Olvidarse las llaves o qué se iba a hacer en un momento determinado son despistes habituales. La atención es muchas veces la responsable de ellos. 

Engranaje cerebral
  1. Alicia Cruz Acal

Sabes que has entrado en una habitación para hacer o coger algo, pero no recuerdas el qué. Seguro que te ha ocurrido. Otro despiste frecuente es, por ejemplo, no recordar dónde se ha dejado esta o aquella otra cosa. Estos fallos de memoria pueden levantar la sospecha de estar sufriendo alguna enfermedad neurológica o se achacan a la edad. 

Aunque es cierto que los cambios en las funciones de la memoria son parte del envejecimiento normal, los más jóvenes también experimentan este tipo de olvidos. Los expertos tranquilizan: son habituales y tienen una explicación.

Más allá de que los olvidos momentáneos aumentan con los años, hay otros factores que pueden propiciarlos. “Depende del grado de atención, del cansancio o fatiga mental, del número de tareas que estamos realizando simultáneamente, etc.”, afirma José María Delgado García, fundador de la División de Neurociencias en la Universidad Pablo de Olavide. 

En este punto, la atención es clave. No es la memoria, sino la atención la causante de estos olvidos pasajeros en numerosas ocasiones. Teresa Moreno, miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN), manifiesta que las habilidades de atención y memoria están estrechamente relacionadas

Según la neuróloga, “el hecho de que podamos aprender y recordar algo depende en parte de nuestra capacidad para concentrarnos en la información en ese momento. Muchas veces no es que no recordemos algo, simplemente no lo habíamos registrado”. La especialista añade que nuestra capacidad para centrarnos en recuperar esa información posteriormente es otro factor a tener en cuenta. 

Tal y como expresa Delgado, la atención “es primordial tanto para la rememoración (traer una información almacenada en nuestro cerebro a nuestra consciencia), como para el reconocimiento (detectar algo o alguien como conocido o sabido)”. Sin embargo, insiste en que en todos los aspectos relacionados con la memoria intervienen otras funciones cerebrales como la motivación, el estado emocional, los factores ambientales, etc.

El papel de la memoria de trabajo

De la atención depende en buena medida lo que se conoce como memoria de trabajo. “Es la parte de la memoria a corto plazo que permite que nuestro cerebro retenga información durante un breve periodo de tiempo mientras se hace otra cosa”, define Moreno, quien detalla que los datos que recoge la memoria de trabajo es temporal, aunque a veces se pueden reemplazar en la memoria a largo plazo. 

Tomar notas en clase, seguir instrucciones de varios pasos o recordar un argumento persuasivo mientras otra persona termina de hablar son algunos ejemplos que pertenecen a este campo de la memoria. Delgado añade que, aunque este necesita de la atención, también requiere de otros elementos: de la buena definición de los estímulos sensoriales, cognitivos y emocionales relacionados con la tarea que se está realizando

“Hoy día se sabe que la memoria de trabajo depende de estructuras cerebrales definidas, como la corteza prefrontal medial o regiones específicas de las cortezas cerebrales temporal y parietal”, concreta el experto, quien declara que, como en cualquier otra actividad humana, ya sea jugar al fútbol, redactar un texto o recitar un poema, intervienen muchas condiciones para que se realice sin fallos ni olvidos o presente algunas deficiencias. 

Estrategias para prestar más atención

Un sueño regular está muy relacionado con la memoria. Por ello, los expertos aconsejan dormir entre ocho y nueve horas diarias. Otros consejos para mejorar tanto la atención como la concentración son:

  • Establecer un horario y una rutina que ayude a ganar la percepción de control, seguridad y a reducir los niveles de estrés y ansiedad. 
     
  • Estar en el momento presente. Es conveniente dedicar cada momento a la actividad que corresponda, centrando los pensamientos en el aquí y ahora: vive en el momento presente. 
     
  • Una sola cosa cada vez. Para conseguir un nivel de concentración óptimo, es necesario reducir las distracciones al máximo. 
     
  • Cuidar el orden externo. Si el entorno está desordenado, será conveniente reducir la cantidad de distractores que captarán la atención fácilmente. 

Fuente: cuidateplus