«La obligación de ser feliz en Navidad es como forzar un deseo sexual»
Lo afirmó Víctor Amat, psicólogo ‘punk’
El psicólogo Víctor Amat cree que tener un espíritu crítico puede liberarnos de muchas cargas navideñas que nos autoimponemos: la obligación de ser feliz, estresarnos más al huir del estrés, llegar a ser tu mejor versión…
La crítica tanto al sistema establecido como a los valores convencionales es un rasgo clave del movimiento punk. Para el psicólogo Víctor Amat, autor de los libros Psicología punk, Autoestima punk y Antimeditaciones, la Navidad punk supone adoptar una perspectiva escéptica que puede ser de gran ayuda para muchas personas. “Es muy sencilla”, afirma en una entrevista a CuídatePlus. “Consiste en que cada uno sea capaz de reconocer cómo está”.
Si alguien asiste a una fiesta navideña y no se encuentra bien “porque se ha separado o ha perdido su mascota”, se trata de que sea “capaz de poder reconocerlo y decir: ‘no estoy fino, pero aquí estoy e intentaré pasarlo lo mejor que pueda’”. De la misma manera, quienes le acompañan, en lugar de preguntar continuamente cómo se encuentra, deberían plantearse decirle tan solo: “Si necesitas alguna cosa, aquí estamos”.
“Se podría decir que la Navidad es como un jardín lleno de semillas de consejos que nadie ha solicitado”, expone Amat, quien insta a un acercamiento mucho más empático a aquellas personas que lo pasan mal en estas fechas porque han dejado de beber alcohol o tienen un trastorno de la conducta alimentaria, entre otras situaciones.
Crítica de la psicología positiva en Navidad
La psicología positiva es un terreno abonado para los mensajes vacíos en Navidad. El punto de partida es la felicidad, que de tanto mencionarla y ensalzarla se convierte, de hecho, en una obligación. A partir de esa premisa, el resto de mensajes se acumulan sin ningún tipo de filtro: “sé tu mejor versión en estas fiestas”, “ten pequeños gestos de bondad”, “libérate del estrés”…
Felicidad obligatoria
Respecto a la obligación de ser feliz en Navidad, Amat considera que el problema surge “cuando uno tiene que forzar aquello que es espontáneo”, como la felicidad. Para él, el día de Navidad es uno de los mejores del año, pero considera “injusto proponer a la gente que viva la Navidad como yo la vivo”. La verdadera empatía “es pensar que no todo el mundo va a estar como yo ni tiene por qué pasárselo bien en Navidad”.
Por eso, cree que ofrecer “consejillos” para ayudar a otras personas a estar mejor en esta época supone ir demasiado lejos “y forzar aquello que no se puede forzar”; algo así como “forzar una erección o el deseo sexual”. Pero no funciona porque “si una persona no te gusta y te obligas a que te guste, te va a dar más asco”, señala Amat. “Lo mismo pasa con la felicidad”.
La banalidad de la ‘mejor versión’
Junto a la promoción de la felicidad a toda costa, en Navidad abundan los consejos para ser mejor persona o alcanzar determinadas metas personales. “Sé tu mejor versión” es una de las propuestas más frecuentes que se lanzan desde la psicología positiva. “Hay que alejarse siempre de cualquier publicidad que te invite a ser tu mejor versión o a subir al siguiente nivel”, subraya el psicólogo. “Son dos frases que, de tan usadas y banales, son perversas”.
Dejar atrás el estrés
Otro de los objetivos que se promueven hasta la saciedad en estos días es dejar atrás el estrés, pero insistir demasiado en este punto puede resultar contraproducente e, incluso, estresante. Es poco realista pensar que es posible alejarse del estrés simplemente porque sea Navidad. “A mí me resultan unas fiestas muy estresantes: tener que comprar regalos para todos, hacer cola para todo, todo es mucho más caro…”, enumera Amat.
Soledad en Navidad
La soledad de muchas personas se hace especialmente patente en Navidad, tal y como se resalta desde diversos organismos. Ante esta situación, el psicólogo alude a la necesidad de paliar la “falta de empatía hacia esas personas” que en muchos casos tienen una edad avanzada, pero también son multitud los individuos jóvenes o en su madurez que “van a pasar la Navidad solos o sin grandes posibilidades de encontrar gente con quien compartir estos momentos”.
Tampoco hay que olvidar a quienes, teniendo familia, experimentan otro tipo de soledad: “Para muchas personas a las que he atendido en mi consulta, la Navidad es un sacrificio porque tienen que ver a alguien con quien no desean estar; por ejemplo, un individuo que abusó de ellas en su infancia”.