Cuántos afiliados cambiaron de prepaga, se bajaron de plan o evalúan hacerlo
- Los usan para medir el impacto de las subas de las cuotas en los últimos meses.
- El trabajo suma además la opinión de la gente sobre la calidad del sistema sanitario.
Una encuesta realizada en los últimos días por encargo de una de las prepagas más importantes del país dimensionó el nivel de migración real y potencial de afiliados producto del nuevo escenario de cuotas liberadas y aumentos de precios.
Se trata de información en principio no generada para ser publicada, sino para que las empresas de medicina prepaga utilicen internamente para tomar decisiones. Clarín tuvo acceso al sondeo de carácter reservado bajo la condición de no revelar el nombre de la consultora ni de la empresa que lo motorizó. Pero lo importante son los datos que arroja.
Uno de los puntos destacados de la encuesta es una pregunta clave que le hicieron a los participantes: ¿En el último tiempo ha considerado cambiar de prepaga o modificar su plan debido a los costos? Hasta ahora no existía una medición de este tipo, o al menos una cuya información hubiera llegado a tomar estado público.
La respuesta: el 10 por ciento de los consultados respondió que ya ha cambiado de cobertura producto de la suba de las cuotas. Mientras que el 14 por ciento dijo que estaba considerando hacerlo. De modo que, en la suma de ambos grupos, una de cada cuatro personas acusa un impacto de peso en el bolsillo, producto del nuevo contexto.
En rigor, las consecuencias podrían ser más agudas aún, en la medida que la pregunta en cuestión deja afuera a una parte clave de la población: aquellos que directamente se bajaron de su prepaga sin reemplazarla por otra. Hay un grupo, el 28 por ciento, que responde directamente no tener cobertura médica, pero es imposible -según el formato del relevamiento- saber qué parte de esa gente quedó en tal condición este año y cuántos lo padecían con anterioridad.
Otro aspecto a tener en cuenta -sobre el que la encuesta no se preocupa- es el hecho de que la población a la que más le está costando sostener el pago de la prepaga, los jubilados, padecen el ser rehenes del sistema en un doble aspecto: por un lado se aferran al servicio de salud por una necesidad vital; por otro, la edad es una traba para cambiar de compañía y que otra más económica los acepte.
Como sea, este tipo de información es valiosa para las prepagas cuando precisan encontrar un punto de equilibrio para fijar el valor de la cuota. En un escenario de migración creciente -por lo que ha ocurrido hasta ahora pero también por lo que todavía podría venir- las empresas pueden buscar ser más o menos agresivas con los aumentos a fin de modular las altas y bajas de los afiliados.
En pos de ese objetivo de retención de socios, las prepagas empezaron a habilitar en el último tiempo planes de salud alternativos y más baratos, como los que tienen copagos con una tarifa fija más baja (y que además aumentan menos), o el cobro de cuotas heterogéneas en la extensión del territorio nacional según el lugar de residencia.
Si bien los aumentos de las prepagas vienen siendo mes a mes superiores a la inflación, como quedó en evidencia en una medición hecha entre julio y noviembre publicada por Clarín esta semana, hay un dato importante que extrañamente estaría atentando contra el objetivo del Gobierno de mostrar un IPC cada vez más bajo.El superintendente de Servicios de Salud, Gabriel Oriolo, a cargo de la fiscalización del sistema de salud privado.
Concretamente, según la inflación desglosada de octubre que informó el INDEC el último martes, la suba de las prepagas fue del 7 por ciento en la zona metropolitana de Buenos Aires y de 5,9 por ciento a nivel nacional. No obstante, los registros del Gobierno indican que ese índice fue del 5,06 por ciento. El dato informado por la Ciudad el jueves pasado fue el 5,1 por ciento. No se ha explicado la causa de esta brecha.
Volviendo a la encuesta, cuya muestra representativa incluyó a 2.112 entrevistados en todo el país, otro punto relevante -y revelador- es el relativo consenso que existe en cuanto a la valoración positiva del sistema de salud, aun en una época en la que no suele escucharse otra cosa que el recrudecimiento de la crisis financiera y prestacional del sector.
La mayor parte de la gente (42 por ciento) cree que en Argentina se ofrece una cobertura mayor que en otros lugares de la región, contra el 27 por ciento que cree lo contrario y el 16 por ciento que no advierte diferencias. Además, el 60 por ciento considera que la calidad del sistema de salud -y aquí la referencia es tanto al subsistema privado como al público- es buena o muy buena.
Seguramente allí pueda encontrarse una posible explicación de por qué en las encuestas que periódicamente miden las preocupaciones de la gente, la salud no aparezca entre los primeros lugares. En comparación con otros aspectos de la vida cotidiana, el sistema sanitario -o lo lo que todavía queda de él- parece seguir alcanzando pese a sus déficits crecientes para satisfacer el grado de exigencia de la mayor parte de los argentinos.