El desempleo daña la salud
Perder el trabajo es traumático, tanto como la muerte de un ser querido, el divorcio o la quiebra económica.
Pregunta: Mi hijo tiene 58 años y acaba de quedar desocupado porque la empresa en la que trabajaba se fundió. Está deprimido, sin fuerza y sin saber cómo volver a conseguir algún trabajo a su edad. Tengo miedo que le pase algo. Yo soy jubilada con la mínima y no puedo ayudarlo. Josefa V. De Mari. Avellaneda.
En diversos estudios internacionales se comprobó que las personas desempleadas sufren más trastornos psicológicos y emocionales que las empleadas: un 34% contra un 16 %.
El desempleo es una situación muy estresante que incrementa las posibilidades de desencadenar alteraciones en la salud mental, aunque se debe precisar que los trastornos mentales –al menos en su gran mayoría– no tienen un solo factor causal.
Trabajar proporciona los recursos económicos para la manutención y estructura la vida cotidiana. / Archivo
El trabajo es uno de los grandes factores protectores, pero a condición de tener un efecto psicológico positivo ya que, en caso contrario, el empleo puede ser tan perjudicial como la propia situación de desempleo.
Tener trabajo y empleo cumple diversas funciones: no solo proporciona los recursos económicos para la manutención personal y familiar sino que estructura la vida cotidiana, permite establecer vínculos fuera del ámbito familiar, proporciona que los individuos tengan metas y objetivos grupales, define el nivel social y económico y refuerza el sentido de identidad personal.
La pérdida del trabajo es comparable a otras circunstancias traumáticas de la vida tales como la pérdida de un ser querido, el divorcio, el alejamiento de los hijos, la infidelidad de la pareja o la quiebra económica.
El estrés (a veces especulativo) por “¿y si me echan del trabajo?” o “¿y si no puedo pagar las cuentas”? tiene efectos nocivos sobre la salud física y emocional.
Norberto Abdala, médico psiquiatra
Quien pierde su actividad laboral deberá vivir un duelo, en el cual tendrá especial relevancia según el significado que incluya la pérdida, además del daño económico que ocasione.
Protesta de trabajadores despedidos. Foto: Andrés D’Elia
Estados emocionales
Es habitual que quien pierda su trabajo atraviese tres estados emocionales.
1) De vergüenza, tanto por estar desempleado como por tener que buscar una nueva actividad, y su intensidad dependerá tanto de la edad del individuo como del tiempo que lleve desempleado.
2) De fracaso, por no haber logrado permanecer en ese puesto laboral.
3) De culpa, pensando que no ha sido lo suficientemente valioso en el desarrollo de sus funciones. Es probable que no tenga en cuenta factores externos y ajenos a él, como la necesidad de reducir personal o el cierre de la empresa empleadora.
Similar efecto nocivo sobre la salud mental tiene el miedo a perder el trabajo. Incluso la inseguridad laboral prolongada puede ser más perjudicial que el propio desempleo.
El estrés (a veces especulativo) por “¿y si me echan del trabajo?” o “¿y si no puedo pagar las cuentas”? tiene efectos nocivos tanto sobre la salud física (hipertensión, obesidad, mayor consumo de tabaco, de alcohol, somatizaciones) como la salud emocional (angustia, depresión, insomnio, irritabilidad, obsesiones).
Las estadísticas señalan que los más afectados son los adultos mayores de 55 años –perciben que las posibilidades de un nuevo empleo son más bajas para ellos–, las mujeres, las personas con menor formación en tecnología, residentes de zonas periféricas o los jóvenes que necesitan insertarse en el mercado laboral.
Obviamente, la pandemia agravó y agrava esta sensación de vulnerabilidad, desprotección, preocupación e incertidumbre.
Para toda persona la previsión de su situación futura tiene su origen en la seguridad presente. La inestable situación del mercado laboral, la escasez de recursos económicos, todo por factores ajenos a uno, pueden afectar seriamente la salud mental.
Fuente: https://www.clarin.com/viva/desempleo-inseguridad-laboral-danan-salud_0_BUBJnsvOcf.html