Hemorroides: todo lo que querés saber
«Me di cuenta que tenía hemorroides porque sentía como un latido en el ano», dice mirando a cámara una pianista enfundada en un elegante vestido verde, sentada sobre un taburete, en el escenario de un coqueto teatro.
Si algo hay que reconocerle a las publicidades de productos antihemorroidales es que hablan sin ningún tipo de eufemismos de un problema tan frecuente como molesto y silenciado: la enfermedad hemorroidal.
«Me gustaría que traten sobre hemorroides», sugirió un lector a través del canal Preguntas a Buenas Vida. En diálogo con Clarín, especialistas destacaron varios aspectos fundamentales: el problema no son las hemorroides, sino que produzcan síntomas y si esos síntomas aparecen no hay que normalizarlos. Además, no todo síntoma en esa zona es adjudicable a las hemorroides, por lo que -especialmente si hay sangrado- hay que consultar para acceder a diagnóstico y tratamiento.
Qué son las hemorroides
Las hemorroides son, según su definición, dilataciones vasculares de las venas de los plexos hemorroidales. Los plexos son una especie de «almohadillas» situadas en la unión entre el recto y el ano.
«Las hemorroides forman parte de las estructuras vasculares que ocupan el canal anal y son parte normal de la de la anatomía de la zona«, dijo Nicolás Rotholtz, jefe del Servicio de Cirugía y del Instituto de Enfermedades Digestivas del Hospital Alemán de Buenos Aires. Ejercen un rol en la continencia y tienen, además, «cierta función protectora del ‘traumatismo’que puede generar en el día a día la evacuación».
Y si bien todos tenemos hemorroides, el problema, en sintonía con lo que dice la pianista del comercial, es cuando «nos damos cuenta» de su existencia. Si dan señales, es que algo no anda del todo bien.
«Cuando las hemorroides generan síntomas, generalmente por aumentar de tamaño, es lo que se denomina enfermedad hemorroidal», diferenció el médico cirujano y especialista en coloproctología Alejandro Canelas, también del Hospital Alemán.
«Los síntomas más comunes son el sangrado al evacuar o la sensación de prolapso, es decir, sentir que salen hacia afuera y tocarse una especie de bulto alrededor de la cola», precisó Sebastián Guckenheimer, cirujano especialista en coloproctología del Hospital Pirovano. La dificultad para higienizarse, sobre todo a causa del prolapso, suele también asociarse a picazón.
La enfermedad hemorroidal es más frecuente en la edad media de la vida. «En encuestas poblacionales de Estados Unidos se informa una prevalencia de 4,4%, con un pico entre los 45 y 65 años, en ambos sexos», indicó Canelas y dijo que es inusual que aparezcan síntomas antes de los 20 años.
No obstante, la prevalencia real no está clara, admitió. No solo porque es muy frecuente, sino debido a que «todo disconfort anal es asociado a esta patología, a pesar de que existen diferentes afecciones que pueden generar síntomas en el ano», como fisura, fístula, absceso y hasta enfermedades de transmisión sexual.
¿Por qué se produce la enfermedad hemorroidal?
El aumento de tamaño de los paquetes hemorroidales pueden darse por diferentes causas que no son excluyentes entre sí, por lo que su origen puede ser multifactorial.
Por un lado, los tejidos de sostén tienden a degenerarse con el paso de los años, mientras que también se puede producir una alteración del flujo sanguíneo en la zona, que hace que las almohadillas se dilaten.
La edad, los trastornos evacuatorios, el embarazo, algunas actividades laborales, ciertas medicaciones (el uso de laxantes o enemas), la menstruación, la alimentación, la presión arterial alta y los antecedentes familiares favorecen a la activación de los mecanismos que conducen al aumento de tamaño de las hemorroides y los consecuentes síntomas.Aconsejan evitar largos períodos en el inodoro. Foto Shutterstock.
«Las personas que tengan trastornos en el ritmo evacuatorio van a tender a a desarrollar síntomas por las hemorroides, especialmente los que son constipados, pero también está descripto en situaciones de diarrea y otras en las que aumente la presión dentro del abdomen, como en pacientes obesos, que levanten mucho peso, o que pasen mucho tiempo sentados, sobre todo en el inodoro», dijo Guckenheimer.
Por eso, entre otras factores evitables, llevar el celular o un libro al baño no es aconsejable, coinciden los especialistas.
¿El estilo de vida influye en los síntomas hemorroidales ?
Según Guckenheimer, juega un rol fundamental: “En Occidente prevalece el consumo de carnes, grasas, hidratos de carbono, con menor proporción de fibras aportadas por frutas verduras, cereales y esto puede devenir en una alteración de la evacuación (sobre todo constipación) generando mayor esfuerzo defecatorio y por ende el aumento del tamaño de las hemorroides. Además, el exceso de calorías y el sedentarismo favorecen a la obesidad, que aumenta la presión dentro del abdomen, fomentando también el aumento de las hemorroides”.
Según Rotholtz, dado que la enfermedad hemorroidal es un problema «muy frecuente» no es sencillo establecer si en las últimos años se produjo una suba en la prevalencia vinculada a cambios en el estilo de vida. «Pero hay determinadas acciones que tienden a favorecer la sintomatología de las hemorroides, los alimentos irritantes es una de ellas y es cierto que en la actualidad hay un consumo un poco más amplio de este tipo de alimentos”, afirmó.
¿Qué diferencia hay entre hemorroides internas y externas?
La división entre internas o externas hace referencia a la ubicación de los plexos hemorroidales, explicó Canelas, que integra también el staff del Centro Privado de Coloproctología.
«Las hemorroides internas se ubican en la parte interna del ano. Cuando aumentan de tamaño pueden generar síntomas como sangrado y prolapso. Los pacientes suelen tener esta dolencia en forma crónica. Generalmente no se asocian a dolor salvo situaciones puntuales como cuando el prolapso se combina con inflamación impidiendo reintroducirlas a su lugar (lo que se conoce como fluxión hemorroidal)», precisó.
Las hemorroides externas -diferenció- se encuentran alrededor del ano, en la parte externa y están cubiertas por una piel sensible. El dolor también suele ser infrecuente, a menos que se produzca una trombosis hemorroidal externa, una complicación asociada a la formación de un coágulo de sangre.
No obstante, lo más común es que las hemorroides internas salgan al exterior, señaló Rotholtz. «Las hemorroides son básicamente internas, pero en algunas circunstancias pueden exteriorizarse. Eso ya es anormal. Esa exteriorización puede reintroducirse espontáneamente, puede requerir de alguna maniobra manual de la misma persona para reintroducirlas, o no poder reingresar más hacia la parte interna por el tamaño que tienen», detalló. Esa diferencia marca la complejidad de la enfermedad hemorroidal, que se clasifica en cuatro grados.
En las de primer grado no hay prolapso (es decir, no salen hacia afuera), pero las personas pueden presentar sangrado sin dolor.
No normalizar los síntomas
Cuando aparecen síntomas, hay que consultar, coinciden los especialistas. «Ya sea que haya sangrado o la sensación de prolapso (tocarse un bulto alrededor de la cola). Si bien las hemorroides son la principal causa de sangrado, hay otras que hay que descartar con un examen proctológico o a veces incluso con una videcolonoscopia», advirtió Guckenheimer.
«Mucha gente termina normalizando algo que es anormal -coincidió Rotholtz-, es decir que conviven con alguno de estos síntomas, lo normalizan en su día a día y por eso no hacen la consulta y eso es un error. Y muchos de estos síntomas, sobre todo el sangrado, uno puede pensar que es un tema hemorroidario, pero también hay que quedarse tranquilo de que no haya ninguna otra afección que lo esté causando.»
«Ante la presencia de síntomas siempre se debe realizar una consulta con un coloproctólogo. De esta forma se puede confirmar que realmente se trata de enfermedad hemorroidal. Realizado el diagnóstico se puede caracterizar la situación y establecer un tratamiento dirigido», dijo Canelas.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad hemorroidal?
El interrogatorio y el examen proctológico (inspección, tacto, anoscopia) son las herramientas claves para el diagnóstico.»Durante el interrogatorio debe analizarse el motivo de consulta, si es por sangrado, prolapso, picazón, molestia o dolor. Se debe preguntar cuánto tiempo lleva de evolución y por la frecuencia de los síntomas. Por otro lado, se debe analizar ritmo evacuatorio del paciente y preguntar sobre continencia anal», precisó Canelas.
Y sumó que se debe indagar en antecedentes médicos personales, prácticas sexuales, historia familiar de cáncer de colon y si se le practicó videocolonoscopía previamente.
Con toda esa información se puede establecer el diagnóstico, determinar tipo, localización y el grado de enfermedad hemorroidal, «escenario en el cual se puede plantear la mejor estrategia terapéutica».
Pero hay pacientes en los que se pueden indicar estudios complementarios, como la videocolonoscopia y la rectosigmoideoscopiaLas hemorroides internas se clasifican en cuatro grados. Foto Shutterstock.
«En pacientes menores de 40 años con pérdida mínima de sangre roja brillante, sin anemia, dolor abdominal, diarrea, factores de riesgo de cáncer colorrectal o enfermedad inflamatoria intestinal, no sería necesario realizar videocolonoscopia», planteó el coloproctólogo.
Pero el panorama cambia a partir de los 40, edad en la que empieza a incrementarse en el riesgo de cáncer de colon, enfermedad en la que la proctorragia (sangrado por la cola) es una de las banderas rojas. Por eso, a partir de esa edad, si hay sangrado, se recomienda completar el estudio con una colonoscopia.
¿Cómo se trata la enfermedad hemorroidal?
«El objetivo del tratamiento de la enfermedad hemorroidal no es la eliminación completa de los paquetes hemorroidales, sino erradicar los síntomas que alteran la calidad de vida del paciente», explicó Canelas.
Por eso, el tratamiento es la primera línea terapéutica. «Consiste en normalizar el ritmo evacuatorio corrigiendo la constipación o las diarreas frecuentes para lograr una evacuación sin esfuerzo de heces pastosas», precisó.
¿Cómo se logra? El especialista dio una serie de indicaciones.
- La ingesta de fibras (frutas, verduras, cereales) asociado a la ingesta de 1,5-2 litros de líquido diario «generalmente logran deposiciones con heces blandas y reducen el esfuerzo evacuatorio mejorando la sintomatología hemorroidal». No obstante, puede llevar hasta seis semanas lograr el efecto deseado, estimó.
- La actividad física aeróbica, evitar alimentos constipantes o irritantes (comidas ricas en grasas y alcohol) y evitar la limpieza abrasiva muestran un beneficio sintomático.
- Síntomas como la picazón y la irritación pueden ser tratados con cremas y baños de asiento con agua tibia.
- Se debe evitar prolongar el uso de cremas con corticoides por más de una semana.
- Tomar agentes flebotónicos por vía oral puede reducir el sangrado y tiene efecto en cuadros de inflamación local.
«Con el tratamiento médico se consigue una respuesta favorable entre el 75 y 80% de los casos», estimó.
«Ante la no respuesta al tratamiento médico, la hemorroidectomía continúa siendo el tratamiento más efectivo, pero presenta el inconveniente de generar importante dolor postoperatorio. Es por este motivo que se utilizan diferentes estrategias terapéuticas previamente, reservando esa alternativa para casos seleccionados que no responden a otros tratamientos”, sostuvo.
«Un método muy difundido es el banding hemorroidal, con gran tasa de éxito y que genera pocas molestias tras su colocación», añadió. Es un procedimiento a través del cual las hemorroides se ligan con bandas elásticas, interrumpiendo así el suministro de sangre.
Prevenir y aliviar los síntomas de las hemorroides
Tanto para prevenir los síntomas hemorroidales como para aliviar los síntomas, la clave está en lograr “heces bien formadas, pero no duras”, sintetizó Canelas.
Los consejos de los especialistas son:
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra. Comer más frutas, verduras y granos o cereales integrales. En algunos casos, puede ser necesario el uso de suplementos.
- Tomar mucho líquido. De 1,5 a 2 litros de agua al día y evitar el alcohol.
- No hacer fuerza. «Hacer mucho esfuerzo y contener la respiración al intentar evacuar las heces crea una mayor presión en las venas de la parte inferior del recto», dicen desde la Clínica Mayo, de Estados Unidos.
- Hacer ejercicio. Mantenerse activo contribuye a evitar el estreñimiento y reducir la presión sobre las venas. En forma indirecta, también puede ayudar al descenso de peso.
- Evitar pasar mucho tiempo sentado. Especialmente en el inodoro, puede aumentar la presión sobre las venas del ano.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/hemorroides-queres-saber-da-verguenza-preguntar_0_MxeigKWffY.html