Cardiología climática
Un editorial publicado en BMJ Global Health la considera necesaria para abordar el impacto del cambio climático en la salud cardiovascular.
Si no lo hacés por el planeta, hacelo por tu salud. El pedido -casi en tono de súplica- que desde hace décadas vienen haciendo los ambientalistas, cada vez suena también con mayor fuerza entre la comunidad médica, como consecuencia de la mayor conciencia de los estragos que producen en la salud los daños generados al planeta.
En ese contexto y con el marco brindado por el Día Mundial del Medio Ambiente (que se conmemoró el domingo 5 de junio), un comentario editorial publicado en la revista BMJ Global Health impulsa la creación de la cardiología climática.
«El cambio climático y las enfermedades cardiovasculares representan grandes desafíos para la salud mundial en el siglo XXI», dicen los autores, entre los que se encuentra Valentín Fuster, referente de la cardiología a nivel mundial,
En el artículo revisan las principales interacciones la crisis climática clima y la salud y sugieren seis intervenciones específicas «con beneficios tanto para los pacientes como para el planeta».
La contaminación del aire eleva el riesgo cardiovascular. Foto ARCHIVO/ EFE/Yonhap/
Vínculo estrecho
Los autores advierten que como resultado de las actividades humanas, los niveles de gases de efecto invernadero son los más altos en al menos 800 mil años, lo que provoca un aumento de las temperaturas de la superficie global y el cambio climático asociado.
Las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero incluyen la quema de combustibles fósiles, la agricultura, la deforestación y la producción de carne. El sector de la salud también es responsable de casi el 4,5 % de las emisiones, así como de casi el 3% de la contaminación del aire por partículas finas (PM 2,5 ).
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte a nivel mundial. Y el pronóstico es sombrío. Fuster y sus colegas advierten que las consecuencias ambientales y sociales del cambio climático aumentarán en las próximas décadas la prevalencia y la gravedad de los factores de riesgo cardiovascular.
Entre esas consecuencias, mencionan a los fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes (sequías, inundaciones, por ejemplo), contaminación del aire, colapso de los ecosistemas y disminución de la producción mundial de alimentos y la calidad nutricional de los principales cultivos de cereales.
«Todos estos factores tienen efectos directos sobre la salud cardiovascular, así como efectos indirectos a través de otros determinantes sociales de la salud y la capacidad de los sistemas sanitarios para gestionar las amenazas climáticas«, explican los autores.
Y ejemplifican:
-Solo en 2019, las altas temperaturas fueron responsables de unas 93.000 muertes cardiovasculares en todo el mundo.
-Los eventos climáticos extremos están relacionados con el trauma, el estrés y la depresión, todos factores de riesgo para la enfermedad coronaria.
-La desertificación, el aumento del CO2 atmosférico y el calentamiento y la acidificación de los océanos afectan el suministro de alimentos nutritivos: las dietas bajas en productos frescos, cereales integrales y pescados y mariscos son responsables de más de 3 millones de muertes cardiovasculares al año en todo el mundo.
-La hambruna, las inundaciones, las tormentas, la sequía, los incendios forestales, el aumento del nivel del mar y el colapso de los ecosistemas pueden provocar la migración forzada de cientos de millones de personas, a menudo a lugares mal preparados para brindar servicios de salud cardiovascular.
-La contaminación del aire por la quema de combustibles fósiles, las emisiones industriales y los incendios son responsables de casi 1 de cada 5 de muertes cardiovasculares en todo el mundo (3,54 millones).
Seis intervenciones
Pese al dramático diagnóstico, destacan que «hay oportunidades para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero y reducir el número global de enfermedades cardiovasculares».
En ese sentido, proponen una serie de seis intervenciones «de alto rendimiento» que, dicen, «deben priorizarse de acuerdo con las condiciones y el contexto locales».
La reducción del consumo de carne se asocia con beneficios para la salud humana y la del planeta. Foto Shutterstock.
- De dietas ricas en carnes rojas a dietas basadas en plantas
Se requiere una transición de dietas predominantemente basadas en carne a dietas basadas en plantas, facilitada por una reestructuración de los subsidios e impuestos alimentarios, sugieren los autores. La carne roja, que contiene altos niveles de grasas saturadas, es un factor de riesgo establecido para enfermedades cardíacas y fue responsable de 738 mil muertes cardiovasculares en 2019.
- Transición del transporte vehicular al transporte activo
Un cambio al transporte activo, como caminar y andar en bicicleta, no solo ayudaría a promover la actividad física, sino que también reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero. La inactividad física fue responsable de 639 mil muertes cardiovasculares en 2019, precisan los autores.
El uso de energías limpias todavía es escaso. Foto Shutterstock.
- Más espacios verdes
Una expansión de los espacios verdes en las áreas residenciales se asocia con niveles más bajos de estrés, sedentarismo, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, las copas de los árboles brindan superficies más reflectantes, reducen las temperaturas urbanas y pueden disminuir el riesgo cardiovascular relacionado con el calor.
Los espacios verdes también ayudan a mitigar el cambio climático al eliminar el CO2 de la atmósfera y a compensar la deforestación y la desertificación a nivel mundial.
- Transición a la energía limpia
La quema de carbón o biomasa para cocinar o calentar en interiores libera una cantidad considerable de gases de efecto invernadero y fue responsable de más de 1 millón de muertes cardiovasculares en 2019.
Actualmente, las energías renovables representan solo el 24% de la electricidad total generada. Las reducciones en las emisiones de combustibles fósiles necesarias para cumplir con el Acuerdo de París bajarían drásticamente la exposición a la contaminación del aire, evitando más de 20 millones de muertes atribuibles en los próximos 30 años.
Por lo tanto, pasar del carbón, el petróleo y el gas a la energía solar, eólica, geotérmica e hidroeléctrica no solo es la mejor opción para proteger tanto el planeta como la salud cardiovascular.
Transporte activo: reduce el sedentarismo y es no contaminante. Foto Shutterstock.
- Proporcionar estufas limpias
Más de dos mil millones de personas están expuestas a niveles peligrosos de PM 2,5 (partículas muy pequeñas que pueden incluir sustancias químicas orgánicas, polvo, hollín y metales) provenientes de estufas ineficientes que queman carbón o biomasa para cocinar o calentar interiores.
Esta práctica libera una cantidad considerable de gases de efecto invernadero y fue responsable de más de un millón de muertes cardiovasculares en 2019.
Por eso, según los autores, el uso de estufas y cocinas «limpias» es una forma rentable de mejorar la salud cardiovascular global, mientras se reducen las emisiones.
- Sistemas de salud eficientes
En cuanto a los sistemas de salud, pueden reducir su huella de carbono fomentando la telemedicina, la atención ambulatoria local y el autocuidado, y reduciendo el sobretratamiento, la sobreprescripción y las intervenciones innecesarias, dicen Fuster y sus colegas.
Los sistemas de salud también deberían invertir en la planificación de desastres y los sistemas de alerta temprana para prepararse para las oleadas de enfermedades asociadas con el cambio climático, mientras que la educación médica debería incorporar la enseñanza y la investigación sobre salud ambiental y prácticas sostenibles en la atención médica, suman.
«La ventana se está cerrando para prevenir los peores efectos del cambio climático», advierten. Y subrayan que «el sector de la salud debe tomar medidas urgentes para evitar que la crisis climática socave la salud cardiovascular».
Al tiempo que destacan que las seis intervenciones descriptas deben ser tenidas en cuenta para mitigar tanto las emisiones de gases de efecto invernadero como los impactos del cambio climático en la salud.
«Un nuevo campo de la cardiología climática puede estudiar e implementar esas oportunidades para proteger a los pacientes y al planeta», concluyen.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/cardiologia-climatica-impulsan-creacion-6-medidas-evitar-muertes_0_YQXM9HCq7g.html