Manicomios: Un archivo de «la locura»
El Hospital Alejandro Korn recupera voces silenciadas de los manicomios (Por Clara Olmos)
El relato de Dolores y Ramona, dos mujeres internadas contra su voluntad por denunciar violencia en sus casas, o el de un hombre que por su condición de sordomudo fue «abandonado» décadas en un neuropsiquiátrico, son algunas de las historias que recuperó el Archivo Histórico del Hospital «Alejandro Korn», en La Plata, que con un acervo de más de 20.000 documentos busca reconstruir la vida de las «víctimas de manicomios», signadas por condiciones de encierro y tratamientos «inhumanos» como el electroshock.
«Escribo estas líneas para llamar la atención sobre esa palabra ‘detenida’ que me han puesto en la tapa de la historia clínica», comienza una carta escrita por María Manuela, una usuaria del hospital, a su médico en junio de 1945.
«Quiero con usted cuentas claras y el ser detenida es una cosa y ser enferma es otra, según mi parecer», enfatiza la mujer, que líneas más adelante apunta: «Y si se me acusa de enfermedad deseo saber el diagnóstico y la seguridad de la exactitud con la que se me diagnostica».
Siete décadas después, el manuscrito de María Manuela forma parte del acervo de más de 20.000 historias clínicas, cartas y otros documentos que el Archivo Histórico del Hospital Alejandro Korn, en Melchor Romero, La Plata, se dedica a recuperar, clasificar y conservar.
A través de esta documentación, que va desde 1884 (año de fundación del hospital) hasta 1980, buscan reconstruir la historia de la institución, como así también las vidas «olvidadas y perdidas» de miles de personas que estuvieron internadas allí.
«Este archivo tiene la particularidad de que, al ser de un neuropsiquiátrico, está atravesado por el silenciamiento y la oscuridad con que se trató siempre la salud mental. Para nosotras tiene un profundo valor recuperar la memoria de las personas que han sido encerradas en el manicomio», dijo a Télam Pilar Arguiano, trabajadora social y una de las coordinadoras del proyecto.
«Lo que buscamos con el archivo es poder visibilizar para garantizar que no se repitan estas prácticas manicomiales, que tienen un impacto terrible en las personas», agregó Camila Azzerboni, coordinadora del Área de Derechos Humanos de la institución.
En diálogo con Télam, ambas destacaron el «valor histórico, testimonial y simbólico» de estos documentos, que previo a su recuperación en 2017 yacían en un depósito en «pésimas condiciones de guarda y preservación, entre hormigueros y goteras».
En los antiguos armarios del establecimiento permanecían aún los registros de pacientes según fecha de ingreso o el motivo de salida (alta, defunción o fuga), los diagnósticos que hacían y los tratamientos que se proponían para su «cura».
Entre ellos, se registraba la aplicación de insulina; la «malarioterapia», que utilizaban para «tratar la melancolía»; las lobotomías cerebrales; las inyecciones de cardiazol, un método que provocaba convulsiones y se usaba para «cambiar conductas», y los electroshock.
Actualmente consideradas «violatorias de derechos e incluso compatibles con torturas», estas prácticas evidencian «una larga trayectoria» de intervenciones crueles e incluso «experimentales» en el hospital, sostuvieron desde el Archivo.
De esto da cuenta una carta de 1947 que un grupo de internos quiso mandar, como resultado de una asamblea, al entonces Ministro de Gobierno, en la que expresaban sus reclamos, cómo vivían y pedían que el centro médico fuera intervenido.
«El hombre aquí internado es sometido al aniquilamiento moral, por medio de la opresión espiritual (…) El hospital en el que me encuentro es similar a un campo de concentración. No nos permiten comunicaciones con el exterior y en algunos casos las cartas ni siquiera son enviadas», se lee en la nota firmada por Carlos, hallada más de 70 años después.
En el escrito, el hombre describe las «directivas carcelarias» que les regían -escasa alimentación, hacinamiento y encierro- y advierte que «cualquier acto de rebeldía es castigado con guardar cama en enfermería e inyecciones dolorosísimas».
«Estas cartas, que nunca salieron y por ende dan cuenta de un derecho vulnerado, hoy nos permiten conocer, tristemente, la realidad que vivían las personas en el hospital», señaló Arguiano.
Internaciones involuntarias, sin diagnóstico alguno, como la de un joven «que ingresó con 18 años, simplemente por su condición de sordomudo y pasó gran parte de su vida acá», o de mujeres que eran llevadas por sus padres o esposos cuando querían divorciarse o denunciaban violencia, en carácter de «locura moral», son parte de las historias que se encontraron.
«Desde su ingreso muy tranquila, compuesta, lúcida. No hay trastornos de sus percepciones, no se descubren ideas delirantes, relata hechos de su vida de mujer trabajadora, sufrida, posiblemente víctima de malos tratos de su esposo», detalla la historia clínica de Dolores, una mujer de 48 años ingresada en octubre de 1939.
«Dice que, habiéndola su esposo castigado en varias ocasiones y amenazado de muerte, lo denunció en la policía y fue traída sin examen médico a este servicio», detalla su planilla, que bien podría ser la de Ramona, Magdalena y otras decenas de internas.
«Con los documentos supimos de casos en que les quitaron los ovarios de manera involuntaria, ligadura de trompas, abortos y apropiación de los bebés que parían en el hospital y que los ponían en adopción», apuntó Marisol Salvador, técnica en acompañamiento terapéutico del hospital.
En 2014, el Movimiento por la Desmanicomialización en Romero (MDR), integrado por trabajadoras y trabajadores del hospital, junto al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presentaron una demanda legal por las «condiciones inhumanas» de internación, que incluía la violación de los derechos a la libertad, a la prohibición de tortura, los sexuales y reproductivos y la ausencia de tratamientos adecuados.
A partir de la judicialización, el hospital inició «un proceso de transformación» acorde a la Ley 26.657 de Salud Mental y en el marco del Programa «Buenos Aires libre de manicomios», que implica la promoción de abordajes que garanticen el acceso a la salud y la atención respetuosa de los derechos humanos, el cierre de salas de internación por periodos prolongados -en algunas de ellas ahora funciona un polo educativo- y la adecuación de los predios.
«En este proceso es fundamental un espacio de memoria por las personas víctimas del manicomio y de todo el pueblo de Melchor Romero, para que no se vuelvan a repetir las múltiples vulneraciones de derechos que tiene en su historia este hospital», concluyó Arguiano.
Fuente: Télam