El gasto oculto en salud por la inequidad de género
- Es el que se produce por la inequidad de género cuando se encaran las demandas de la población.
- El tema fue clave en un encuentro de expertos esta semana en Miami y el horizonte no es alentador.
La salud de las mujeres no debería implicar un costo sino una inversión, y esa inversión debería despertar en los gobiernos el mismo interés que cualquier otra ficha puesta en cierta actividad para obtener un rédito económico. Este planteo, por llamativo que resulte, fue uno de los principales temas tratados en el Roche Press Day, encuentro realizado esta semana en Miami, Estados Unidos, y del que participó Clarín.
Todo el razonamiento se basa en una dura realidad que motorizó la conferencia: la dramática inequidad de género en la salud, no solo a nivel regional sino mundial, advirtieron -cada uno a su manera- los casi 40 expositores distribuidos en casi 15 paneles realizados en dos días.
Sin embargo, cuando se habla de desigualdad se suele apuntar a la arista -nada menor- de las consecuencias en la salud de miles de personas y la carga que eso implica en los sistemas. Mucho menos explorada o difundida es la fría pata financiera ligada a este asunto.
En esto se centró Claudia Restrepo, socia y directora regional del Deloitte Health Equity Institute, panelista que dialogó con Clarín.
Si bien varios de sus colegas observaron que el desaprovechamiento por no atender -con políticas concretas- los temas de la salud de las mujeres alcanza dimensiones incalculables, algunas empresas (como la que integra Restrepo) lo empiezan a medir. Quizás no sea pura filantropía. ¿O a qué compañía abocada a la salud le puede convenir que el sistema quiebre?Claudia Restrepo Múnera durante su conferencia en el Roche Press Day.
“Los números empiezan a mostrar que hay que reaccionar. Los sistemas de salud están colapsando. Hay costos mayores de la mujer y si no se atienden ciertos padecimientos, toda la situación empeorará”, compartió, en alusión a las cifras que ella misma había expuesto en filminas durante su charla.
Mujeres: salud deteriorada, vida deteriorada
Para pasar la idea en limpio, la “noticia”, si puede llamarse así, es que distintos actores relacionados a la salud -como las farmacéuticas, también- empiezan a advertir que, aunque la ciencia avanza a pasos agigantados en su conocimiento sobre las patologías y condiciones que afectan la salud de las mujeres, y aunque se desarrollan cada vez más fármacos innovadores y precisos para abordar esas enfermedades, por ignorancia o desidia los “tomadores de decisión” (gobiernos y demás autoridades sanitarias) no despliegan políticas de prevención y abordaje acorde.
Al revés, persiste el statu quo: una medicina pensada androcéntricamente; montada en el “lógico” modelo masculino.
En el encuentro, los panelistas dejaron claro que este fenómeno se puede perseguir en todos los ámbitos. Desde lo que ocurre adentro de los consultorios hasta el hecho de que los estudios clínicos para nuevos medicamentos tengan poca participación femenina. Sin ir más lejos, datos de 2020 del Instituto Mckenzie de la salud revelan que solo el 1% de la investigación e innovación sanitarias a nivel mundial se invierte en afecciones específicas de la mujer.
Pero lo concreto es que la desatención se traduce en dinero perdido. Es un monto que crece cada día. Lo pagan los países, dada la mayor carga de enfermedades (o sea que se viven apagando incendios de salud evitables o no tan difíciles de menguar).
Pero también lo pagan las mujeres.Para las mujeres el costo de bolsillo de la salud es un 18 por ciento superior que el de los varones.
Cuánto más les cuesta la salud a las mujeres
“Ellas pagan un 18% más que los hombres en gastos de bolsillo anuales en materia de salud”, informó Restrepo en su conferencia. La cifra no incluye los gastos ligados a la maternidad. Si esos gastos se sumaran, la brecha alcanza el 20%.
Fue determinante y enfática, como quien sabe que una cosa es informar finanzas y otra distinta, sensaciones, un término asociado peyorativamente al mundo femenino. Seguramente Restrepo entienda que todo puede ser “psicológico”, si se quiere desestimar al interlocutor. Se necesita “evidencia”, remarcó.
“Hay que tener razones antes que declaraciones. Es fácil caer en la retórica de que ‘todos somos iguales’, pero, ¿dónde están las oportunidades reales? Si lo ves en la salud, para muchos empleadores tomar una mujer en edad fértil reproductiva puede ser un problema. Uno piensa que es una mirada súper antigua, pero sigue existiendo y el desafío es enorme”.
Mientras “el 46% de los hombres tiene cerca de u$s1.000 o menos en gastos de bolsillo relacionados a salud, en las mujeres esa cifra crece un 35%”.
Si se mira a las mujeres de entre 19 y 64 años y se las compara con hombres de la misma edad, ellas siempre pagan más. La cifra no contempla nada relacionado a la maternidad. Y sin embargo, “las mujeres pagan en promedio u$s 266 adicionales por año”.
Si uno quiere profundizar en la causa de este gasto, debe arrancar por usar el plural. Es un fenómeno multifactorial que abarca desde que las mujeres se enferman más por determinadas patologías que involucran costosos tratamientos hasta la desatención de su propia salud por las tareas de cuidado a las que quedan sujetas. La famosa doble carga laboral.
Y no solo se postergan chequeos médicos. Tampoco son adecuadamente escuchadas por los médicos tratantes, y entonces terminan ninguneadas o mal diagnosticadas, en parte por la ignorancia dominante en las especificidades de su cuerpo, que durante demasiado tiempo no fue el centro de atención de médicos y científicos. Es un círculo vicioso retroalimentado por distintos fenómenos interconectados.
En un estudio de hace un par de años, el propio World Economic Forum lo planteó en estos términos: el diagnóstico de las mismas enfermedades, a las mujeres les llega cuatro años después que a los hombres. Eso tiene un costo. Restrepo dijo que es un “costo oculto”.
Mujeres jóvenes en los consultorios médicos
Otra de las expositoras, Valentina Sartori, experta del Health Institute McKinsey, completó el círculo iniciado por Restrepo y se refirió a un hecho clave en relación con lo anterior, y es que algunas de las enfermedades más prevalentes en las mujeres tienden a aparecer en sus años de plenitud laboral.
En las distintas conferencias se hizo especial foco en tres áreas: los problemas oftalmológicos, la esclerosis múltiple y el cáncer. Habría que sumar un conjunto de enfermedades que nunca se asocian a la mujer, pero son la principal causa de muerte: las cardiopatías.
Cuando las mujeres en edad laboral se enferman, las pérdidas económicas (por la falta de recursos humanos) se vuelven enormes, recalcó Sartori, advirtiendo la necesidad de ponderar la ganancia que se generaría con solo frenar una parte del problema.
Tomando más cifras de las brechas marcadas por Restrepo, la cobertura de salud patrocinada por los empleadores de Estados Unidos “tiene un valor actuarial u$s1,34 mil millones menor que para los hombres de la misma edad (19-64)”. Pero cerrar esa grieta de género costaría poco, señaló: “Menos de u$s 12 por empleado, por año”.
No debería llamar la atención, en un contexto en que la compensación salarial también tiene grandes diferencias de género, recordó la experta: “Por cada dólar que un hombre gana, una mujer recibe u$s 0,82”.
Políticas de salud enfocadas en mujeres
¿Algo de todo esto les interesa a los gobiernos de América latina? ¿Hay conversaciones en marcha, al menos? Restrepo no fue optimista: “Se toman decisiones de muy corto plazo y enfocadas en una condición muy general de la mujer. Muchas medidas se establecen, se diseñan y se implementan, pero cuando termina el período del gobierno de turno, se arranca nuevamente de cero”.
Así, “no se puede saber qué funcionó y qué no, y cada quien quiere impregnar su propia huella”, aun cuando “continúe el mismo color político”, analizó. Mirando la ecuación “inversión-retorno”, el problema es la falta de líderes que entiendan que “el retorno quizás se vea más adelante, y no en su período de gobierno”.
Muchos de estos problemas se resolverían con más mujeres en los puestos de decisión, advirtieron distintos panelistas de este encuentro. La brecha, sin embargo, sigue siendo enorme, también en ese sentido.
En el mientras tanto, María Pía Orihuela, gerente general de Roche Argentina, consideró clave empezar a hablar y analizar estos temas: “Lo primero es reconocer que la salud de la mujer es importante. La de todos lo es, pero la de la mujer tiene metidas ciertas barreras que hacen que tengamos resultados muy distintos. Barreras socioculturales, de infraestructura -en este país que es tan vasto-, entre otras. Hay que reconocer que invertir en salud va a traerte una retribución, además de social, económica”.
Una vez reconocido eso, “hay que mirar los indicadores de salud de la mujer y entenderlos. Recién ahí se podrá definir adónde se quiere llegar. Esto es, establecer metas que puedan generar un compromiso y de ahí determinar las medidas a seguir para cumplir esos objetivos”.
Es un paso a paso, con inteligencia de buen inversor. Los actores involucrados deberían ser varios: “Tendría que ser en colaboración público-privada, ya que la salud es muy compleja. Pero no solo con las empresas; también con la academia y el Poder Legislativo. Hay que ponerse objetivos concretos. Con esa intencionalidad clara, se va a desencadenar el trabajo y entonces habrá un camino”.