Efectos inmediatos al dejar el alcohol
El reto de dejar de beber alcohol durante el mes de enero ha ganado popularidad como forma de mejorar la salud después de los excesos navideños pero ¿qué efectos tiene esto en la salud? Hablamos con un experto que nos cuenta cuáles son los primeros síntomas de dejar el alcohol (todos positivos).
El alcohol perjudica la salud. Es más, a día de hoy se sabe que las bebidas alcohólicas no tienen ningún beneficio para la salud sino todo lo contrario. Por eso, cuando dejamos de consumirlas, los efectos en la salud son notables incluso a las pocas semanas de hacerlo.
Como informa a CuídatePlus José Francisco Tornero Aguilera, docente y miembro del grupo de Investigación en Psicofisiología Aplicada de la Universidad Europea “cuando dejamos de beber alcohol, el cuerpo inicia un proceso de desintoxicación y recuperación que puede ser sorprendentemente rápido en ciertos aspectos”.
Así, el hígado, que es uno de los órganos más afectados por el consumo de alcohol, “comienza a regenerarse y a eliminar el exceso de grasa acumulada, lo que mejora su función y esto también ayuda a normalizar los niveles de glucosa y lípidos en sangre”. Además, “el sistema nervioso central recupera parte de su equilibrio, lo que puede traducirse en una mejora del estado de ánimo, de la concentración y de la calidad del sueño”.
La buena noticia es que no hace falta esperar mucho tiempo para ver los efectos en la salud. Como indica el experto, estudios como el de Elliott et al. (2018) en The Lancet «mostraron que incluso un mes sin alcohol puede tener efectos notables en la salud hepática, la presión arterial y la inflamación general del cuerpo”.
Al mismo tiempo, también se producen cambios psicológicos. “La dependencia química y emocional del alcohol puede generar síntomas temporales como irritabilidad o ansiedad, pero esto es una señal de que el cuerpo está adaptándose a su nuevo estado natural”, aclara Tornero Aguilera. Por otra parte, dejar el alcohol también “mejora el sistema inmunológico, lo que hace que el cuerpo esté mejor preparado para combatir enfermedades”.
Alcohol y pérdida de peso
Hay personas que beben alcohol a diario (una cerveza o una copa de vino) y se preguntan por qué no pierden peso si hacen dieta y ejercicio. ¿Qué relación hay entre el alcohol y el peso? Lo primero que hay que decir es que “el alcohol es una fuente de «calorías vacías,» es decir, que aporta mucha energía (7 calorías por gramo, casi como la grasa) pero sin nutrientes esenciales”, describe el experto. A modo de ejemplo, “si consideramos que una copa de vino tiene unas 120 calorías y una cerveza alrededor de 150, es fácil acumular cientos de calorías extras sin darnos cuenta”. Además, el consumo de alcohol suele ir acompañado de comidas menos saludables, lo que amplifica el efecto”. Por eso, como recuerda Tornero, “dejar de beber alcohol tiene una relación directa con la pérdida de peso”.
Pero no sólo esto, ya que al dejar de beber, “no solo eliminas estas calorías innecesarias, sino que también mejoras el metabolismo”, indica el experto. Un estudio publicado en Obesity (Traversy & Chaput, 2015) mostró que el alcohol “puede alterar la regulación del apetito, haciéndonos comer más, y que eliminarlo contribuye a controlar mejor las porciones”. Además, otro estudio en American Journal of Clinical Nutrition (Yeomans, 2010) “encontró que el alcohol puede inhibir la oxidación de grasas, es decir, dificulta que quememos grasa como fuente de energía”.
Según esto, “cuando dejas el alcohol, no solo consumes menos calorías, sino que tu cuerpo se vuelve más eficiente en quemar grasas. Es como si le quitaras un obstáculo al metabolismo”. Por eso, “muchas personas experimentan una pérdida de peso significativa incluso sin cambiar nada más en su dieta”.
Mejora el descanso
Dejar de beber alcohol también mejora el descanso. Esto es así porque “el alcohol interfiere con la arquitectura del sueño”. Aunque puede ayudar a conciliar el sueño inicialmente, el alcohol “afecta las fases profundas y REM, que son esenciales para la recuperación física y mental. Además, al metabolizarse, el alcohol puede causar despertares nocturnos y fragmentar el sueño”. Como apunta el experto, estudios como el de Ebrahim et al. (2013) en Alcoholism: Clinical and Experimental Research confirman que “eliminar el alcohol mejora la calidad del sueño, aumenta la duración de las fases profundas y reduce los despertares, favoreciendo un descanso más reparador”.
Otros efectos de dejar el alcohol
Al margen del aumento de peso de las personas que beben alcohol y de los problemas con el sueño, la tensión y la salud cardiovascular en general, uno de los efectos más graves del consumo de alcohol es el que se produce en el hígado. “El hígado, al ser el principal órgano encargado de metabolizar el alcohol, sufre daño directo con el consumo, especialmente si es habitual o excesivo”, informa el experto. La buena noticia es que al dejarlo, “se activan procesos de regeneración que mejoran su función y reducen el riesgo de enfermedades hepáticas graves”.
En primer lugar, “se reduce la acumulación de grasa en el hígado, conocida como esteatosis hepática, una condición reversible en las primeras etapas si se abandona el alcohol”. Además, añade, “se disminuye la inflamación hepática, lo que previene el desarrollo de hepatitis alcohólica y fibrosis”.
A largo plazo, indica, “el riesgo de cirrosis y carcinoma hepatocelular también se reduce significativamente”. Un estudio publicado en Journal of Hepatology (Rehm et al., 2010) mostró que incluso en personas con daño hepático inicial, “abandonar el alcohol mejora marcadores inflamatorios y permite al hígado regenerarse”.
Diferencias entre dejar el alcohol y dejar el tabaco
A la hora de dejar el alcohol es posible que las personas sientan ansiedad pero no es la misma ansiedad que sufren los que dejan de fumar y “esto depende mucho del nivel de dependencia de la persona”. En individuos con un consumo moderado, explica Tornero, “es poco probable que experimenten ansiedad significativa al dejarlo. Sin embargo, en casos de dependencia severa, pueden aparecer síntomas de abstinencia que incluyen ansiedad, irritabilidad e incluso insomnio, ya que el alcohol actúa como depresor del sistema nervioso central y su ausencia puede desestabilizar temporalmente este equilibrio”.
La diferencia clave entre el alcohol y el tabaco “radica en los mecanismos de adicción”. Mientras que la nicotina “genera una dependencia química rápida y directa en el cerebro al activar receptores de acetilcolina nicotínicos, el alcohol tiene un impacto más complejo, modulando neurotransmisores como el GABA y el glutamato”, describe en detalle. Según un estudio publicado en Alcohol Research: Current Reviews (Koob & Volkow, 2016), “el consumo crónico de alcohol genera cambios profundos en los circuitos de recompensa y estrés del cerebro, lo que puede llevar a la aparición de ansiedad cuando se interrumpe su consumo”.
Por lo tanto, aunque dejar de beber puede causar ansiedad, “no es igual a la ansiedad del síndrome de abstinencia del tabaco”. En estos casos, con apoyo adecuado, “muchas personas logran superar este período inicial y experimentan una mejora significativa en su bienestar emocional con el tiempo”.
Dejar el alcohol de forma repentina
Dejar de beber alcohol es saludable pero hacerlo de forma repentina en una persona con dependencia severa puede tener repercusiones significativas “debido a los cambios fisiológicos que el cuerpo ha sufrido para adaptarse al consumo crónico”, advierte Tornero. El alcohol “actúa como un depresor del sistema nervioso central, aumentando la actividad del GABA (un neurotransmisor inhibitorio) y reduciendo la del glutamato (un neurotransmisor excitatorio). Con el tiempo, el cerebro compensa esta acción reduciendo los receptores GABA y aumentando los del glutamato”.
En determinados casos de dependencia “cuando se elimina el alcohol de forma repentina, esta adaptación compensatoria provoca un desequilibrio químico que puede dar lugar a un síndrome de abstinencia, con síntomas que van desde la ansiedad, el insomnio y los temblores hasta complicaciones más graves como convulsiones, alucinaciones y delirium tremens”.
Un estudio en New England Journal of Medicine (Bayard et al., 2004) describe cómo estos efectos se deben al aumento abrupto de la excitabilidad neuronal por la falta de alcohol, lo que lleva a una hiperactividad en el sistema nervioso central. Por ello, el experto cree “crucial que las personas con adicción al alcohol dejen de beber bajo supervisión médica, con intervenciones como la administración de benzodiacepinas para controlar los síntomas y evitar complicaciones graves”.
Fuente: Cuidate plus