cabeza-dolor

Existe una enfermedad en la que un simple gesto como sonreír, masticar o tocar la cara con una caricia puede desencadenar un dolor súbito y muy intenso. Te explicamos en qué consiste, sus principales causas y cómo se trata.

Neuralgia del trigémino
  1. María Sánchez-Monge

En una hipotética clasificación de los peores dolores del mundola popularmente conocida como enfermedad de las caricias podría ocupar el número 1 o, al menos, un lugar entre los tres primeros puestos. Su nombre verdadero es neuralgia del trigémino y constituye un tipo de dolor crónico e intenso que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta en España a más de 35.000 personas. El nervio trigémino o nervio trigeminal, también conocido como quinto par craneal, se extiende a lo largo de la zona frontal y ocular, la mejilla y la mandíbula. Es un nervio con función mixta, motora y sensitiva, teniendo predominio de función sensitiva. Controla principalmente la musculatura de la masticación y la sensibilidad facial. 

La neuralgia del trigémino provoca un dolor súbito y muy intenso, similar a una descarga eléctrica, que los pacientes suelen experimentar de forma intermitente, y que generalmente se inicia ante cualquier estímulo táctil o térmico en el rostro”, explica Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología. Es, por lo tanto, “muy habitual que se desencadene al realizar actividades tan ordinarias como masticar, hablar, sonreír, bostezar, lavarse la cara, los dientes, afeitarse,….”, añade. Una simple caricia puede impulsar esta sensación insoportable y de ahí viene su sobrenombre que, en realidad, es una simplificación, ya que esta patología va mucho más allá.

El dolor propio de esta enfermedad, que puede afectar a cualquier persona (aunque es más frecuente en mayores de 50 años y en mujeres) suele durar de un segundo a dos minutos y generalmente respeta el sueño. Pero las crisis pueden repetirse rápidamente, con una frecuencia de hasta 100 veces al día.

Tipos de neuralgia del trigémino en función de la causa

Dolor intenso

La neuralgia del trigémino se suele dividir en tres tipos principales en función de la causa del dolor: clásica, idiopática y secundaria. La forma clásica es aquella en la que el dolor no tiene una causa aparente, aunque se considera que puede ser atribuible a una compresión neurovascular. Se dice que es idiopática cuando no existen alteraciones en las pruebas neurofisiológicas o en la resonancia magnética y, por último, la secundaria es la que se debe a una causa subyacente, como un tumor o un aneurisma. 

Impacto en la vida de los afectados

El impacto de la neuralgia del trigémino en la calidad de vida es, lógicamente, muy acusado. Se calcula que la incidencia de depresión y ansiedad en estos pacientes es casi tres veces superior a la de la población general y que se relaciona directamente con la intensidad del dolor y la duración de la enfermedad

Esta patología influye de forma muy notable en la capacidad laboral de aproximadamente el 34% de los pacientes y más del 50% experimentan limitaciones laborales, según los últimos estudios. 

Un bajo rendimiento en las actividades de la vida diaria, aislamiento social, alteración del sueño, fatiga o problemas alimentarios son otros problemas documentados en diversas investigaciones. Por eso, la SEN afirma que es importante “considerar una aproximación terapéutica multidisciplinar junto a profesionales de salud mental a la hora de abordar a estos pacientes”.

Tratamiento de la ‘enfermedad de las caricias’

Según expone la SEN en el documento Diagnóstico y tratamiento de la neuralgia del trigémino: documento de consenso del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología, publicado en la revista Neurología, el tratamiento inicial es farmacológico, aunque “en pacientes seleccionados con respuesta insuficiente o mala tolerancia a fármacos se debe valorar el tratamiento quirúrgico”.

“Con los fármacos actuales se estima que cerca del 80-85% de los pacientes quedan libres de dolor a largo plazo”, señala Irimia. Sin embargo, se calcula que “alrededor de un 20% de estas personas no responden al tratamiento médico o pueden desarrollar efectos adversos a los fármacos y son candidatos a tratamiento quirúrgico”. El neurólogo apunta que el momento adecuado para este tipo de intervención “no está establecido, pero, teniendo en cuenta la intensidad del dolor, es razonable no demorarla en exceso si la persona no responde o no tolera el tratamiento médico”.