El sindrome de enclaustramiento, mata
Lacey Fletcher: la desgarradora historia de una joven con “síndrome de enclaustramiento” y su trágico final “derretida” en un sofá
Imagina lo peor que le puede pasar a una persona con discapacidad. Ahora imagina algo aún más horrible. Así terminó Lacey: consumida por el abandono, tras 12 años de calvario
La tragedia de Lacey Fletcher sirve como recordatorio crítico para mejorar el cuidado de personas con discapacidades
Lacey Ellen Fletcher, una mujer de 36 años con síndrome de enclaustramiento, vivió un calvario inimaginable antes de su muerte. El 3 de enero de 2022, su cuerpo fue encontrado fundido con el sofá de la casa de sus padres en Slaughter, Louisiana. Una escena de pesadilla que conmocionó hasta a los investigadores más curtidos.
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Según detalló The Mirror, Lacey yacía en descomposición, cubierta de orina, heces y larvas de insectos que se arrastraban por su piel ulcerada. El sofá donde pasó sus últimos 12 años se hundía en el piso de la sala, empapado de inmundicia y putrefacción. Un olor nauseabundo impregnaba toda la estancia.
“Cuando la encontraron, la escena era espantosa y horrible debido a la condición del cuerpo y del sofá, declaró el forense Dr. Ewell Bickham. “Lacey tenía la piel podrida y los huesos expuestos”.
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La autopsia reveló que Lacey, que pesaba apenas 43 kilos, había muerto de sepsis causada por una combinación letal de infecciones óseas, inmovilidad prolongada y desnutrición severa, según reportó The Sun. “La desnutrición también contribuyó a su muerte”, señaló el Dr. Bickham. El síndrome de enclaustramiento “es una enfermedad neurológica rara caracterizada por una parálisis completa de los músculos voluntarios, menos de los músculos que controlan los ojos”, de acuerdo a la definición del National Institutes of Healthde los Estados Unidos. Y agrega: “Las personas con síndrome de enclaustramiento están conscientes, pero son incapaces de hablar o moverse, como si estuvieran “atrapadas en su propio cuerpo” y sólo se pueden comunicar con movimientos verticales de los ojos y con el parpadeo”.
¿Cómo es posible que una persona llegue a tal estado de abandono? ¿Qué clase de padres permitirían semejante crueldad? Sheila y Clay Fletcher, los progenitores de Lacey, tienen ahora una respuesta de la justicia.
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El miércoles fueron condenados a 40 años de prisión, con 20 años suspendidos y 5 años de libertad condicional supervisada. Se declararon culpables de homicidio involuntario, en un intento por evitar la cadena perpetua que pedía la fiscalía.
“Sabes, ni a un animal lo tratarías así”, fustigó el fiscal del distrito Sam D’Aquilla, segúnThe Mirror. “Si tuvieras un caballo en el establo detrás de tu casa, vas allí y ves que la carne ha desaparecido de su cuerpo, que los huesos están expuestos… Quiero decir, ni siquiera a tu animal lo tratarías así”.
Un historial de negligencia médica
Durante el juicio salieron a la luz detalles estremecedores sobre la negligencia médica a la que fue sometida Lacey. Según WBRZ, la última vez que vio a un médico fue en 2002, cuando tenía 16 años.
Sus padres afirmaron que las fobias de Lacey evitaban su movilidad, pero sonaron como excusas ante el tribunal
Durante casi 20 años, quedó sin control médico. “Lo último que supe de los Fletcher fue en 2010″, testificó el Dr. Donald Hoppe, ex médico de Lacey. “Clay Fletcher me dijo en privado que Lacey estaba empeorando progresivamente. Le sugerí que la llevaran a recibir ayuda, pero nunca lo hicieron”.
“Un olor a podredumbre”
El jefe de bomberos Matthew Ard fue uno de los primeros en acudir a la residencia de los Fletcher tras el macabro hallazgo. “Nunca he visto nada como esto en toda mi vida”, relató conmocionado a WBRZ. “Era como un olor a podredumbre”, añadió.
Según Ard, la habitación donde encontraron a Lacey apestaba a orina y heces. El piso se combaba bajo el sofá por la acumulación de orín. Una visión sacada de la más cruenta película de terror.
Atrapada por sus fobias y miedos
¿Por qué Lacey terminó “derretida” o “fundida” en un sofá, consumiéndose en su propio desperdicio? En la audiencia, Clay Fletcher argumentó que su hija desarrolló fobias y ansiedades tan severas que la fueron aislando del mundo.
“Su mundo se cerró gradualmente debido a sus fobias, miedos y ansiedades sociales. El sofá era su santuario, su zona de confort”, declaró. Según él, Lacey se negaba a recibir ayuda médica y se ponía “defensiva y argumentativa” cuando se lo mencionaban.
Lacey Ellen Fletcher fue encontrada muerta en condiciones deplorables en el hogar de sus padres
Sus temores eran tan extremos que ni siquiera usaba el baño. Le compraron un inodoro portátil para la sala, pero también se rehusó a utilizarlo, terminando por defecar sobre sí misma. Un cuadro desgarrador de una mujer prisionera de su propio cuerpo y su mente.
“La amaban hasta la muerte”
En un intento por mitigar la pena, la defensa planteó que los Fletcher, pese a su severa negligencia, amaban a su hija. “Fueron negligentes, sí. Está claro que fueron negligentes. Pero amaban a su hija hasta la muerte, esa es la verdad”, dijo el abogado Steven Moore, según WBRZ.
Moore imploró clemencia, citando el remordimiento de la pareja y su falta de intención de lastimar a Lacey. Pero, ¿cómo explicar 12 años de abandono y maltrato? ¿Cómo justificar que una mujer joven termine sus días postrada en un sofá putrefacto, siendo devorada por gusanos?
Un grito de ayuda que nadie escuchó
La historia de Lacey Fletcher es un recordatorio desgarrador de cómo las personas con discapacidad a menudo son relegadas al olvido, condenadas a sufrir en silencio. Durante 12 largos años, esta mujer quedó atrapada no solo por su enfermedad, sino por la crueldad y la desidia de quienes debían cuidarla.
¿Gritaría de dolor, pediría ayuda, lloraría de impotencia? Nunca lo sabremos.
El síndrome de enclaustramiento la había despojado de la capacidad de comunicarse, convirtiéndola en prisionera de su propio cuerpo. Un cuerpo que, lentamente, fue consumiéndose en un sofá empapado de sus propios fluidos.
Una condena que llega tarde
40 años de prisión, con 20 años de la condena en suspenso. Esa es la pena que deberán cumplir Sheila y Clay Fletcher por el brutal abandono de su hija. Una condena alta, sí, pero que difícilmente compensará el infierno que Lacey padeció por más de una década.
“Queremos defender a las personas que no pueden hablar por sí mismas, decir que este trato no será tolerado”, aseveró el fiscal D’Aquilla en un mensaje contundente. Pero para Lacey, esa justicia llega demasiado tarde.
La autopsia reveló que Lacey murió de sepsis fulminante debido a negligencia extrema
No hay sentencia que pueda devolverle los años de vida que le arrebataron. No hay castigo que logre borrar las cicatrices indelebles de su tortura silenciosa. Solo queda su memoria para evitar que otra tragedia así vuelva a suceder.
Un último grito de indignación
Lacey Ellen Fletcher tenía apenas 36 años cuando la muerte la liberó de su calvario. Una mujer joven, llena de vida, reducida a piel y huesos sobre un sofá. Una víctima de la negligencia más atroz, de la soledad más desgarradora.
Mientras agonizaba en ese living cerrado, aislada del mundo, la vida seguía afuera. Nadie escuchó sus gritos silenciosos. Nadie acudió a rescatarla de esa prisión de inmundicia y olvido. Nadie, hasta que fue demasiado tarde.
Un recordatorio desgarrador de que, para Lacey, y para tantos otros, la justicia no llegó a tiempo.
Porque el veredicto está, sí. Pero el sabor es amargo. Y al final, solo nos queda el eco de una certeza lapidaria.
Fuente: Infobae