Morir con ley de cuidados paliativos
La Cámara de Diputados debatirá en los próximos días en el recinto un proyecto de ley sobre cuidados paliativos, que tiene media sanción del Senado y que asegura el acceso de los pacientes a las prestaciones integrales sobre cuidados paliativos, en el ámbito público, privado y de la seguridad social, así como el acompañamiento a sus familias. Sobre la iniciativa opinó para Télam la psicóloga y especialista en cuidados paliativos, Silvina Dulitzky.
POR SILVINA DULITZKY
En las últimas semanas los cuidados paliativos empezaron a salir de los ámbitos íntimos y llegaron al Congreso. El deseo de contar con Ley propia se ajusta a una realidad que empieza a ser tangible.
Muchos de quienes hemos dedicado nuestra práctica profesional al acompañamiento y asistencia de pacientes con enfermedades graves, incurables, potencialmente mortales, sabemos de la garantía de derechos que esta ley implica. Lo sabemos nosotros y también todos aquellos pacientes y familiares que han tenido la posibilidad de ser cuidados en el momento y de la forma en que han necesitado pero sobre todo lo saben aquellos que no han podido acceder a un cuidado paliativo de calidad y por tanto han padecido un sufrimiento innecesario.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a los cuidados paliativos como «un enfoque que mejora la calidad de vida de los pacientes (adultos y niños) y sus allegados cuando afrontan problemas inherentes a una enfermedad, previniendo y aliviando el sufrimiento a través de la identificación temprana, la evaluación y el tratamiento correcto del dolor y otros problemas, sean estos de orden físico, psicosocial o espiritual.”
Es una responsabilidad ética de los sistemas de salud y del estado proporcionar cuidados paliativos a sus ciudadanos. Sin embargo algunos estudios estiman que a nivel mundial sólo un 14% de las personas que necesitan asistencia paliativa la reciben, con un porcentaje similar en nuestro país.
La muerte en la modernidad de las sociedades industrializadas se presenta interdicta, prohibida, escondida de la visión pública. Esta exclusión se representa no sólo como una exterioridad respecto al colectivo social sino también como aquello de lo que no se habla. La persona próxima a morir puede transformarse en un excluido silenciado. En las sociedades industrializadas observamos un aislamiento precoz del moribundo como de los viejos. Sostenido en esta interdicción de la muerte, el destino del moribundo se circunscribe a la rutina de la institución sanitaria, garantizando el contacto técnico con un número limitado de profesionales que proveen un cuidado profesional. El problema social de la muerte resulta así difícil de resolver. La muerte es un problema de los vivos. Los cuidados Paliativos marcan un nuevo posicionamiento frente a la muerte, su asistencia, al sufrimiento y a una ideología del cuidado del moribundo y sus allegados.
En Argentina actualmente, existe un proyecto de ley de Cuidados Paliativos que tiene media sanción en la Cámara de Senadores y que se ha aprobado por unanimidad en las comisiones de Salud y de Hacienda y Presupuesto de la Cámara de Diputados. La promulgación de esta Ley garantizaría el derecho al acceso a CP para prevenir y aliviar el sufrimiento de las personas y sus familias, asistidas en el sistema de salud argentino, mejorando la asistencia y favoreciendo la capacitación de los equipos profesionales que se encuentran a cargo de estos pacientes.
El proyecto de ley propone ordenar y fortalecer los equipos y servicios existentes; lograr asistencia en los lugares de residencia de los pacientes, evitando la migración a centros urbanos de mayor complejidad, y permitiendo que puedan morir en su lugar de origen; optimizar la formación de los profesionales; mejorar estas prestaciones tanto en domicilio, como en unidades específicas de internación y en los equipos hospitalarios; facilitar la evaluación y tratamiento del dolor severo, presente en el 80% de los pacientes de cuidados paliativos; mejorar la disponibilidad de medicamentos esenciales en cuidados paliativos ; incrementar la capacidad de cuidado de las comunidades con entrenamiento y educación y preservar la dignidad de la persona enferma y de su entorno afectivo durante todo el transcurso de la enfermedad y aún en la proximidad de la muerte. Sin duda, el proyecto pretende garantizar justicia en la accesibilidad a la asistencia y a una vida digna aun en circunstancia en donde es inconmensurable como alguien gravemente enfermo puede llegar al final del día.
El hecho verdaderamente trascendente en esta búsqueda de promulgación de la ley es que la muerte, el cuidado del paciente y la finitud vuelven a tener lugar en la escena pública. Como sociedad también garantizamos la democracia al encontramos hablando entre todos de la muerte, pensando en el acceso equitativo a su asistencia y en contemplarla a la hora de tomar decisiones vitales personales fundamentales. Que sea Ley!
Fuente: Télam