la mandíbula: maseteros, temporales y pterigoideos. También se pude presentar limitación para abrir la boca a primera hora del día “porque el paciente tiene que vencer la rigidez de un músculo que ha estado contraído durante la noche”, explica Sánchez-Jáuregui.
Además, puede aparecer dolor de cabeza por la contractura de los músculos temporales o dolor facial por la contractura de los maseteros.
En casos muy extremos, los dientes se van acortando debido a la acción del bruxismo, por eso cuando se realiza la exploración del paciente hay otros signos que pueden reforzar la sospecha diagnóstica, como el desgaste de las piezas dentales, especialmente en los incisivos y en los caninos. “las cúspides de los caninos se van limando y aplanando en los pacientes muy bruxistas”.
Además se pueden observar cambios en la morfología de la cara, con sobremordida, ángulos mandibulares muy marcados, cara corta (braquifacial) y musculatura fácil muy hipertrofiada (desarrollada).
Junto al bruxismo también pueden aparecer los siguientes síntomas:
- Ansiedad.
- Estrés.
- Depresión.
- Dolor de oído.
- Sensibilidad muscular.
- Sensibilidad a las cosas calientes, frías y dulces.
- Trastornos alimentarios.
- Dolor y/o inflamación de la mandíbula.
- Insomnio.
Prevención
En personas propensas a tener bruxismo la reducción del estrés y la ansiedad con ejercicio o con técnicas de relajación pueden disminuir esta afección. Sin embargo, no existen otras medidas que ayuden a prevenir la aparición del bruxismo.
Tipos
El bruxismo no se limita sólo al descanso nocturno, sino que hay personas que también aprietan los dientes al trabajar o al hacer ejercicio físico, explica Castro. Por eso muchas veces se les recomienda que el tiempo que están despiertos procuren relajar la boca y no apretar los dientes.
El acto de apretar también se puede producir en personas mayores que se quitan las prótesis para dormir. “Hay una contracción crónica del músculo aunque no haya contacto con los dientes”, añade Sánchez-Jáuregui.
Es frecuente que en los bruxistas a largo plazo aparezca un síndrome de dolor miofascial, que produce dolor en las zonas donde se insertan los músculos que cierran la mandíbula -maseteros, temporales y pterigoideos- al estar hiperactivados de forma crónica. El dolor y las molestias musculares se resuelven con el tratamiento, pero no consiguen que la persona deje de apretar o rechinar los dientes.
Los protectores dentales suelen utilizarse para evitar el bruxismo mientras el paciente duerme.
Diagnóstico
En muchos pacientes el bruxismo no presenta síntomas, por lo que algunos desconocen que tienen esta enfermedad.
Muchas personas no acuden al médico por esta causa, que suele ser detectada por los dentistas durante una revisión dental rutinaria o cuando el paciente acude a la consulta ante un dolor repetitivo en la cara y en el cuello.. El bruxismo puede ser tratado tanto por el cirujano maxilofacial como por el dentista. En cualquier caso, el tratamiento debe realizarse de forma multidisciplinar con la colaboración de fisioterapeutas, cirujano maxilofacial, dentistas y logopedas.
Según Sánchez-Jáuregui, cuando la persona es derivada desde el dentista o el médico de familia se valora si el problema generado por el bruxismo es articular o muscular. “El paciente bruxista suele tener un componente muscular muy marcado aunque a la larga puede desarrollar alteraciones articulares”.
Además de preguntar al paciente si siente dolor en los músculos de la cara y del cuello al levantarse o presión en la boca, ayuda en el diagnóstico observar el desgaste de los dientes, especialmente en colmillos e incisivos. En la palpación de la zona se puede detectar si los músculos se encuentran hipertróficos, es decir que estén muy desarrollados y se puede observar dolor o zonas contracturadas.
Pero, además, según explica Sánchez-Jáuregui, con la ayuda de una radiografía también se puede observar la morfología de la mandíbula. “La mandíbula como cualquier hueso va desarrollando su forma y depende de los músculos que se anclan en ella. Si los músculos son potentes el hueso se desarrolla más en esa zona donde se inserta el músculo. Algunos pacientes bruxistas muestran en la radiografía que el ángulo de la mandíbula se desarrolla más y que el cóndilo, la parte alta de la mandíbula, donde se articula, es muy redondo y voluminoso, lo que indica que la persona ejerce mucha fuerza con esos músculos y puede ser bruxista”.
Tratamientos
Las terapias que se aplican para tratar el bruxismo están orientadas a la reducción del dolor, la prevención del desgaste de las piezas dentales y los daños permanentes en la mandíbula y la disminución del rechinamiento de los dientes.
El tratamiento se sustenta en tres pilares:
- Medidas generales: Aunque el bruxismo no se soluciona, sí se pueden adoptar ciertos hábitos para mejorarlo:
- Realizar una dieta blanda, que no obligue a masticar y a activar el músculo. Por eso se aconseja evitar comer chicle, frutos secos, alimentos crudos, carnes o alimentos que obliguen a masticar mucho.
- Aplicar calor local en la zona de los músculos maseteros y temporales para relajar las fibras musculares una hora antes de acostarse.
- Medidas de higiene del sueño: dormir todos los días las mismas horas, acostarse a la misma hora, evitar sustancias estimulantes antes de dormir.
- Ejercicio físico, que ayuda a relajarse y a que el sueño sea más reparador. Entre la actividad que se puede realizar conviene también incorporar yoga o pilates para ayudar a la persona a relajarse.
- Férula de descarga o miorrelajante: Se trata de un dispositivo rígido de acrílico que se coloca en la arcada superior. “La férula está diseñada para que cuando la persona apriete los dientes la mandíbula se adelante un poco, descienda a nivel posterior y se coloque en una posición de descarga o de relajación muscular. De esta forma la articulación y el músculo se descomprimen”. No obstante, Sánchez-Jáuregui añade que no es eficaz al cien por cien en todos los pacientes pero sí funciona bien en el 80% de los bruxistas. La férula la realizan los protésicos dentales a medida con las medidas indivualizadas que toman los dentistas, quienes ajustan la férula para que beneficie a la persona, y revisan cada cierto tiempo que sigue siendo útil, añade Castro. Estas férulas pueden utilizarse, si es necesario, también durante el día.
- Fisioterapia. La contractura que produce el bruxismo en los músculos maseteros, temporales y pterigoideos puede ser tratada por un fisioterapeuta al igual que se tratan las contracturas en otros músculos.
Si estas medidas no son suficientes se puede optar por añadir, sin dejar de seguir las medidas generales, la fisioterapia y la utilización de la férula, el uso de la infiltración en el músculo de toxina botulínica (botox) para restar fuerza al músculo. Este abordaje tiene buenos resultados al “inhibir la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor que manda el nervio al músculo para que se contraiga, de la placa motora”. Sus efectos desaparecen a los 4 ó 6 meses, pero durante ese tiempo la persona con bruxismo se encuentra mejor», concluye Sánchez-Jáuregui. En concreto, primero se localizan los puntos de contracción o de tensión para inyectar la toxina. Se trata de un proceso sencillo, prácticamente inocuo y sin efectos secundarios.
Otros datos
Riesgos
Aunque el bruxismo no es un problema grave puede llegar a causar lesiones dentales permanentes y dolores en la mandíbula a largo plazo.
Fuente: cuidateplus.com.ar