El peligro de ser infeliz y cómo afecta a tu corazón, según la ciencia

Cuando pasa algo grave nos da un vuelco el corazón. Y cuando perdemos a alguien se nos rompe. ¿Cómo afecta el estrés al corazón? ¿Ser feliz ayuda a tener mejor salud cardiovascular? ¿Y al revés qué ocurre? Te contamos lo que dice la ciencia

dos personas saltando en la playa
  1. Isabel Gallardo Ponce

A nadie le sorprende que estar satisfecho con la vida que cada uno tiene se relacione con una buena salud mental. Sin embargo, hay pocas investigaciones que analicen si estar contento y ser feliz tienen que ver con la salud del corazón. 

La American Heart Association (AHA) ya presentó en 2021 una investigación y un informe que relacionaba la ansiedad, el estrés y la depresión con un aumento de las enfermedades cardíacas y el ictus. Esto apoya la idea de que la salud mental y la física están interconectadas. 

De esta forma, según Michelle A. Albert, expresidenta de la AHA, cuando sentimos estrés, ansiedad y otros problemas de salud mental el cuerpo puede reaccionar “con una frecuencia o ritmo cardíaco irregular y un aumento de la presión arterial e inflamación en todo el cuerpo”. Es decir, que ante una respuesta emocional se produce otra física

Esto sin olvidar que los factores psicológicos negativos pueden hacer que adoptemos hábitos de vida poco saludables: tabaco, alcohol, alimentación poco saludable, exceso de peso y obesidad. 

Ahora un nuevo estudio viene a confirmar esta relación: cuanto más feliz te sientas, menos riesgo de tener una enfermedad cardiovascular. Esta investigación ha analizado a más de 120.000 adultos y ha observado que aquellos que se sienten bien tienen menos riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, infarto, insuficiencia cardíaca e ictus que los que se sienten más infelices. 

Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología, comenta a CuídatePlus que este estudio demuestra de forma elegante “que en las personas que se sentían más felices frente a los más infelices existía una diferencia del 40 por ciento en la reducción de todas las enfermedades cardíacas”. En concreto, había un 44% menos de riesgo de enfermedad coronaria, un 45% menos de ictus, un 51% menos de insuficiencia cardíaca y un 56% menos de infarto.

Wen Sun, uno de los autores del estudio, y director del Centro de Ictus, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, en Hefei,  que se publica en Journal of the American Heart Association, afirma que “nuestros resultados apoyan un abordaje integral de la salud, donde la salud mental y emocional juegan un gran papel en la prevención de la enfermedad cardíaca y el ictus”. Por eso Sun aconseja a los sanitarios que, además de recomendar actividad física regular, actividades sociales y técnicas de gestión del estrés para mejorar el bienestar de las personas, también consideren incluir estrategias para mejorar la satisfacción y la felicidad como parte de una rutina de autocuidado.  

¿Por qué ocurre esta relación? 

Cualquiera sabe que estar estresado es malo, apunta Anguita. “Las personas más felices y menos estresadas tienen una menor incidencia de enfermedad cardiovascular”. 

Aunque no hay ningún estudio que responda a por qué encontrarse bien o tener sentimientos de felicidad ayudan a tener una mejor salud cardiovascular, Anguita apunta a que seguramente, aunque haya otros factores aún desconocidos, el estrés sea el principal factor de riesgo. “El estrés eleva la presión arterial y probablemente esas personas descansan menos -dormir bien también tiene un efecto protector-, y tienen un grado de carga de catecolaminas y otras hormonas mayor. Estas sustancias tienen un efecto proinflamatorio, profibrótico, producen hipertrofia y más vasoconstricción… y pueden producir disfunción endotelial, daño vascular… y todo eso se asocia a enfermedad cardiovascular”.

Por tanto, sentirse feliz de forma habitual, encontrarse bien con uno mismo, es lo que se asocia con una menor incidencia de enfermedad cardiovascular, concluye Anguita. 

Tener el corazón roto

Cuando pasamos por una ruptura o cuando perdemos a alguien muy cercano solemos hablar de que nos han roto el corazón para señalar el daño emocional que hemos sufrido. Como muestra, existe una enfermedad cardíaca, denominada síndrome del corazón roto que ilustra muy bien el daño agudo que puede producir el estrés. 

Este síndrome, también llamada miocardiopatía de Takotsubo, recibe su nombre de la forma de cesta “que adquiere el ventrículo izquierdo y que se utiliza en Japón para pescar pulpos. Esta cesta tiene forma de reloj de arena y se llama Takotsubo”, explica Anguita. Este síndrome es una miocardiopatía de estrés, más frecuente en mujeres y que se relaciona con problemas emocionales, como un disgusto o un momento de conflicto. 

Las personas que tienen este síndrome reaccionan como si tuvieran un infarto “tanto desde el punto de vista de los síntomas, con el dolor que produce en el pecho, como alteraciones en el electro cardiograma o en la contractilidad del miocardio”, explica Anguita. Sin embargo, cuando se presenta un Takotsubo no hay lesiones coronarias, es decir, el corazón no tiene secuelas. La función se recupera, normalmente. “Ese daño emocional o conflictivo produce la descarga de hormonas que produce el daño agudo. Si eso se mantiene en el tiempo puede producir daño crónico”.  

Bibliografía