Mala alimentación en los niños
La alimentación durante los primeros años de vida constituye un pilar fundamental del desarrollo de los niños. Sin embargo, distintos factores -como la posibilidad de acceso, los malos hábitos debidos al estilo de vida, la falta de información nutricional clara y ciertas tendencias dietarias- pueden atentar contra un adecuado aporte de nutrientes. Problemas de concentración y atención, trastornos del aprendizaje, del sueño, somnolencia durante el día, cefalea y dolor abdominal recurrente son algunos de los signos capaces de evidenciar estos déficits nutricionales en la infancia, según lo explica el doctor Sebastián Sticotti, médico pediatra especialista en neonatología.
Claves para darse cuenta
“En ocasiones en las que encontramos que las cosas no andan bien en un niño, vamos hacia atrás y empezamos a ver malos hábitos, alimentación desordenada, picoteo, mala calidad de los alimentos, consumo excesivo de sal o de alimentos ultraprocesados, y muchas veces comprobamos que se trata de un problema que comparte toda la familia, lo cual nos permite hacer educación alimentaria”, comentó.
En opinión del pediatra, si bien no es difícil llevar adelante un buen plan de alimentación, variado, ordenado y razonable, por un lado es necesario garantizar el acceso a los alimentos de buena calidad nutricional y, por otra parte, hay ciertos mitos y prejuicios vinculados con la nutrición que se deben desterrar.
Entre los niños que tienen mayor acceso a nutrientes de mejor calidad, a veces, “por otras cuestiones como por ejemplo comodidad, por las viandas del colegio, los horarios familiares o el trabajo, el déficit está en los micronutrientes: faltan vitaminas, falta consumo regular de frutas y verduras, de colores y crudas… y es muy fácil darse cuenta cuando eso sucede”.
No hay alimentos prohibidos
Según destacó el pediatra, en la alimentación general y de los niños en particular no existen alimentos prohibidos ni alimentos obligatorios. “La alimentación adecuada es una combinación de productos, que aportan diferentes calidades de nutrientes y en diferentes cantidades. Es un gran rompecabezas en el que hay que poner de todo”, puntualizó, para luego recordar que “el único alimento perfecto que existe en la naturaleza es la leche materna, no existe otro”.
En esa misma línea, Sticotti se refirió a tres de los productos que en ocasiones se cuestionan, ya sea por modas dietarias o simple desconocimiento y que, sin embargo, cumplen un rol en la alimentación infantil:
– Leche de vaca: No está prohibida ni es obligatorio que los niños la tomen. La realidad es que es fuente de calcio, vitaminas y agua. No hay una cantidad establecida que haya que consumir. Dependerá también de la edad. Los lácteos en general son muy buen alimento. No hay ningún motivo por el que haya que prohibir la leche, salvo que haya una alergia gravísima, que es muy excepcional. Pero no es un alimento malo ni es necesario sacarlo de la dieta.
– Carnes: En los períodos importantes de crecimiento, como los primeros años de la vida y en torno a la adolescencia, o durante el embarazo, las proteínas son fundamentales. Una fuente muy importante de proteínas y hierro son las carnes. Todas ellas, tanto la carne vacuna, como las aves, el pescado y el cerdo, son buenas fuentes de nutrientes.
En estas etapas críticas, durante los primeros años de la vida, sugerimos una porción de proteína diaria, de cualquiera de los tipos de carne. Una porción equivale al tamaño de la palma de la mano de los chicos. El huevo también es una fuente muy valiosa de proteína.
Hay formas alternativas de reemplazar las proteínas, aunque no es tan fácil y hay que encontrar cómo hacerlo. Porque una porción de carne vacuna no equivale a un plato de lentejas -que son buena fuente de hierro y proteína de origen vegetal- sino que hay que comer cinco veces el peso y tamaño de la carne en lentejas para reemplazar algunos de los nutrientes que aporta. Si bien está claro que se debería aumentar el consumo de legumbres en la población argentina, es muy importante contar con el asesoramiento y apoyo profesional de un nutricionista o médico especializado en Nutrición cuando se intenta buscar reemplazos a algunas fuentes de nutrientes.
– Azúcar: El azúcar no está prohibida de ninguna manera. Pero comer azúcares simples todo el tiempo tiene numerosos perjuicios para el proceso digestivo, para la salud dental y puede favorecer el sobrepeso. El azúcar refinado, que está en golosinas, postres, galletitas, facturas, se absorbe muy rápido, hace subir muy rápido el azúcar en la sangre y hace que la insulina para frenarlo suba muy rápido y después caiga muy rápido también. Entonces ese efecto energético que se supone que tienen, no es real.
Los mejores azúcares son los de liberación prolongada, es decir los almidones y los hidratos de carbono complejos. ¿Está prohibido ponerle una cucharada de azúcar a la leche? De ninguna manera. Pero si se quisiera usar un edulcorante, también se puede.
Evitar el sedentarismo
Es importante acompañar un adecuado plan alimentario con la realización de actividad física como eje para combatir la creciente epidemia de obesidad.
En ese sentido, subrayó el especialista que el actual contexto de la pandemia de SARS-CoV-2 ha contribuido a la proliferación de ambientes obesogénicos, caracterizados por un drástico aumento del sedentarismo y otros hábitos que favorecen al aumento de peso tanto de niños como adultos. “Esto sin dudas impactará en el estado nutricional de las personas y las consecuencias empezaremos a observarlas en el mediano y largo plazo”, finalizó.
Fuente: Télam