Incontinencia urinaria
“Me mojaba la ropa interior”: cuenta lo que sufrió por casi 10 años para que a otras mujeres no les pase lo mismo
Blanca Anzoategui (34) es actriz y gastronómica y desde muy joven tuvo incontinencia urinaria. Dice que no hay que aceptarlo como algo normal y consultar al médico. El trastorno afecta a 1 de cada 4 mayores de 40.
La incontinencia urinaria es un tema del que no se habla. Pero afecta a muchas más personas de las que se cree. Y la mayoría son mujeres.
Blanca Anzoategui es una de ellas. Sabe bien de las complicaciones, la vergüenza, la desesperación en la que puede convertirse algo tan normal y humano como hacer pis. Por eso, en el Día Internacional de la Incontinencia Urinaria, que se celebró esta semana, decidió contar su historia. Para que otras no pasen por ese calvario.
“Si a alguna mujer que está viviendo algo similar, es re esperanzador. A mí me hubiese gustado cruzarme con alguien en la misma que yo”, dice esta gastronómica y actriz de 34 años que vive en San Justo.
Hoy, casi una década después de la aparición de los primeros síntomas y con varios tratamientos durante ese tiempo, Blanca lleva una vida normal.
Primero, su caso derriba dos de las principales creencias sobre la incontinencia urinaria: que afecta sólo a mayores de 40 y que las mujeres que la tienen fueron madres. Ella no tiene hijos y empezó con las pérdidas de orina a los 25 años.
“Las primeras veces eran pérdidas muy menores, no les daba importancia. Me llevó años aceptar que eso no era normal, que había algo que estaba mal”, cuenta. En ese tiempo, recurría a protectores diarios y luego a apósitos más grandes. Hasta llegó a pensar en comprarse bombachas descartables.
Explica con detalles lo que vivía, justamente, para que otras mujeres no lo normalicen: “Me daba cuenta a nivel sensitivo, que se escapaba un chorrito. Me estaba pasando casi todos los días. Si el baño estaba ocupado, me mojaba la ropa interior”.
«Me generaba mucha vergüenza»
Y desde ahí, claro, toda la connotación emocional y social. Cuenta que había empezado a estudiar teatro, y que lo tuvo que dejar. O que viajar de San Justo a Capital era imposible, y que más de una vez debió bajarse del colectivo y buscar un local de comidas rápidas para ir al baño.A Blanca, la incontinencia le generó muchos problemas en su vida diaria. Foto Ariel Grinberg
“Me generaba mucha vergüenza. Hasta en las primeras consultas con los médicos lo minimizaba y hablaba de ‘pequeños chorritos’. Fui por el camino de taparlo, de ponerme ropa grande y oscura, que no se notara. O estaba teniendo una conversación con alguien, la cortaba y decía ‘Me olvidé algo, voy a buscarlo’, y en realidad quería hacer pis”, relata.
Blanca tiene una vejiga hiperactiva, un trastorno en el que los músculos de la vejiga se contraen aunque tenga poco volumen de orina, generando la necesidad de orinar. Es una de las formas en las que se presenta la incontinencia urinaria.
Christian Cobrero, coordinador de Urología en el Sanatorio Finochietto y presidente de la Asociación Latinoamericana de Piso Pélvico, explica que las incontinencias “de urgencia” como la de Blanca suelen tener causas neurológicas y que también puede manifestarse cuando el músculo de la vejiga deja de funcionar y los pacientes orinan por rebalsamiento.
Sin embargo, la mayoría de las incontinencias son las llamadas “de esfuerzo”. “Generalmente tienen relación con una alteración ligamentaria y muscular del piso pélvico. Hay un desbalance y se alteran los ángulos normales de la posición de la uretra y el cuello visical”, describe el urólogo.
El 90% de los casos de incontinencia de esfuerzo se da en mujeres, por lo general que hayan tenido dos o tres partos, independientemente de si fueron naturales o cesáreas. En los hombres, añade el médico, la incontinencia se ve generalmente luego de una cirugía de cáncer de próstata. Se estima que, en sus distintas formas, esta patología la sufren uno de cada cuatro adultos de más de 40 años y que el 45% no consulta al médico.
Con tratamiento, la incontinencia se puede revertir. Como lo hizo Blanca, que finalmente pudo estudiar teatro y hoy participa en obras teatrales además de tener un restaurante con sus hermanas en el que hacen viandas para fábricas.
Las terapias para abordar esta patología siguen una escalera terapéutica, que incluye ejercicios de piso pélvico, kinesiología, biofeedback, medicación, cirugía y, en casos muy puntuales como el de Blanca, el implante de un neuroestimulador sacro para recomponer la actividad de la vejiga.Blanca dice que con el tratamiento recuperó sus rutinas y la confianza. Foto Ariel Grinberg
Ella dice hoy que está “contenta y orgullosa”. Que recuperó la seguridad y la confianza en su sexualidad, antes siempre afectada por la vergüenza y el temor de tener olor a pis. “Ahora puedo hacer mis rutinas, ya no tengo que llevar una muda de ropa en la mochila. Me cambió la vida”, agrega.
También sugiere que los ginecólogos hagan un control de rutina del estado del piso pélvico para evitar que se debilite. Y fundamentalmente pide que los adultos retomemos la naturalidad que tenemos para hablar de “hacer pipí y popó” con los más chiquitos para sacarle el pudor a estos temas. “Una se come el cuento de que esto te pasa solo a vos: no es así”, cierra Blanca, antes de animar, otra vez, a que las mujeres se animen a consultar.
Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/mojaba-ropa-interior-cuenta-sufrio-10-anos-mujeres-pase-mismo_0_1Ekb4wyrLz.html