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Los calambres en los pies son una molestia común entre los nadadoresha. La lista de causas es extensa, desde la falta de calentamiento previo hasta la fatiga o una nutrición deficiente en electrolitos. 

pie en una piscina
  1. María R. Lagoa

Nos lanzamos a la piscina o nos adentramos en el mar, comenzamos a nadar y a disfrutar del contacto con el agua y de un ejercicio que puede resultar relajante a la par que dinámico. Pero de pronto, sentimos unos espasmos dolorosos en los pies que no entendemos a qué responden y que nos provocan una molestia que incluso puede hacernos salir del agua.

Esta es una situación frecuente que seguro muchos lectores reconocerán, aunque no existen datos de prevalencia. “Las regiones más comúnmente afectadas de los calambres son los dedos de los pies, la fascia plantar y la musculatura de la pantorrilla”, confirma Fernando Ramos Gómez, presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF).

Los calambres ocurren cuando los músculos, que continuamente están relajándose y contrayéndose, se quedan trabados en una contracción y permanecen así, ocasionando este dolor agudo. Hay que pensar que la natación es un deporte cíclico en el que se repite el mismo movimiento durante mucho tiempo y que la posición del pie, que es de flexión de tobillo y dedos, no se produce en ninguna otra disciplina deportiva, salvo en ballet por la posición de puntas.

“Para que nos hagamos una idea de qué significa todo esto, hay que pensar que en un nado normal, con una frecuencia intermedia de 4-6 patadas por cada ciclo de brazada, se producen de 100 a 150 patadas por minuto con una posición del pie en flexión plantar”, significa el presidente de la AEF. Aparece entonces la fatiga sobre la musculatura del pie, que es la más vulnerable dentro de la cadena funcional de la extremidad inferior y el principal medio de propulsión, junto con los brazos, que utiliza el nadador.

Ramón Navarro Mont, traumatólogo y jefe de la Unidad del Pie y Tobillo de la Clínica CEMTRO, destacada en Medicina Deportiva, enfatiza dos factores que pueden abocar al nadador a estos calambres: la ingravidez parcial que tenemos dentro del agua y el trabajo que músculos, tendones y articulaciones hacen contra resistencia: “Tenemos que hacer un mayor trabajo muscular”.

Señala, asimismo, al sobreesfuerzo deportivo porque se sobrepasa el límite de nuestra resistencia y a un posible déficit nutricional por falta de electrolitos (potasio, magnesio, calcio, etc.), que favorece las alteraciones en la función muscular: “Una alimentación desequilibrada, con pocas frutas y verduras, puede dar lugar a este problema. Nosotros vemos muchos pacientes con calambres que tienen déficit de potasio”. El cambio de temperatura es otra de las causas: “Provoca una alteración muscular y las terminaciones nerviosas se tienen que adaptar. Es algo que se agrava si el agua está fría”.

Si aparecen al final, es fatiga muscular

Este traumatólogo, no obstante, matiza que estos motivos suelen estar detrás de los calambres cuando aparecen al principio de la actividad, pero si el nadador los sufre cuando lleva ya un rato haciendo deporte, se relacionan más con la fatiga muscular.

Una idea similar expone Ramos: “Lo nadadores noveles son más susceptibles debido a una menor adaptación muscular, una peor técnica y probablemente a un calentamiento inadecuado. Los expertos pueden experimentar calambres por entrenamientos más intensos que generen fatiga”. Por otro lado, habla de algunas patologías que aumentan la predisposición de las personas que las sufren, como el neuroma de Morton o las afecciones de los nervios periféricos.

un hombre nada

¿Qué hacer?

El responsable de la Unidad del Pie y Tobillo de la Clínica Cemtro advierte de que estos calambres pueden comprometer la seguridad si el nadador se encuentra en el mar y en aguas abiertas: “Lo primero que hay que hacer si nos sucede esto, es ponernos a salvo”. Es importante no entrar en pánico y, si es necesario, resulta útil flotar de espaldas para mantener la cabeza fuera del agua. 

Igualmente, hay que hacer estiramientos de la musculatura contracturada: “Primero, hacer una movilidad suave de la articulación y después, estiramientos”. Si los calambres aparecen cuando se lleva bastante tiempo nadando, está claro que interviene la fatiga muscular, así que la recomendación es salir del agua y descansar.

Cómo prevenir los calambres

En cuanto a la prevención, los expertos recalcan la importancia que tiene el calentamiento, al que en natación no se presta muchas veces demasiada atención. “Es igual de necesario que en otros deportes”, enfatiza Navarro.

En este sentido, Ramos da algunos consejos concretos. Uno de ellos es realizar ejercicios de movilidad articular previos y en los que se fuerce la flexión plantar de tobillo y la flexión plantar de dedos: “Los haremos dinámicos, es decir, buscando una posición máxima de flexión plantar de tobillo y dedos, hacemos 15 repeticiones de cada movimiento”. Seguidamente, lo mejor son los ejercicios de activación, que son elevaciones de talón (la posición de puntillas), dos o tres series de 15 repeticiones: “Es una rutina que activa todos los músculos que estabilizan el pie y ayudan a prevenir los calambres”.

El segundo consejo es la progresión de la actividad. “Hay que hacer un trabajo progresivo en distancia y tiempo”, avisa Navarro, quien además recuerda que no todas las personas tenemos las mismas características físicas: “Hay que nadar en función de la condición física que tenemos”. Por ello, recomienda buscar asesoramiento técnico, obligado también si los calambres son muy habituales y provocan un impedimento para nadar.

Cuidar la alimentación de forma que sea equilibrada y tenga el suficiente contenido de frutas y verduras, que aporten vitaminas, electrolitos y todos los nutrientes relacionados con la óptima contracción muscular, es otro de los consejos y un factor que resulta esencial para aquellos nadadores que están mucho tiempo practicando este deporte o se enfrentan a pruebas de ultra-resistencia.