Época de resfriados y gripes
En esta época, donde abundan los resfriados y gripes, es fundamental tomar ciertos recaudos para mantener las defensas altas
El frío se viene alternando con días húmedos y cálidos en este particular invierno en el que los virus están a la orden del día. Resfríos, gripes y demás virus circulan a la pesca de personas con defensas bajas para atacar con fuerza.
Sin embargo, una amplia batería de herramientas, que tienen que ver con los hábitos que cada uno elige seguir, pueden reforzar el sistema inmunológico, responsable de mantener el nivel adecuado de defensas. “El sistema inmunológico es uno de los tantos mecanismos que tiene el organismo para preservarse y defenderse de las infecciones por virus, parásitos, hongos o bacterias, a los cuales estamos permanentemente expuestos, señala Pedro H. Borthaburu (M.N. 89121), médico especialista en Alergia e Inmunología y en Medicina Interna.
El especialista detalla que se trata de un enorme conjunto de órganos, células y anticuerpos que diariamente se ocupa de identificar aquellos organismos que puedan generar una infección. Dicho sistema “tiene una regulación neuroendocrina que se puede ver afectado por cantidad de factores como el estrés, la depresión, la mala alimentación u otras infecciones como el VIH”, describe.
¿Las principales células encargadas de que funcione correctamente el sistema inmunológico? “Son los leucocitos, glóbulos blancos, que se fabrican en la médula ósea y, a través de la sangre, se distribuyen por los ganglios linfáticos, el timo, el bazo, y todos los órganos del cuerpo”, destaca Borthaburu.
El paso de los años incide en el sistema inmunológico: durante los primeros años de vida éste aprende a reconocer los distintos virus y bacterias, “generando memoria inmunológica para, el día de mañana, poder defenderse mejor”. El timo es el órgano que regula parte de este aprendizaje y, ”con la adolescencia tiende a desaparecer y se empieza a perder así la capacidad de aprender a defenderse de nuevos virus o bacterias”, explica el experto en alergia e inmunología.
Borthaburu aclara que nunca desaparece, pero disminuye, hasta llegar a la inmunosenescencia propia de la tercera edad, cuando los cambios que se producen en el sistema inmunitario se deben al envejecimiento.
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Temporada alta de virus
“Distintos virus están presentes todo el año, pero aumentan mucho su actividad en otoño e invierno. Cuando bajan las temperaturas estamos más tiempo en espacios cerrados y estamos más predispuestos a contraer infecciones respiratorias agudas”, afirma Ramiro Heredia (M.N. 117882), especialista en Medicina Interna del Hospital de Clínicas. Durante los meses de invierno es, entonces, cuando aumenta la circulación de virus respiratorios, “así como en primavera lo hacen las típicas enfermedades infecciosas pediátricas, como varicela o paperas”, detalla Borthaburu.
En general, “la infección respiratoria es la enfermedad aguda más frecuente en el mundo desarrollado”, destaca Heredia. Entre los principales virus que circulan en los meses de frío están la gripe y los resfríos comunes.
En pediatría gana protagonismo el virus sincicial respiratorio que, si se agrava, provoca la temida bronquilitis y “en adultos mayores puede causar neumonía o infecciones respiratorias graves”, diferencia Ramiro Heredia. Continúa presente el virus sars-cov2, causante del covid19; “aunque con baja actividad este año, también hay que cuidarse”, aclara el médico.
Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Cardiff University, en una prueba, en la que se mojaban los pies un grupo de personas, se demostró que éstas se enfermaban porque los pies húmedos provocaban una baja en las defensas. “Hay un equilibrio entre las defensas y la capacidad de ser infectado ya sea por virus, bacterias u hongos. Cualquier situación particular que nos afecte puede generar una inmunodepresión que aprovechan las infecciones para desarrollarse”, destaca Borthaburu.
El médico detalla que hay un grupo de infecciones que se denominan oportunistas, ya que aprovechan la oportunidad para desarrollarse cuando en situaciones normales el sistema inmunológico las contendría. “Los pies mojados implican un enfriamiento que genera un descenso de las defensas y los virus o bacterias que ya se encuentran en la vía aérea superior desarrollan una infección”, aclara el especialista en Alergia e Inmunología. “El frío ayuda a que nos enfermemos. Cuando bajan las temperaturas, tendemos a estar más tiempo en lugares cerrados y poco ventilados, a resguardo del frío y tratando de conservar el calor. Esto hace que la carga de virus, bacterias y microorganismos, en ambientes mal ventilados, aumenten”, asegura Ramiro Heredia.
Por otro lado, el frío hace que el aparato mucociliar, “que recubre el árbol respiratorio y funciona como una cinta transportadora que lleva todas las partículas que se depositan sobre las vías aéreas hacia la boca -donde las deglutimos y las podemos enviar al estómago, para ser degradas- funcione menos eficientemente. Esto hace que haya más riesgo de que virus, bacterias y microorganismos lleguen al pulmón y generen infecciones”, explica Heredia. Además, “sabemos que el frío actúa sobre nuestra inmunidad disminuyendo la capacidad de respuesta ante distintos microorganismos. Lo que también hace más frecuente que algunas infecciones sean más frecuentes en épocas de otoño-invierno”, agrega Heredia. El mismo frío, continúa el especialista, es responsable de cuadros de laringitis, faringitis y rinitis “por un componente irritativo y por el aire frío y seco que entra en las vías aéreas”.
En auxilio de las defensas
En este tiempo que queda hasta la llegada de los días más templados, propios de la primavera, es recomendable recurrir a todo aquello que permita mantener un sistema inmunológico sano. A cualquier edad, la alimentación equilibrada resulta clave. Un estudio desarrollado por investigadores del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid destaca que, entre los nutrientes que más contribuyen al buen funcionamiento del sistema inmunitario están las vitaminas A, B6, B12, C, D, E, el ácido fólico, ciertos minerales como zinc, hierro, selenio, magnesio y cobre, proteínas y ácidos grasos omega 3.
Entre los grupos que aconseja incluir para asegurarse los nutrientes mencionados, incluye frutas y verduras que contienen, además compuestos antioxidantes; pescados azules y lácteos. “En concreto, la leche, especialmente enriquecida, contiene muchos de los nutrientes anteriormente mencionados y su consumo diario, dentro de una dieta equilibrada, puede contribuir a cubrir cantidades importantes de sus valores de referencia”.
Lácteos fermentados, quesos y yogures son alimentos que favorecen la formación de una flora intestinal sana, fundamental para las defensas. “Hoy tiene evidencia científica la importancia de tener una sana flora intestinal. Para el correcto procesamiento de los alimentos y la absorción de nutrientes necesitamos que a nivel del intestino intervengan bacterias “sanas” que colaboran con la digestión”, explica Borthaburu. Muchas de estas bacterias son Lactobacillus. Y, también en pos de un sistema inmune equilibrado, se impone la disminución del consumo de alimentos ultraprocesados. “Sabemos que favorecen a la inflamación. La inflamación crónica deteriora la respuesta inmune a distintos patógenos”, acota Ramiro Heredia.
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Otra clave para contar con defensas altas es mantener estable el peso corporal. “Las personas con sobrepeso u obesidad no responden tan eficientemente a las infecciones como las personas que tienen un peso corporal normal. Además, están en un estado de inflamación crónica que debilita el sistema inmune”, señala Heredia.
La actividad física es otro importante aliado del sistema inmune. “Está demostrado que las personas que hacen ejercicio en forma regular tienen parámetros de inflamación sistémica y de función inmune mejores que las personas que no lo hacen. La actividad física ayuda a disminuir la inflamación en el cuerpo y a mejorar la respuesta del sistema inmune”, resalta Ramiro Heredia. Además, dice, ayuda a mejorar la respuesta del sistema inmune contra distintos patógenos. “Por eso es tan importante la actividad física todo el año y, en particular, en invierno, por más que cueste un poco más”, aconseja.
También es fundamental exponerse moderadamente al sol, para sumar vitamina D; y mantener una vida social activa, que lleva a interactuar con otras personas. “El estrés y la depresión pueden inmunosuprimir. La soledad o el aislamiento deprimen y pueden llevar a un descenso de la inmunidad”, explica Pedro Borthaburu.
Las vacunas al día son otro factor que no puede faltar para tener las defensas altas. La antigripal correspondiente a este año es la tri-valente o la cuatri-valente. “Son las dos muy buenas”, asegura Borthaburu. “La OMS propone una fórmula para cada año en función de la circulación mundial de virus de la gripe el año anterior. Proponen primero para el invierno del hemisferio norte y 6 meses después, otra para el hemisferio sur”, explica el profesional. Los adultos mayores de 65, las embarazadas, y cualquier paciente con afecciones crónicas respiratorias, cardiacas o renales, deberían vacunarse contra la gripe cada año. Aprobada para personas de seis meses o más, “en nuestro país se recomienda y es gratuita para niños pequeños, adultos mayores, personas con enfermedades debilitantes crónicas, como diabetes, obesidad, enfermedad cardíaca, enfermedades respiratorias crónicas, condiciones de inmunocompromiso y personal de salud. En este grupo también entran las embarazadas, que acceden gratuitamente la vacuna”, aclara Ramiro Heredia.
La vacuna del virus sincicial respiratorio “está en el calendario vacunatorio para mujeres embarazadas de 32 semanas a 6 meses y protege no sólo a la madre sino al hijo en los primeros seis meses de vida. Está también aprobada, aunque no es gratuita, para personas de 60 o más años. Es una población a la que este virus puede generar enfermedades graves”, detalla Heredia. En cuanto a la vacunación antineumococcica, se aplican dos vacunas en años diferentes. “La primera contiene 13 polisacáridos del neumococo y al año siguiente la vacuna trae 23 polisacáridos. Se recomienda un esquema con las dos vacunas antes de los 65 años y un segundo esquema de dos vacunas después de los 65″, indica Borthaburu.
Por último, “podríamos aplicarnos un refuerzo contra el Covid, principalmente en personas con esquema incompleto o gente mayor”, completa el médico. Esta vacuna “está disponible en forma libre y gratuita para toda la población a partir de los seis meses y deberíamos tener todos, al menos, un refuerzo anual y, algunas poblaciones, como personas inmunocomprometidas y personas con más riesgo de tener enfermedad grave, cada seis meses”, afirma Ramiro Heredia.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/salud/vida_sana/estos-habitos-mejoran-el-sistema-inmunologico-en-invierno-nid06082024/