Los que caminan lentamente y con las manos en la espalda

Así lo explica la psicología
- MONTSE F. FRÍAS

Algo tan sencillo como la forma de caminar dice mucho acerca de las personas. La psicóloga experta en comunicación, María del Olmo Vila, nos desvela el significado de caminar despacio con las manos en la espalda y otros gestos cotidianos.
A lo largo de los tiempos, la comunicación no verbal ha sido objeto de estudio. Ya en los años 60, un psicólogo estadounidense, Albert Mehrabian, expuso que el efecto emocional de un discurso dependía un 55% del lenguaje corporal, un 38% de la voz y tan solo un 7% del contenido.
«El lenguaje no verbal es fundamental en nuestras relaciones. Primero, porque sin saberlo, el ser humano es experto en comunicación no verbal. Nuestro cerebro está programado para interpretar y dar significado a los gestos, posturas y expresiones faciales de las personas de nuestro entorno. Piensa que el ser humano tardó millones de años en desarrollar el lenguaje hablado, así que la huella de la comunicación no verbal es mucho mayor que la verbal», asegura la psicóloga experta en comunicación, María del Olmo Vila.

Y añade que todos «detectamos señales no verbales de peligro, seguridad, sinceridad o engaño, como mecanismo de supervivencia».
La psicóloga confirma que lo que mejor sabemos detectar «son las incoherencias entre lo que la persona está diciendo con palabras y lo que dice su cuerpo o su voz. En el momento en que lo detectamos, esa persona nos parecerá de poca confianza o dudaremos de sus palabras».
El lenguaje del cuerpo dice mucho
Cada vez somos más conscientes de que nuestros gestos dicen tanto o más que nuestras palabras. «Lo primero que vemos de una persona antes de que tan siquiera hable es su lenguaje corporal. Nuestra primera impresión, tan difícil de cambiar, se da, sobre todo, por elementos como qué apariencia tiene, cómo camina, dónde mira, qué expresión facial muestra…», confirma Del Olmo.
Efectivamente, nuestro lenguaje corporal cuando caminamos es una expresión subconsciente que dice mucho de la personalidad de cada individuo.

Los expertos coinciden en que no siempre las posturas se pueden interpretar de la misma manera, porque en la mayoría de las ocasiones existen matices que dependen del contexto y de la situación.
«Por ejemplo, en España, pasear despacio con las manos a la espalda puede resultar una postura casi estereotipada. Nos viene a la cabeza, al menos cuando lo pregunto en mis charlas, el típico hombre de una edad avanzada, que sin prisa y con la vida casi resuelta, se pasea por la calle, por mero placer, observando su entorno y como sujeto con autoridad», asegura la especialista en comunicación.
Y continúa: «Quizás por eso, esta postura transmite: Serenidad, calma, reflexión, control emocional, autoridad, distanciamiento y reserva».
El lenguaje del cuerpo y de las manos

Y es que no hay que subestimar el poder del lenguaje del cuerpo en general, y de las manos en particular. Movimientos que revelan mucha información sobre nosotros desde el primer segundo de conversación.
A mediados de los años 90 fue Philippe Turchet quien fundó la Sinergología, una disciplina que tiene como objeto comprender mejor al interlocutor mediante el análisis y la observación del lenguaje corporal no consciente y semiconsciente.
María del Olmo asegura que mover mucho las manos mientras hablamos no tiene nada de malo. «De hecho, existen más conexiones entre el cerebro las manos, que entre el cerebro y cualquier otra parte del cuerpo. Por tanto, mover las manos mientras hablamos es algo natural».
También depende del entorno cultural. «Gesticular mucho está mejor visto en culturas como la española, la italiana, la griega, la francesa e incluso en algunos países latinos, como por ejemplo, México, Argentina, Brasil… Pero no así en la cultura asiática o en el norte de Europa».
«Los gestos nos ayudan a enfatizar, reforzar, dar dinamismo a nuestra comunicación verbal, incluso a organizar y guiar nuestro contenido, lo que va a ayudar a la comprensión del mensaje», concluye.
Las manos en los bolsillos

La especialista aboga por la cautela a la hora de leer el lenguaje no verbal de las personas, «principalmente porque no se pueden leer aislados: Si se rasca la nariz miente, si esconde las manos es que oculta algo…, pero esto no funciona así».
Por ejemplo, meter las manos en los bolsillos puede transmitir (pero no siempre significar):
Inseguridad y nerviosismo. Se interpreta a menudo como un gesto de autoprotección, ya que las manos son una de las partes más expresivas del cuerpo. Esconderlas puede indicar incomodidad o falta de confianza. «Los pijamas no tienen bolsillos y no sueles echarlos de menos en casa, a no ser que quieras meter algo en ellos o haga frío. En cambio, en nuestro día a día, buscamos los bolsillos de nuestro pantalón o chaqueta como gesto incontrolable por no saber qué hacer con las manos», explica.

Gesto de desinterés. «Puede comunicar desinterés, apatía o distanciamiento emocional. En algunas culturas, se asocia con una actitud pasiva o indiferente».
Gesto de desafío o ‘chulería’. En algunas culturas, especialmente en contextos juveniles, «puede asociarse con actitud desafiante, rebeldía o no conformismo. Es un gesto típico en estilos de moda urbana o en contextos culturales donde el ‘desinterés’ es sinónimo de actitud ‘cool’ o rebelde».
Ser reservado o mostrarse misterioso. Esconder las manos puede usarse intencionalmente para crear una imagen de persona reservada o introspectiva.
Estar relajado. En lugares informales puede simplemente indicar relajación o comodidad. «Es común en situaciones sociales relajadas», concluye la experta.