Enfermedades mentales de las que menos se habla
Cada vez se habla más de la enfermedad mental pero, ¿se hace de forma adecuada? El estigma persiste y hay algunos trastornos que siguen silenciados, tal y como se puso de manifiesto en el foro Pilares de la Salud.
Con la pandemia de covid-19 cambiaron muchas cosas y hubo una especie de catarsis de la salud mental en la que se puso de manifiesto tanto la alta prevalencia de estas enfermedades como la falta de medios suficientes para abordarlas de forma integral en España. Y no es para menos con los datos que maneja el Ministerio de Sanidad: el trastorno de ansiedad afecta a al menos el 6,7% de la población y la depresión al 4,1%.
Tras la pandemia, “se abrió la caja de Pandora y la salud mental se hizo omnipresente”, según ha manifestado el psiquiatra Guillermo Lahera, jefe de sección en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid) en el foro Pilares de la Salud, impulsado por el Área de Salud de Unidad Editorial y que ha contado con la colaboración de HM Hospitales, Lilly, MSD y la Consejería de Salud de la Región de Murcia.
En opinión del especialista, aunque no se puede decir que hayan desaparecido el estigma y los tabús en torno a la enfermedad mental, “se ha validado en gran medida la experiencia de sufrimiento de muchas personas, que ahora pueden pedir ayuda con más facilidad”. Es un ámbito que se “ha introducido en la agenda política, en los debates, en los foros” y, por ello, “hay elementos claramente positivos”. Pero también hay aspectos negativos.
Maribel Rodríguez.
Trastornos mentales graves: los más olvidados
A Lahera le ha sorprendido lo que considera una omisión significativa: “En este boom de la salud mental no se ha puesto el foco en las personas con trastornos mentales graves. No paramos de hablar de salud mental, pero ¿quién habla de las personas con esquizofrenia? Casi nadie”. Tampoco está suficientemente representado en esa agenda de salud mental el trastorno bipolar. Solo estas dos enfermedades, que no son los únicos trastornos psiquiátricos graves (está también el trastorno delirante, trastornos de la personalidad, trastorno esquizoafectivo, algunos tipos de depresión…), afectan a millones de personas en todo el mundo.
Esquizofrenia
La esquizofrenia es un trastorno mental crónico y grave caracterizado por alteraciones del pensamiento, la percepción de la realidad y el comportamiento. Afecta a aproximadamente el 1% de la población y los primeros síntomas suelen aparecer en la adolescencia o durante la juventud.
Trastorno bipolar
Es una enfermedad mental crónica que afecta a los mecanismos que regulan el estado de ánimo. Se manifiesta en forma de episodios recurrentes que van desde la manía o hipomanía (alegría o euforia), hasta la depresión (tristeza, inhibición y, en algunos casos, ideas de muerte). Es muy frecuente. Si se incluyen todas sus formas, incluyendo las más leves, cerca de un 4% de la población mundial sufre algún tipo de trastorno bipolar. Si solo se tienen en cuenta los casos graves, el porcentaje sigue siendo significativo: el 1%.
Más allá del tratamiento médico: el proyecto vital
Estos pacientes deben seguir un tratamiento médico, pero también es fundamental abordar los aspectos sociales. Ahí es donde queda un largo recorrido, según ha expuesto Maribel Rodríguez, presidenta de ES+Salud Mental. Tras el diagnóstico, en muchos casos transcurren “hasta 10 años hasta que los pacientes vuelven a iniciar sus estudios, trabajo, vida social, vida familiar…”. Por lo tanto, se produce un auténtico parón en su proyecto vital.
Las cifras de empleo de las personas con trastorno mental grave siguen siendo muy bajas y no tendrían por qué serlo. Entre quienes padecen un trastorno grave, el desempleo es de más del 87%. En este sentido, Rodríguez expone que la salud mental “no es solo el diagnóstico”. De hecho, se ha comprobado que los pacientes “con una buena red de apoyo, como por ejemplo una buena red familiar, tienen un mejor pronóstico”. Y cuando habla de pronóstico lo hace en sentido amplio, es decir, abarca el proyecto vital y no solo los síntomas de la enfermedad. Junto a la falta de apoyo, la presidenta de la asociación de pacientes achaca al estigma de la salud mental las barreras sociales a las que se enfrentan los pacientes. Con frecuencia se ve a la persona como si “toda ella una enfermedad mental con patas”.
Guillermo Lahera.
Lahera corrobora el error de considerar que todo lo que le ocurre a alguien con esquizofrenia -o con otro trastorno mental grave- es explicado por esta enfermedad y añade un segundo malentendido: “Que la capacidad de juicio de alguien con esquizofrenia está siempre abolida”. El psiquiatra aclara que es verdad que “una persona con esquizofrenia en fase aguda descompensada puede tener alterada su capacidad de juicio, pero no todo el rato y en todas las esferas de su vida”.
Necesidades de los pacientes con enfermedad mental
En opinión de Rodríguez lo que precisan las personas con enfermedad es “que se las escuche en primera persona porque saben lo que quieren y lo que necesitan”. Se trata de trabajar “con lo que la persona quiere, no con lo que su entorno quiere que sea su vida”. Uno de los aspectos fundamentales para estas personas es el empleo: “Hemos hecho un estudio con personas en toda España con trastorno mental grave que han accedido al empleo y hemos visto cómo mejora su calidad de vida”.
Para Lahera, “el elemento clave es la empatía” con las personas con enfermedad mental, que no hay que “banalizar porque es un tema tan importante que no puede ser el banderín de enganche de una determinada ideología, sino que es algo transversal, que nos afecta como sociedad y donde deben tener protagonismo los técnicos, los profesionales de salud mental, los expertos científicos, la evidencia científica”